‘Nanda’ Álvarez: “Me gustaría viajar por el mundo sin una raqueta”


entrevista
  
 TENISTA PROFESIONAL 

Cambios. Decidió abandonar las competencias y ahora quiere retomar las cosas que dejó a medias cuando tenía 13 años. Los duros entrenamientos le pasaron una factura alta en algunas aristas de su juventud, como su vida familiar y social

Su risa se oye desde lejos. Tiene un buen sentido del humor

Su risa se oye desde lejos. Tiene un buen sentido del humor

Pareciera que es raro ver a una deportista maquillada y peinada. Cuando María Fernanda Álvarez Terán, ‘Nanda’, camina por los salones del Club de Tenis Santa Cruz, no faltan las personas que a su paso le dicen: “¿Vestida de mujer?” o “¿dónde está la ‘Nanda’ que conozco?”.



No es fácil para ella romper el estereotipo que encasilla a una tenista, pero ahora, a dos meses de haberse retirado de las competencias del deporte blanco, acepta que está en un proceso de adaptación en su nueva vida.

¿Qué ha sido de la vida de ‘Nanda’ Álvarez?
Desde que me retiré de las competencias estoy más relajada. Antes no podía dormir, pero ya lo hago. Descanso entre ocho a nueve horas diarias.

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¿Aprovechás ahora tus fines de semana?
No soy de ‘fiestear’ mucho. Prefiero estar en mi casa, pero sí, estoy saliendo más que antes. Es que no me gustan las aglomeraciones de personas y los empujones. Definitivamente eso no es para mí.

¿Qué planes tenés?
Me encantaría ir a todos los países que visité, pero que no pude conocer bien por los torneos. La primera vez que fui a Europa tenía 12 años y no me tomé ninguna foto. Me gustaría viajar por el mundo sin una raqueta.

¿Sentís que la rutina de antes te quitó algo?
Me quitó todo, porque yo me fui desde los 13 años a vivir a Argentina y terminé esa etapa del colegio sin ver a ninguno de mis compañeros de curso.

¿Pero ni estando afuera salías a bolichear?
Te puedo contar con los dedos de la mano las veces que he bolicheado. Yo quería salir los fines de semana, pero llegaba cansada de los entrenamientos y pensaba que el lunes tenía que volver a la rutina entonces, al final, no salía.

Más que quitarme la vida social, el deporte me quitó la sensibilidad, porque me acostumbré a estar sola y empecé a restarle importancia a las personas cercanas a mí.

Si extrañaba a alguien, ese sentimiento lo dejaba pasar por alto. Si quería volver a mi casa, me mentalizaba que primero estaban los torneos. Estuve más concentrada en estar bien para las competencias que llegué a olvidar muchos sentimientos que debe poseer el ser humano.

¿Y en el amor?

Es superdifícil tener una pareja, viajaba 25 semanas al año, así que era complicado encontrar a alguien que acepte esa rutina. Mientras tenés menos personas que extrañar, es mejor.

¿Te reconocen cuando estás en la calle?
Cuando era chica aparecía mucho en el periódico. Luego me fui a Argentina y dejé de salir en los medios, pero creo que la gente aun así se acordaba de mí.

Me reconocían porque escuchaba cuando decían: “Mirá, la jugadora” o “mirá, la tenista”. Las personas que entienden un poco del deporte, saben el trabajo que he hecho.

En tu niñez estabas más delgada, ¿qué sucedió?
Era un palo de flaca. Cuando jugás tenis crecés porque pasás mucho tiempo en el gimnasio y en la cancha. No podés quedarte delgada, aunque la verdad no me he puesto a pensar mucho en eso.

¿Te sentís sexy?
(Risas) Sexy no, pero soy una persona muy agradable para sentarse a conversar.

¿Fuiste feliz siendo tenista?
Claro, fui y sigo siendo feliz. No podés jugar siendo infeliz, levantándote para entrenar ocho horas y llegar exhausta a descansar un poco para volver a hacer lo mismo al día siguiente. Se tiene que amar lo que uno está haciendo.

¿Creés que tanto sacrificio valió la pena?
Sí. Hubo momentos en que, como toda persona común y corriente, me sentí triste y quería hacer otras cosas, pero continúe.

¿Qué otras cosas?
Sobre todo pasar más tiempo en mi casa, con mi familia, porque perdí muchos momentos importantes de mi vida y de la de ellos, como el matrimonio civil de mi hermana Daniela y el nacimiento de mi sobrina.

¿Tu vida ha sido como un juego de tenis?
Más que todo ha sido como la vida de una gitana. Había muchas veces que me iba de viaje, cuando estaba en Argentina, y no llegaba a la misma casa de la que me había ido. Estaba en cinco países diferentes y llegaba a un hogar distinto. Fue duro.

¿Tenés algún amuleto en tu vida?
Más que nada tenía muchas rutinas. Si comía en algún lado y al día siguiente ganaba una competencia, tenía que comer en el mismo lugar. Si en el bus escuchaba algunas canciones que me hacían ganar, después oía las mismas y en el mismo orden.

¿Quién pasa la pelota en tu vida?
Soy yo, tengo el control de mi vida. Siempre me dieron la oportunidad de decidir sobre lo que quería hacer. Nunca sentí imposiciones de ningún tipo y de nadie.

Pero hablás de que perdiste momentos importantes. ¿Vos lo decidiste así?
No es porque yo lo decidí, sino que son cosas que tenía que hacer. Jugar tenis no es como otro trabajo, que podés tomarte una semana de descanso, porque capaz que ese tiempo libre te signifique no entrar a un torneo más grande.

¿Cuáles son tus nuevas prioridades?
Sobre todo volver a sentirme bien, porque fue una decisión difícil alejarme de las competencias. Fue una determinación muy importante.

¿Por qué no te sentís bien?
El tenis es lo que más amo, sobre todo las competencias, esa adrenalina que sentís es algo a lo que debo adaptarme porque ya no está.

Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Lo hice por la lesión de mi muñeca. Será un proceso que me llevará un tiempo, pero lo lograré

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Fuente: sociales.com.bo


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