Delmar MéndezNo son precisamente superhéroes. En todo caso, son antagonistas (no “anti-gonistas”, obviamente) que viven en la imaginación (y de la imaginación) del Presidente y salen de ella para conspirar entre todos y transformar su buen ánimo en un continuo trastorno paranoico que tiene poder de contagio en su entorno más cercano; vulnerable a convertirse en epidemia que puede atacar y enfermar a todo lo que se considere masista.El más poderoso de estos espíritus perversos que asechan al régimen suele ser el IMPERIO. Generalmente norteamericano, pero su ilustrada excelencia tiene fundamentadas sospechas que, desde la remota antigüedad, también conspira contra él hasta el mismísimo imperio romano. No obstante, a este despiadado enemigo del Norte es donde acude para promover magistrales disertaciones o atraer sus apetecidas y esquivas inversiones.De los más frecuentemente renombrado, entre las psicóticas alucinaciones que quitan el sueño al acosado mandatario, está la infatigable y temible DERECHA. Nos da la sensación que veces no distingue a qué lado esa su diestra y quién sea su mano derecha, pero todo lo que esté al otro costado de la izquierda, sirve para ser estigmatizado como la satanizada y perversa derecha conspiradora, a la que se le añade a veces adjetivos más descriptivos y pintorescos -por cierto no es casual la hipérbole, de oligárquica y neoliberal. Ahí está la derecha, subversiva y desestabilizadora, tramando siempre algo negativo y poniendo en tela de juicio las bondades del régimen.No menos peligrosa, dentro del patológico menú de temores presidenciales, está la -por él odiada y vapuleada- IGLESIA CATÓLICA, aquella que sin embargo le sirve cuando se desinfla su ego y es necesario revestirlo de públicas indulgencias papales y rematar su dañado narcisismo con visitas al Vaticano, a fin de proyectar santas condescendencias después de recaer en sus reiteradas travesuras con el juguete del poder. Pero la Iglesia tiene poderes para ahuyentar demonios opositores y exorcizar fantasmas. Por eso, pese a que también está en la lista negra del proceso de cambio, resulta nomas indispensable para aliviar los delirios en el Palacio.El cuarto fantasma, no sólo se extrapoló de la imaginación delirante del primer hombre del país, también de las virulentas hormonas de un iracundo colaborador suyo. Se trata de la PRENSA INDEPENDIENTE que, de acuerdo a especulaciones mitológicas delirantes, ha tenido el insidioso afán de agruparse en un “cártel” para delinquir en la mentira.Los medios que llenan de miedos al gobernante, incomodan e inquietan porque la materia prima de su trabajo es justamente el más insoportable antídoto del régimen: la verdad. Obviamente que, al margen de este espectro, que espanta al mandatario y sus acólitos, está la otra prensa, aquella que publica las verdades que han podido ser compradas para embadurnen de adulos a Su Excelencia.Fuera de ella está este fatigoso fantasma mediático, por cierto cada vez más escaso, que no se subordinó al amedrentamiento, al chantaje tributario, ni al cómodo patrocinio publicitario estatal.