El 14 de enero del presente año, el presidente Evo Morales prometió públicamente: “si el pueblo dice NO tenemos que irnos callados”, agregando que lo contrario sería “hacer golpe de Estado”.Sólo pasaron cuatro meses y medio para que el mandatario cambie de opinión e impulse a través de los tentáculos sindicales de su partido un nuevo referéndum claramente inconstitucional, lo que siguiendo su lógica de enero equivaldría a un golpe de Estado técnico.La excusa encontrada para el re-referéndum es que el electorado se habría visto manipulado por una supuesta “mentira” en el caso Zapata, aunque los indicios de favorecimiento a la ex novia del presidente con millonarios contratos continúan sin ser refutados.Es más: en la fecha antes señalada, Morales denostaba a las empresas encuestadoras por mostrar una intención de voto por el NO superior a la del SÍ, lo que indica que la tendencia a la derrota del oficialismo era anterior a las revelaciones del “Zapata-gate”.Ahora, la maquinaria estatal se apresta a una nueva intentona reeleccionista, para lo cual los estrategas gubernamentales no encuentran mejor receta que la reincidencia cleptocrática, con medidas como la creación de un segundo Fondo Indígena como mecanismo de reparto prebendal…[email protected]