Reino Unido disfruta estos días de un culebrón bling bling de guión clásico que alivia la tensión a la que están sometidos los ingleses tras el giro narrativo con que la retirada de Boris Johnson ha enrevesado la trama del Brexit. Se trata del divorcio del siglo de este mes, que lleva camino de convertir Londres en el lugar del planeta en el que más cosas pasan al mismo tiempo. Lo último, una demanda de divorcio con tantos ceros, tanta frivolidad y personas tan cargadas de razones que lo del ex alcalde y su piromanía continental debería ser apartado de las portadas: el verdadero drama inglés, lo están protagonizando una modelo estadounidense y un magnate saudí.
Ella es Christina Estrada, imagen de Pirelli en 1993 y de profesión, sus hechuras. Él es Sheikh Walid Juffali, neurólogo, empresario, jeque y polígamo desde que se casó con otra, sin consentimiento de Estrada pero con el de las leyes de Arabia Saudí. Su divorcio podía haber sido uno más, pero según los medios ingleses no va a ser así, porque Estrada está dispuesta a explicar los motivos por lo que no ha aceptado un ofrecimiento inicial de37 millones de libras, –unos 44 millones de euros A.B (cambio de divisas antes del Brexit)- y pide casi 200 millones de libras sin que seamos capaces de saber cuántos euros sumará esa cantidad para cuando haya sentencia–
Son motivos convencen a cualquiera y ella los ha esgrimido deshecha: “Soy Christina Estrada. Fui modelo internacional. He vivido este tipo de vida. Es a lo que estoy acostumbrada”, ha dicho frente al Tribunal Supremo de Londres tras detallar que su presupuesto en ropa es de “40.000 £, para los abrigos de piel, unas 109.000 £ para los vestidos de alta costura y 21.000 £ para los zapatos de temporada”. El presupuesto en ropa, redondeando, supera el millón de libras anual pero ella tiene otros problemas para los que pide justicia. Que la insensibilidad de Juffali no tiene límite se ve a la perfección con el ofrecimiento en bienes inmuebles con el que pretende contentar a la que ha sido su mujer durante 13 años: apenas un par de mansiones valoradas en tan pocos millones que la ex modelo ha tenido que explicarle al juez la circunstancia por la que es inadmisible aceptar “está por debajo del nivel de vida al que estamos acostumbrados y son demasiado pequeños para dar cabida al personal”, razona.
Ella ha tenido que abandonar su ocupada vida para buscar por sí misma un alojamiento aceptable. Está en Eaton Square y entre los 55 millones que cuesta y los 6,5 que tendría que invertir en decoración, el presupuesto en vivienda, ya le ha dicho al juez, se le pone en unos 60 millones de libras esterlinas.
También explica que no hay que ser ni juez ni jeque ni abogado para entender que con ese vestidor y esos salones lo menos que necesitas es unas decenas de miles de euros para acercarte a Wimbledon y otros tantos para asistir al baile anual de Sir Elton John. Esos son gastos corrientes que nadie parece haber tenido en cuenta, pero Estrada los tiene bien apuntados. A la casa de campo arrendada en vacaciones -medio millón más-, no se puede renunciar en según que estatus. Y alquilar un yate quince días sale, con tripulación, por otro medio millón. Pero es que la Suit Presidencial de Ritz para la visita habitual a Paris sale por 250.000 libras y eso sin contar con la habitación de la niñera que, entre unas cosas y otras, cuesta un ojo. ¡Cómo es posible que el padre de su hija no lo tenga en cuenta!
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Dicen los medios que Estrada lloró de pena. Primero recordando una llamada de su adolescente “mamá, ¿es que voy a convertirme en una niña pobre?”. Y segundo cuando aseguró que la suya “es una vida dura y llena de responsabilidades”. No cuenta el diario si Estrada también lloró de rabia al ver que los abogados de su marido pretendían ridiculizarla durante el juico: cuando explicó que a París solía ir a ver la Traviata y también la ópera “el Cascanueces” los abogados de su ex dijeron haberla pillado en un renuncio «Ajá. Eso no es una ópera ¡es un ballet!». Y también humillarla y dejar su imagen por los suelos haciendo ver que sus exigencias son desmedidas.
Ella, por lo visto, ha aguantado el tipo y no está dispuesta a caer en la trampa de justificarse por haber vivido como la jequesa que era. De la alta sociedad no hay ex marido que pueda bajarla y los motivos son profundos por muy vanos que parezcan. Según el Mirror, el abogado de Juffali le preguntó:
–¿Está used reclamando 55.000 libras al año para 55 pares de botas y zapatos ¿No cree que eso es un montón de dinero?–En realidad no. Eso es lo que cuestan. Esta norma es a la que estoy acostumbrada.–¿Y los 35 relojes que necesita? ¿Son necesarios o parte de una colección?–Depende de lo que llevo puesto y tiene que ir a conjunto con mi ropa –contestó Estrada, tan estirada como la piel de su frente.Quieren hacer ver que Christina Estrada negocia su divorcio más que Iris Apfel en un bazar. Pero ella y sus abogados tienen claro que pasado el amor el matrimonio es un contrato y quien lo rompe, ha de pagar.Fuente: www.revistavanityfair.es