Realmente, el vice ya no es lo que era. Álvaro García Linera siempre fungió de sofista oficial del régimen, un constructor de falacias útiles para la concentración del poder. Pero sus artificios ya no engañan como antes.Ante la evidente ola de cambio regional, Qananchiri (“el que ilumina”, rimbombante nombre de guerra que asumiera en tiempos del terrorista EGTK), intenta retomar su papel de spin doctor, torciendo y retorciendo la realidad en favor de la cleptocracia evista. Pero se queda en el intento, precisamente porque esa realidad es demasiado rica y amplia para ser contenida por sus categorías reduccionistas.El vice alega que las derrotas del kirchnerismo y el chavismo son parte de una “contraofensiva del imperialismo hacia Latinoamérica”, argumento absurdo por donde se lo mire, con una Casa Blanca enfocada en Medio Oriente y en el deshielo con Cuba.Lo que sucede y no puede admitir, es que hay un hartazgo de las sociedades latinoamericanas con proyectos políticos que hicieron de la confrontación y la manipulación demagógica sus herramientas principales.Dice también el co-mandatario que el pueblo se representa en una persona “que es el símbolo de sus virtudes y esperanzas. (…) Cuando los gobiernos hacen cambios, lo que importa son las personas que construyen esas instituciones, el liderazgo”.Error. Porque los caudillos autoritarios no construyen instituciones, entendidas como prácticas y reglas que deben trascender y subordinar a los gobernantes, sino que las destruyen al tratar de recrear al Estado a su medida de conveniencia personal.Sostiene además Qananchiri que los “gobiernos revolucionarios y progresistas” deben mantener la “bandera de la esperanza y del cambio”.Nuevo error. Porque lo cierto es que los regímenes populistas han quedado reducidos a ser el “partido del miedo”, cuya única arma discursiva es sembrar incertidumbre sobre lo que sobrevendría con la alternancia. Argentina y Venezuela acaban de demostrar que en las fuerzas de la oposición democrática está el verdadero cambio…[email protected]