Intelectuales, periodistas, abogados y sacerdotes parecen ser los nuevos colectivos sobre los cuales el régimen populista pretende enfocar su maquinaria persecutoria.Se trata de una nueva oleada represiva, que viene a sumarse a otras previas como las que se ensañaron con autoridades regionales opositoras, ex ministros, dirigentes cívicos o empresarios cruceños.Ahora la mira es más amplia y, como se observa en la lista precitada, se apunta a neutralizar a generadores de discurso.Es evidente que hay una pérdida de poder blando en el oficialismo, entendido éste como la capacidad de convencimiento sobre la sociedad civil. Ante esta situación se apela a reforzar el poder duro, es decir, los instrumentos y prácticas de coerción desde el Estado.Que el vicepresidente García Linera aparezca en este escenario como Gran Inquisidor es un claro síntoma de su fracaso como sofista mayor del régimen: cuando sus falacias ya no embaucan a nadie, solo resta tratar de forzar el monopolio de la interpretación y de la palabra…[email protected]