La suba de las tasas de interés en Estados Unidos y nosotros


FERMOLFernando MolinaLa noticia esperada por los mercados a lo largo de este año se ha concretado finalmente: el banco central de Estados Unidos (la Fed) subió las tasas de interés de sus prestamos a los bancos, del 0,25 en el que estaban al 0,5%. Esta suba encarece directamente los préstamos de corto plazo e indirectamente los de largo plazo. Su origen es el dinamismo del empleo, que había comenzado a empujar el nivel de los salarios hacia arriba. La señal que quiere mandar la Fed a la economía estadounidense busca que crezca a un ritmo moderado, sin exuberancia, para que su desenvolvimiento no provoque inflación. Es comparable a un leve toque del pie sobre el freno, en prevención de una curva, con el propósito de no perder el control del vehículo.Se supone que la suba inicie un nuevo periodo de «normalización” del precio del dinero en los mercados financieros, con lo que se espera que, si Estados Unidos no vuelve a estancarse (lo que en primer lugar causó la caída de los tipos y no está descartado), las tasas lleguen a más del 3% en 2020.En ese caso habrá terminado una década del crédito fácil. En términos netos, habrá menos financiamiento. Subirán las tasas de interés en todo el mundo y en todos los instrumentos. Habrá un mayor flujo de inversiones hacia los instrumentos financieros en dólares, que se tornarán más rentables, y eso subirá el precio del dólar en relación a las otras monedas y reducirá las inversiones en commodities como el petróleo, manteniendo su precio más bajo que en la década anterior. Esta es la primera implicación de este hecho para nosotros.La segunda será la paulatina alza de las tasas de interés bancarias y bursátiles en el país. Esto encarecerá los negocios, agravando las dificultades que ya tiene la industria exportadora para producir más barato que los competidores extranjeros, y la industria nacional para competir con los productos importados. Sin embargo, al mismo tiempo, las importaciones a crédito  también se encarecerán.¿Cuál será el efecto sobre la construcción, que es el principal motor del crecimiento de la economía doméstica? Puesto que esta industria funciona en un 100% financiada por los bancos, es probable que el costo del metro cuadrado construido suba, complicando los problemas de sobreoferta que ya enfrenta el negocio de bienes raíces, y haciendo más onerosas las inversiones estatales en infraestructura. Esto tenderá a incrementar el ya importante déficit fiscal que se espera para los dos siguientes años. También se incrementará el costo real de la deuda externa.Un dólar más caro frente al euro y otras monedas incentivará la demanda de dólares en todo el mundo. Eso creará las oportunidades de negocios en el extranjero para los inversionistas bolivianos. El dólar pasará de «no transable”, como fue -metafóricamente hablando- durante la pasada década y se volverá -transable-, es decir, acechará nuevamente la fuga de capitales. Esto puede provocar la aparición de controles a la fuga de divisas, aunque esto es muy delicado en un país con una tradición dolarizada, que a la primera salva de cohetes corre a refugiarse en la moneda estadounidense.En todo caso, podemos estar seguros de que las reservas internacionales de divisas alcanzaron su mayor nivel en 2014, nivel que no recuperarán en el futuro próximo. La caída ya ha comenzado y continuará los siguientes años.En suma, la suba de las tasas, si se aplica sistemáticamente, equivaldrá a poner el carro de la economía en «doble tracción”: la marcha será más estable, pero también más lenta. Por esta razón, el comienzo de este proceso refuerza el enfriamiento que  ya empezó a sentir la economía boliviana.Página Siete – La Paz