De convexo a cóncavo: la obra estrella cochabambina

ZEGADA OKMaría Teresa Zegada*Las «obras estrella” constituyen un componente cada vez más extendido de legitimación política a nivel local. No sólo en momentos electorales, cuando las ofertas suelen ser  desmesuradas  y no consideran las condiciones económicas para la inversión,  sino, y más grave aún, operan durante el desarrollo de la gestión pública.Así, las prioridades sociales sufren una conmoción cuando, por ejemplo, se disminuye el presupuesto para satisfacer necesidades básicas, como la cobertura de servicios o el mejoramiento de la calidad de la salud y la educación, porque se trata de inversiones que  no «venden” la gestión a los ciudadanos; en cambio, se busca realizar obras de gran visibilidad, como el anunciado «estadio batán” o las vistosas infraestructuras urbanas, como el paso a desnivel de la avenida 6 de agosto, del cual se enorgulleció el anterior alcalde Castellanos. Claro que no hay punto de comparación respecto a la probada utilidad que tiene un paso a desnivel en relación con un estadio extra. En cualquier caso, todas ellas terminan siendo admitidas en la medida en que cumplen con los objetivos para los que son construidas.En realidad, utilizamos las obras puente y batán no sólo por las connotaciones anotadas, sino porque ambas representan dos figuras recientes en el imaginario urbano cochabambino que de pronto,  la creatividad humorística viral asemeja el famoso puente a desnivel colapsado con una montaña rusa,  con una hamaca,  o en este caso, se unifican en una  imagen secuencial: el paso de un puente a un batán.La indignación no puede ser mayor cuando, en medio de la archiconocida escasez de recursos para enfrentar las necesidades urbanas, se realizan grandes inversiones que tiene que ser demolidas en menos de un año porque se realizan sin los recaudos técnicos y financieros adecuados.La usual falta de previsiones es de diverso origen, desde la manera en que se adjudica una obra, pasando por la ejecución de la misma, la supervisión de las especificaciones técnicas,  terminando en el apresuramiento político para entregar una obra al filo de la culminación de  una gestión.El reciente colapso del paso a desnivel  construido en Cochabamba y ubicado en una de las zonas más populosas de la ciudad en las inmediaciones de La Cancha-, en primer lugar perjudicó a los vecinos durante varios meses, causando una serie de inconvenientes.  Fundamentalmente afectó a quienes desde distintos puntos de la ciudad acceden a ese enorme centro comercial, causando un absoluto caos vehicular.La expectativa iba in crescendo en la medida en que se avanzaba en el gigante de cemento, pensando que de hecho iba a aliviar definitivamente los problemas de movilidad urbana en dicha zona. Pues grande fue la sorpresa cuando, a menos de un año de su inauguración y sin mayor preaviso, se desmoronó frente a los ojos atónitos de los transeúntes, invirtiendo -visto desde arriba-  la curva convexa en cóncava.La reacción generalizada  y compartida exige, como es obvio, el juicio a los involucrados, desde las máximas autoridades hasta quienes «supervisaron” la obra, para esclarecer responsabilidades, y lamenta la gran pérdida económica que bordea los 12 millones de bolivianos. De alguna manera, también nos compromete, como ciudadanos, a activar los mecanismos de participación y control social ante la ineficacia del cumplimiento de las funciones públicas.*SociólogaPágina Siete – La Paz