“Mensalao” es un superlativo popularizado recientemente en el Brasil, que denomina al escádalo de mega-corrupción que involucra a los gobiernos del petista Lula da Silva y, por extensión, a la administración de su sucesora Dilma Rousseff.El término designa a una “mensualidad” recibida por los diputados que aprobaban los proyectos de interés para el gobierno, lo que en Bolivia denominaríamos “maletinazo”.El caso del Mensalao amenaza con poner tras las rejas a Lula, quien parece estar altamente involucrado en esa red de pagos ilegales, confirmando las serias tendencias cleptocráticas en los adscritos al “socialismo del siglo XXI”.En el Estado Plurinacional, algo similar estaría sucediendo con el Fondo Indígena (Fondioc), donde se operó un latrocinio de Estado de gran magnitud, aparentemente no sólo por irregularidades personales sino por una suerte de “robo para la Corona”.Si anteriormente los indicios apuntaban a mandos medios (sacrificados como chivos expiatorios por la camarilla palaciega), ahora las evidencias comienzan a salpicar –o “empapar”- directamente al presidente Evo Morales, quien habría dado instrucciones tanto para el desvío de recursos como para el encubrimiento de dichas prácticas…[email protected]