Tras su derrota en el referéndum del 21F, el régimen de Evo Morales volvió a echar mano al recurso patriotero para tratar de remontar su desgaste de popularidad. La vía elegida fue reactivar el diferendo con Chile por las aguas del Silala, tema dormido desde hace años, anunciando una segunda demanda ante la Corte de La Haya.El anuncio se hizo entre bombos y platillos, con la habitual parafernalia mediática de la que gusta rodearse el caudillo cocalero, pero lamentablemente todo quedó en el mero show, sin que la demanda se concretase a tiempo.El resultado de esta política del show es que la cancillería chilena acaba de madrugar al Palacio Quemado, adelantándose con una demanda propia que obligará a Bolivia a “jugar con negras”, para usar la terminología ajedrecística.Seguramente otras prioridades del régimen, como el impulso de un re-referéndum o las vicisitudes del caso de tráfico de influencias, distrajeron las energías gubernamentales, ocasionando esta pérdida de iniciativa y de juego ofensivo, que reduce las opciones estatales al margen de lo reactivo.Habrá que reiterar una vez más que las relaciones exteriores deben ser tratadas como política de Estado, por encima de intereses partidistas particulares que al ser antepuestos, como acaba de suceder, pueden terminar ocasionándole serios perjuicios al país…[email protected]