El gasto público en época de crisis

Marcelo-Ostria-Trigo1Marcelo Ostria TrigoUna de las preocupaciones de los ciudadanos bolivianos es el futuro de la economía. Ahora es aún mayor, pues hay un factor externo que la afecta gravemente: la baja del precio internacional del petróleo, que incide en el precio del gas que Bolivia exporta. Y hay una sola opción: recortar gastos (especialmente los innecesarios) y reasignar prioridades a proyectos indispensables.En la gestión del Gobierno actual, se ejecutaron proyectos sobredimensionados, cuando no prescindibles, y ahora se embarca en otros de dudosa justificación. Es el caso de la instalación en El Alto de La Paz de una planta nuclear, que los entendidos han calificado como innecesaria y peligrosa. Se construyeron cientos de canchas de fútbol, con césped sintético –necesariamente importado– en lugar de atender otros sectores, como el de salud, ya que Bolivia es el país menos saludable de Sudamérica, según el ranking Bloomberg, que analiza datos de las Naciones Unidas, Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud.Hay otros emprendimientos injustificados, como la construcción de un nuevo palacio presidencial y del edificio –se sospecha con sobreprecio– destinado al Parlamento nacional. Eso no es todo: se informa que en vinculación vial se han gastado en los diez últimos años 4.193 millones de dólares. Si se toma el costo promedio por kilómetro de camino –hay proyectos que son más costosos y otros menos– se tendría que haber vinculado ya a todas las capitales de departamento y no es así. Estamos lejos de contar con una vinculación interna eficiente. A ver: entre La Paz y Oruro, se construyó una doble vía (dos carriles en cada dirección).Esta carretera es imprescindible para vincular efectivamente La Paz con Oruro, y luego seguir hasta Cochabamba y Potosí, para llegar a Tarija y Sucre. Pero sucede que los nuevos carriles de la carretera, en muy poco tiempo, están en mal estado, con huecos y desperfectos. Tampoco es confiable el camino Cochabamba-Santa Cruz: hay tramos –como el de El Sillar– que se derrumban e interrumpen el tránsito. A eso se suma la insuficiente y no muy bien cuidada carretera Santa Cruz-Trinidad, la falta de una conexión vial moderna entre Tarija y Villamontes –el actual camino fue construido poco antes de la Guerra del Chaco. Hay otros proyectos prioritarios.La administración de recursos del Estado, cuando hay prosperidad, se hace fácil. Pero la falta de previsión se siente cuando acaba el buen tiempo y surge el malestar ciudadano. Y ya estamos en ello.El Deber – Santa Cruz 

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