Humberto Vacaflor GanamEl gobierno boliviano quedó sorprendido con la iniciativa del gobierno de Chile de plantear el tema del Silala ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya cuando está en proceso la demanda boliviana por una salida al mar ante el mismo tribunal.Aquí se nota, para comenzar, una diferencia de estilos para tratar los temas. El gobierno boliviano da demasiada importancia a los anuncios que serán reproducidos por los medios, dando la impresión de que los temas que plantea tuvieran que ser definidos por consultas populares o por votos por teléfono. El gobierno chileno no dice mucho pero, como se ve ahora, toma decisiones firmes sin haberlas anunciado.En Bolivia se han creado comisiones de defensa del Silala, se ha emplazado un regimiento allí muy cerca, se han anunciado marchas de reafirmación, pero el tema no fue planteado ante un organismo internacional a pesar de los varios anuncios de que así se haría. El estilo es muy declarativo y poco efectivo.En Chile saben que el caso planteado por Bolivia en La Haya está entrando en un periodo de reserva, de casi hermetismo, en que el país que abra la boca refiriéndose al tema corre el riesgo de perder puntos.Y también en Chile están mezclados los intereses políticos en esta temática; ese no es un monopolio boliviano. En este momento, con las encuestas que dan a la señora Michelle Bachelet muy pocos puntos de aprobación, y se piensa en quién la reemplazará, con la posibilidad de que sea alguien de derecha, la inquietud es mayor. Son dos gobiernos con sabor a derrotas electorales los que se enfrentan, uno parco y el otro bullicioso.Pero la apuesta de Chile podría ser peligrosa para los intereses de ese país. Si Bolivia aprovechara este caso para pedir que La Haya revise la situación de todos los ríos binacionales, quizá Chile llevaría las de perder. Ganar el Silala y perder el Lauca podría ser, por ejemplo, el resultado de una mala apuesta chilena.Lo que debería hacer el gobierno boliviano es cerrar la boca por unos días -por lo que recibiría el agradecimiento de muchos- meditar en lo que está ocurriendo y tomar decisiones, pero no con altavoz, sino de manera inteligente, si fuera posible.