Alberto MansuetiBenjamín Shapiro (“Ben”) nació en Los Ángeles en 1984. Hizo su educación media en un famoso colegio judío, y en 2000 entró a estudiar Ciencias Políticas en la UCLA, Universidad de California en Los Angeles. Quedó horrorizado, por la insolencia, deshonestidad y agresividad de los profesores de izquierda (o sea: todos), imponiendo a sus alumnos una grosera propaganda ideológica, disfrazada de “científica”.¿Te suena conocido?Ben Shapiro se graduó, pese a la guerra contra los no muchos estudiantes que se atreven a pensar distinto, y a disentir de sus docentes, y de sus compañeros que se dejan intimidar (casi todos). Luego investigó en otras universidades. Y en 2004, a sus 20 años, publicó su “Brainwashed: How Universities Indoctrinate America’s Youth” (Lavado de Cerebro: cómo las universidades adoctrinan a la juventud en EEUU), que enseguida y sin publicidad saltó a la lista de más vendidos por internet en Amazon.La técnica de los profesores marxistas, relativistas y “Posmodernistas” es similar a la de los Índices de libros prohibidos: esconden los textos, autores y posiciones contrarias, si no son muy conocidas. Pero, si no les pueden silenciar por ser muy notorias, les descalifican con burlas y adjetivos peyorativos, no con argumentos. E impulsan descarados el socialismo, el feminismo, el racismo antiblanco, el odio a Occidente y al cristianismo, el ateísmo, la libertad sexual absoluta y sin límite alguno, incluyendo zoofilia y pedofilia, y el ecologismo radical hasta sugerir la abolición del ser humano como especie. Sus lecturas asignadas solo traen temas y opiniones “permitidas”, no otras fuentes; y luego los hipócritas piden a los alumnos “discutirlas”. ¿Cómo se discute si hay un solo punto de vista?En la revista digital “Front Page Magazine” de Mayo 13 de 2004, hay un extenso reportaje a Shapiro. Allí clasifica a los profesores de izquierda en dos grupos.(1) El primero es el de los “intelectualistas”, el más numeroso y dominante en las casas de estudio: se empecinan en creer que ser socialista es ser inteligente y culto; de otro modo eres un burro que no tiene argumentos, o que no son válidos. La izquierda tiene la verdad y la derecha no tiene razón. Punto.Los docentes universitarios tienden en general a ser intelectualmente arrogantes, y la izquierda es una ideología muy elitista. Estos “académicos” ven el conservadurismo como algo muy “burdo y simplista” para perder tiempo analizando sus posiciones. Si eres de derecha calificas para limpiar baños, no otra cosa. Y usan todo tipo de argucias para justificarse. Por ejemplo te muestran un “estudio”, muy bien financiado, diseñado ex profeso para concluir que los derechistas son “más autoritarios” y menos “integrativamente complejos” (o sea: menos inteligentes) que los izquierdistas. Claro, hay varias trampas allí, entre otras que agrupan en un mismo lote a Stalin y Castro con Reagan y Thatcher, como si fueran lo mismo; ¡pero el fin justifica los medios!(2) El segundo es el grupo de los “moralistas”, más pequeño en las universidades aunque fuerte y gritón, suele ser mayoría dominante en la prensa y medios de in-comunicación y desinformación. Estos son algo más racionales, y saben que la derecha tiene argumentos de peso. Pero se emperran en que “el capitalismo es inmoral”, por tanto la izquierda tiene el monopolio de la ética y los buenos sentimientos. Punto.Es que no hace falta ser un genio para ver que el capitalismo es mejor que el socialismo, o que los valores judeocristianos fomentan una sociedad mejor que otros valores; por eso en debate libre y abierto, ganan los conservadores, con argumentos más sólidos. No obstante, este grupo no practica el relativismo y la “mente abierta” que predica: cree ciegamente y de modo absoluto que la izquierda es buena y la derecha es mala. Es su premisa mayor. Su prejuicio mayor. Y para ahorrarles a sus alumnos la tentación en la que podrían caer, es mejor que ni sepan ni conozcan nada de los derechistas David Horowitz p. ej., Thomas Sowell, Mises u otros autores antisocialistas.Todos los profesores se sienten muy importantes, porque se ven como los que moldean las opiniones y dan forma a las nuevas generaciones. Y es cierto en gran parte, lamentablemente. Ven sus cátedras y puestos como trincheras ideológicas, porque no creen en verdades objetivas. Y se miran a sí mismos, dice Sowell, como “los ungidos”: tutores morales que están allí para definir lo que es bueno y lo que es malo. Y para lanzar a sus alumnos al activismo frenético en pro de sus “causas”, del comunismo al feminismo y al ecologismo, de la “acción afirmativa” a la defensa incondicional de los sindicatos, etc.¿Y los estudiantes? También los hay de dos clases: (1) los cínicos, son los más desfavorecidos. La verdad les importa un rábano; repiten como loros lo que quiere el profesor, y sacan su “A”. ¿A qué correr riesgos explorando otras visiones? (2) Pero los pocos estudiantes conservadores quedan muy favorecidos, porque salen bien “entrenados” después de sus experiencias de combate ideológico y político en las aulas, cafés y pasillos de las universidades.Para pensar: si esto es en EEUU, ¿qué queda para nuestra subdesarrollada “educación superior”?El Día – Santa Cruz