Todas las irregularidades imaginables se produjeron ayer en las elecciones parlamentarias de Venezuela, donde el oficialismo hizo todo por violentar la voluntad del pueblo que todavía no se conoce en su genuina dimensión porque los organismos electorales mantienen la incertidumbre.
Hasta último momento, el régimen no paraba de usar todos los medios de comunicación con mensajes intimidatorios, conjugados con arengas apocalípticas ante un virtual triunfo de la oposición que podría acarrear el fin del chavismo.
El presidente Maduro habló de una movilización popular para defender el modelo y el presidente del Congreso, Diosdado Cabello, se mantuvo pegado al micrófono en una actitud propagandística violatoria de las normas. Por si fuera poco, el organismo rector del acto eleccionario amplió en una hora la apertura de las mesas de votación, mientras en el país reinaba una arremetida contra la libertad de información. A decenas de medios de periodistas extranjeros que habían llegado a la cobertura les confiscaron sus cámaras ni bien llegaron al aeropuerto de Caracas y un grupo de expresidentes de diferentes países que acudieron como veedores fueron constantemente vigilados y se los amenazó con la expulsión si continuaban con sus acciones de supervisión.
Bajo el penoco
Fuente: El Día
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