José Luis Bolívar AparicioLa tarde del 5 de octubre de 1986 una avioneta aterrizaba en los llanos de Caparuch, tierras de Huanchaca en el departamento de Santa Cruz, entre sus tripulantes iba el mentado profesor Noel Kempff Mercado, un hombre dedicado a la protección y defensa de los parques nacionales, una verdadera eminencia.Ni bien bajó del avión junto con sus acompañantes, unos personajes de nacionalidad brasilera les apuntaron con sus armas. «No somos policías, tan solo venimos en misión científica» alcanzó a gritar el docto investigador cuando una ráfaga le atravesó el cuerpo cegando su vida para siempre. Los tiros alcanzaron a varios de sus acompañantes pero uno de ellos sobrevivió escondiéndose entre los matorrales. Una avioneta lo rescató y al día siguiente, Bolivia se desayunaba que su relación con el narcotráfico en serio había alcanzado su mayoría de edad.Sin embargo, este incidente en el centro de la llanura camba, era tan solo un eslabón de una cadena que durante los próximos años sería un escándalo de proporciones épicas en los Estados Unidos y el resto del mundo.Resulta que desde que triunfó la revolución sandinista en Nicaragua, el país del Tío Sam se dedicó a desestabilizar su conducción apoyando en todos los grupos que detestaban a la gente de Ortega y su régimen socialista. Sin embargo el excesivo abuso y violación de los derechos humanos así como el reproche global, hizo que el Congreso de los EE.UU. vaya reduciendo la ayuda hasta prohibirla por completo. Mientras tanto, en Oriente Medio, Irán e Irak se enfrascaban en una guerra con mil motivos pero sin razón alguna y también generarían varios hechos volátiles, incluidos el secuestro de muchos ciudadanos americanos, el tráfico de armas y la conspiración que fueron la moneda corriente de la época y el lugar.Ronald Reagan, un republicano de cepa, no iba a aguantar que una determinación congresal, le impida luchar contra el comunismo en cualquier rincón del mundo, mucho peor en Centroamérica, a pocas cuadras de la casa y con toda Sudamérica en proceso de democratización.Delegó a su jefe de Seguridad Nacional, el teniente coronel Oliver North a que vea los medios factibles para que el apoyo a los contras se haga efectivo sin que lo sepa el congreso, y obediente como buen soldado, no se puso a analizar las consecuencias de la misión, sólo se dedicó a su cumplimiento. Entre sus medios hubo dos que fueron más polémicos, por un lado, venderle armas a Irán (lo que se conoció como el famoso Irán-Contras) y por el otro negociar con los cárteles del narcotráfico para financiar este proyecto con dinero de la materia blanca.La fábrica de cocaína a la que accidentalmente llegó Kempff Mercado aquella tarde, era justamente una de las proveedoras de esta droga que iría a financiar el accionar de la CIA y otras agencias en tierras nicaragüenses.¿Pero era acaso el mismo presidente Reagan el que instruyó contrabandear armas, desobedecer al Congreso y hasta fabricar droga? Claro que sí, pero esa afirmación nunca se iba a hacer tangible y mucho menos lo iban a acusar de semejante felonía. El que se echó todos los muertos encima fue el teniente coronel, que imbuido de una lealtad a prueba de lo que sea y con un cinismo admirable, se presentó ante la comisión congresal y les dijo sin que se le mueva un solo músculo que él y sólo él, era el absoluto responsable de todo lo que sucedió, que ni el presidente ni sus superiores sabían nada y que lo que hizo, lo hizo por sus profundos valores de libertad.Para muchos fue una sinvergüenzura asquerosa, sin embargo, para la gran mayoría de americanos fue la muestra de valores invaluables sobre la lealtad y el sacrificio. Si no lo condenaban y candidateaba para presidente seguro que ganaba de lejos pero bueno, terminó despedido de su cargo por el mismo Reagan por desobediencia y arbitrariedad y así pasó a la historia un hombre que si tuvo un calificativo con mayúsculas fue el de «culpable».Hace varios días que vengo escuchando la perorata oficialista de prepararnos todos para un nuevo referéndum, en vista de que el poco inteligente y sumamente inocente pueblo boliviano se comió un gran engaño, producto de la mentira de una astuta mujer que fue junto a sus cómplices capaz de tejer un complot en las mismas entrañas del Gobierno junto con adláteres de la oposición y que como se ganó esa justa electoral con mentiras y engaños, ésta debe realizarse de nuevo. La culpa tiene nombre según el gobierno, y se denomina el cartel de la mentira. Puede que ellos hayan tardado algo en encontrar a su culpable, sin embargo, si tienen el tiempo de leer estas líneas puede que yo les ayude a encontrar a dos responsables mucho más claros y más cerca de lo que creen.El primer y mayor culpable de su derrota es el señor Presidente del Estado Plurinacional, y no precisamente porque haya o no hecho nada como autoridad, sino más bien por una condición conductual que se llama irresponsabilidad.Porque cuando se metió con una muchacha de pocos años (no deseo ni siquiera averiguar la verdadera edad de la dama cuando conoció a su excelencia) debía saber que como decía mi abuela, el que se acuesta con niños, amanece apestando a pañales, por eso, por no buscar una pareja más acorde a sus casi 50 años de aquella vez, pecó de irresponsable.Porque cuando esta dama le dijo que estaba embarazada y el no dejó en claro su situación respecto a dicho estado, fue irresponsable. Porque cuando nació el niño (que para muchos nunca siquiera vio la luz y el pobre se comió el verso por teléfono) fue irresponsable por no ejercer como se debe su condición de padre, por no conocer a su hijo y por no saber darle la asistencia que cualquier progenitor responsable debería dar. Porque cuando le pidieron que reconozca al niño, pague su asistencia familiar, o ayude a su hijo con problemas médicos, todo lo hizo por intermediarios de la forma más irresponsable, y por último, porque cuando le dijeron que su hijo había muerto, irresponsablemente ni siquiera pidió saber dónde habían enterrado al angelito para por lo menos llevarle una flor. Vaya si no es irresponsable ese proceder, de manera que cuando le reventó el puchichi en la cara no tuvo la solidez moral necesaria para salir al frente y enfrentar la denuncia como debía, porque claro, como todos, él por irresponsable no sabía nada. Ahí tienen un culpable de carne y hueso y en primera fila para su derrota.El otro culpable, sin lugar a dudas, es el más vociferador de los ministros, que irresponsablemente, dejó que en sus oficinas (aunque estas se encuentren a más de 1 kilómetro siguen siendo sus oficinas), un grupo de delincuentes hagan lo que se les pegue en gana durante meses, tramoyando negociados enormes a espaldas de funcionarios tan porfiados que jamás sospecharon nada. Permitió que quien se hacía pasar por primera dama haga lo que le venía en gana y gane lo que quiera sin que nadie del victimado Gobierno pueda hacer algo, eso por lo menos se llama irresponsabilidad y alguito de culpa se le debería asignar. Además que su mitomanía alguna facturita también tiene que cargar encima ¿no es cierto?Por lo tanto, ya no busquen más culpables, los tienen en las narices, tampoco pierdan el tiempo tratando de convencernos, no lo necesitan, uno porque no lo van a lograr y dos porque pase lo que pase, igualito vamos a ir al referéndum.Lo que sí les sugiero es que se apuren, porque si tardan más por ahí no les da el cuero para el tercer tiempo, los alargues, los penales y por ahí hasta la moneda tienen que tirar.(*) Es paceño, stronguista y liberal