Editorial de The New York Times, 25 de mayo de 2016- Si el escándalo político de Bolivia da para ser convertido en una telenovela, un título apropiado sería “Novio sin corazón”. Los protagonistas: un hombre de Estado maquiavélico y un antiguo amor. El drama: ella amenaza exponerlo como un monstruo, pero él está decidido a mantenerse en el poder indefinidamente, incluso mandándola a la cárcel, al silencio y desacreditándola a ella y a sus críticos.Durante varios meses, los bolivianos se han pegado al drama de la vida real protagonizado por el presidente Evo Morales y su ex novia, Gabriela Zapata. A fines de febrero, Morales perdió un referéndum que podría haber permitido que se postule para un cuarto mandato. Los votantes se indignaron por las denuncias de que la señora Zapata se favoreció junto a las empresas chinas que la contrataron para obtener contratos estatales por valor de cientos de millones de dólares.El primer gran giro del drama se produjo días después de la votación. Habiendo rechazado inicialmente una insinuación de tráfico de influencias, el gobierno de Morales arrestó a la Sra. Zapata y la acusó exactamente de eso. Zapata pronto decidió que no caería sola. En una serie de entrevistas desde la cárcel se presentó como el chivo expiatorio del gobierno.Para empezar, contradijo lo dicho por el Sr. Morales, de que su gobierno no escondía nada. Luego, contradijo la afirmación de Morales de que el bebé que engendraron había muerto en la infancia. El niño, sostuvo Zapata, está muy vivo.“No voy a permanecer en silencio”, dijo al diario El Deber en marzo. Hasta ahora, la verdad sobre su hijo sigue siendo difícil de alcanzar. También prometió una descripción detallada de cómo el Sr. Morales, primer líder indígena de Bolivia, había pasado de ser un buen tipo a una amenaza.“Evo Morales no era el monstruo que es hoy”, dijo. Ella y sus abogados indicaron que tienen información perjudicial sobre la mano derecha del mandatario, Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia.Pero si cualquiera de estos materiales intrigantes saldrá a la superficie –y si Zapata llegará a defenderse y dar nombres- está ahora en duda. La semana pasada el gobierno encarceló a su abogado defensor, Eduardo León, y a una tía, Pilar Guzmán, que había corroborado la afirmación de que el hijo del Sr. Morales estaba vivo. León, un abogado prominente, ha asistido a las audiencias del tribunal llevando un cartel con las palabras “prisionero político”.Mientras tanto, los aliados de Morales en el Congreso han estado pasando proyectos de ley que menoscaban la libertad de prensa y regulan los medios de comunicación social. Lo que no aceptan es que la derrota de Morales haya sido resultado de hechos irrefutables, no de la cobertura informativa. Y están nerviosos por las historias de corrupción que Zapata daría a conocer si declara en la Corte.El martes, Morales anunció un nuevo referéndum diciendo que el primero había sido contaminado por “mentiras” sobre el caso Zapata. “Durante la segunda vuelta vamos a ver quién es quién”, dijo.Gastar millones de dólares en un nuevo referéndum es un abuso de poder y un insulto a los bolivianos, que claramente rechazaron la repostulación hace apenas unos meses. Una nueva campaña de referéndum no detendrá el flujo de revelaciones perjudiciales y detalles embarazosos, que sólo pueden erosionar aún más la confianza en un hombre que ya ha estado en el poder más de una década.No se sabe cómo va a terminar esta saga, pero una cosa ha quedado muy clara: el señor Morales y sus aliados están impulsando un encubrimiento tan malo o peor que el crimen…Traducción: eju.tvLink a la nota original en inglés