Asesinado el fundador del cartel mexicano ‘La Familia Michoacana’


David Marcial Pérez

Ficha de ‘El Tísico’, de la agencia antidrogas de EE UU

Cuatro cadáveres aparecieron la madrugada de este lunes en una carretera de Michoacán, al oeste de México. Uno de los cuerpos, con heridas de bala y signos de tortura, es el de Carlos Rosales Mendoza, alias El Tísico, de 52 años, considerado uno de los líderes fundadores del cartel La Familia Michoacana, una organización criminal ya en declive pero que durante los peores momentos de la guerra contra el narco llegó a monopolizar, mediante la extorsión y el asesinato, el tráfico de marihuana y la fabricación de drogas sintéticas en Michoacán y otros estados vecinos.



La identidad del cadáver fue confirmada por dos hijos de Rosado Mendoza, según un escueto comunicado de la Fiscalía estatal, que no ha adelantado más información sobre el suceso. Los tres cuerpos restantes aún no han sido identificados. El cómo y el dónde fueron encontrados los cadáveres, cortando el paso de una carretera y a 150 metros de una base de la policía federal, apunta inequívocamente al sello del narco.

Rosado Mendoza fue uno de los padres de la organización michoacana fundada hace casi una década, junto con otros dos capos de altura: José de Jesús Méndez Vargas, alias El Chango, detenido en 2011; y Nazario Moreno González, alias El Chayo o El más loco, dado por muerto en dos ocasiones.

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A principios de los 2000, fue uno de los hombres de confianza de Osiel Cárdenas Guillén, el exlíder del cartel del Golfo, encarcelado desde 2003 en el Altiplano, el penal de los grandes narcotraficantes, considerado un fortín inexpugnable hasta la cinematográfica fuga este verano de El Chapo Guzmán. Un año después de la encarcelación de su jefe, Mendoza intentó liberarlo. El asalto fracasó y El Tísico fue detenido y encerrado en la prisión de Puente Grande, Jalisco, donde se pasó cerca de 10 años bajo los cargos de delincuencia organizada y delitos contra la salud.

Desde detrás de las rejas, alumbró uno de los carteles más particulares y peligrosos de México

Desde detrás de las rejas, alumbró uno de los carteles más particulares y peligrosos de México. Su carta de presentación llegó en 2006, cuando un grupo de encapuchados arrojó en la pista de baile de una discoteca en Michoacán cinco cabezas cortadas y un mensaje firmado por primera vez por la organización: «La Familia no mata por dinero, no mata mujeres, no mata inocentes, muere quien debe morir, sépalo toda la gente. Esto es: Justicia Divina».El cartel irrumpió en medio de la batalla por los territorios del suroeste de México, uno de los mayores graneros de marihuana y opio del país, que por entonces libraban Los Zetas y el cartel de Sinaloa. El nuevo grupo criminal, imbuido por un inquietante espíritu pseudo-místico y regionalista, logró hacerse con el control de la zona. Además de marihuana y metanfetamina, cuyos precursores químicos entraban desde Oriente por el puerto de Lázaro Cárdenas, expandieron su actividad delictiva a la extorsión, secuestros y se adueñaron de varias minas ilegales de hierro.»Un fervor casi religioso, cercano al culto, inspira a La Familia, algunos de cuyos integrantes se refieren al mercado de la marihuana y la cocaína como ‘regalos del cielo». Así definía la embajada de EE UU el ethos de la organización en uno de los cables filtrados en el caso Wikileaks. Nazario Moreno González, El Chayo, era el líder espiritual de ese delirio narco-sacramental. Los nuevos miembros que entraban en el cartel recibían un librito rojo, una especie de evangelios de la mafia, titulado Me dicen ‘El más Loco’.Felipe Calderón decidió dar un golpe en la mesa y lanzó a las fuerzas federales sobre el cuartel general del cartel en Apatzingan, la mayor ciudad de Tierra Caliente y el corazón de la violencia en Michoacán. El Gobierno dio por muerto a El Chayo –el capo no moriría realmente hasta un segundo golpe del Ejército en 2014– y proclamó la disolución de la Familia Michoacana. A partir de ahí, la organización se partió en dos. El Chango se quedó con el nombre original mientras un antiguo profesor, Servando Gómez, alias La Tuta, fundó un nuevo grupo mafioso al que denominó Los Templarios.

La detención de El Chango en 2011 y la doble guerra contra la escisión de La Tuta y los grupos de autodefensa, terminaron por debilitar casi al máximo a La Familia. Ese es el panorama que se encuentra el viejo padrino, Carlos Rosales Mendoza, cuando en marzo de 2014 un juez federal decide ponerle en libertad. La Agencia Antidroga de EE UU (DEA) no había borrado la ficha de El Tísico como uno de los capos más buscados y algunos medios mexicanos apuntan a que, de nuevo en la calle, su intención era revitalizar el grupo criminal que fundó hace una década.

Fuente: elpais.com