El debate sobre los aseos para transexuales rompe la convivencia en un instituto de Estados Unidos
Mariah Lique y Tanner Bischofberger visten camisetas del «orgullo heterosexual». EL PAÍS
Grietas sociales
A mayor escala, el asunto ha enfrentado a los habitantes de Chester, a menudo, a partir de las grietas sociales. Este es un lugar donde los trasplantados de la gran ciudad, con sus Birkenstock y sus joyas sofisticadas, se mezclan con la clase trabajadora que calza botas llenas de barro, sabe cómo manejar un arma y habita con orgullo la casa de sus antepasados.Pese a la imagen de Vermont como un Estado de bucólico igualitarismo, cuna del candidato socialista Bernie Sanders, hierven las tensiones por los privilegios y la tradición, y la guerra de los baños las ha hecho aflorar.La sociedad no cambia de la noche a la mañana, sobre todo en las ciudades pequeñas, afirma Deb Brown, miembro del consejo escolar de Green Mountain. Para personas como su hija, que estuvo con AJ en varios equipos femeninos cuando era Autumn, es un asunto personal, no solo filosófico o ideológico. “Tiene que haber comprensión por ambas partes”, opina Brown. “AJ tiene que entender que durante 15 años los alumnos lo han conocido de una manera. Evidentemente, es su opción, pero él también debería mostrar respeto ahora por sus compañeros de clase”.Jackson ha pasado gradualmente de niña vivaracha con largos rizos a muchacho fortachón con el pelo corto teñido de verde, dos piercings en los labios y dilatadores en los lóbulos de las orejas. Lleva el pecho vendado, y como todavía no ha empezado a tomar hormonas masculinas, su cara es delicada y femenina. Antes pensaba que era lesbiana, y le siguen atrayendo las chicas.Su madre, Tracy, asistente social, y su padre, Scott, ingeniero, llegaron a Vermont hace 20 años. Criaron a AJ y a su hermano mayor en una cabaña en el bosque, donde criaban pollos y patos, entre ellos uno llamado Bernie, no hace falta decir por qué.
“Un bicho raro”
Jackson estaba en sexto de primaria cuando se dio cuenta de que era un chico, explica, y se lo hizo saber al instituto el año pasado, en tercero de secundaria. Cuando entró en Green Mountain “usaba los baños de chicas, porque todavía no estaba seguro de mi identidad”, recuerda. También había cuestiones prácticas, como la regla. En el baño de chicos no hay sitio donde tirar los tampones usados. Pero había empezado a sentirse como un intruso en el aseo de mujeres. “Este curso he empezado a utilizar los baños de los chicos. Los tíos me miran como si fuese un bicho raro o se asustan”.Hank Mauti, miembro del consejo escolar, se pregunta por qué Jackson tiene que utilizar el baño de los chicos cuando en el instituto hay seis aseos independientes que no están asignados a ninguno de los dos sexos.AJ llevaba menos de un mes usando los baños de chicos cuando alguien presentó una queja. Tom Ferenc, director del instituto, llamó a la madre de Jackson y le dijo que le iba a pedir a su hijo que utilizase el baño unisex, recuerda ella. El lunes siguiente, AJ y unos 30 partidarios se marcharon del instituto como protesta. Tres días más tarde, el distrito anunció la nueva norma. Ferenc se alegra de tener algo de “claridad” sobre cómo proceder. “Me acordé de Rosa Parks”.Además de la contraprotesta de las camisetas, la decisión ha levantado una tempestad de debates. Alguien pegó un letrero en un cubo de basura que decía: “Reservado para Mariah y Tanner”, en referencia a Mariah Lique y Tanner Bischofberger, dos líderes de la contraprotesta. Lique afirma que dicen en alto lo que muchos piensan. No tienen rechazo por los homosexuales: dos de sus profesores favoritos son gais, aseguran. En parte lo que les molesta es que, anatómicamente, Jackson no se ha sometido a tratamiento alguno y todavía es una chica. Y mientras que todo el mundo parece simpatizar con los estudiantes gais, ellos se creen con derecho a agredir, se lamentan. “Nos llaman homófobos hipócritas”.
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Fuente: elpais.com