Petrobras, blanqueo de dinero y obras de arte


Más de 200 obras de arte de insuperables maestros como Joan Miró, Salvador Dalí, Amílcar de Castro, Di Cavalcanti, Romero Brito, Aldemir Martins, Oiticica, Vik Muniz, Djanira, Miguel Rio Branco y hasta Renoir, entre otros, están bajo custodia y en exposición en el Museo Oscar Niemeyer de Curitiba (Brasil), en una muestra que titula “Obras bajo la vigilancia” y que ha cautivado la atención del público.

Desde que estalló el escándalo de corrupción en la estatal brasileña Petrobras, en marzo de 2014, hasta la fecha, se han incautado cientos de valiosas obras de arte que han sido adquiridas, se presume, en operaciones destinadas a blanquear dinero.



Solamente en la casa de Renato Duque, exdirector de Petrobras, se encontraron 131 obras que el funcionario escondía “detrás de un armario que se abría por control remoto” y que fueron descubiertas por la Policía como parte de las investigaciones por el mayor y más jugoso escándalo de corrupción sucedido en la historia de Brasil.

Según publicó en días pasados la agencia de noticias alemana Deutsche Welle (DW): “El mercado del arte como medio para blanquear dinero no es algo nuevo ni exclusivo de Brasil”. Durante seis meses, hace una década atrás, el magistrado brasileño Fausto Martin De Sanctis investigó en EEUU cómo se lava dinero en todo el mundo por medio del arte.

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Según divulgó el diario español El País, este magistrado fue “quien dirigió las pesquisas en el primer gran caso de lavado de dinero usando piezas artísticas. Ocurrió en 2006 y el principal culpable fue el director del brasileño Banco Santos, Edemar Cid Ferreira. Fue condenado a 21 años de cárcel. En su mansión se encontraron desde trabajos de artistas contemporáneos como Damien Hirst Basquiat, Lichtenstein o Kiefer, hasta arte medieval”.

Así, como resultado de las varias investigaciones que ha hecho en este campo, De Sanctis publicó en 2013, en Estados Unidos, el libro “Lavado de dinero por medio de obras de arte”, donde demuestra cómo el mercado del arte se ha convertido “en una plataforma atractiva para el crimen organizado, porque es sencillo blanquear dinero debido a la falta de control”.

En la entrevista con la DW, el magistrado dijo que la ausencia de regulación de este mercado, a nivel mundial, permite que “quienes cometen delitos económicos, fraudes financieros, corrupción y, más recientemente, tráfico de drogas, usan ese mercado amparados por la falta de control y la facilidad para transportar las obras de arte sin levantar sospechas. Es más difícil llevar de un lado a otro dinero en efectivo que arte. Una obra que vale ocho o diez millones de dólares se puede plegar en un cilindro y nadie se da cuenta. No hay en todo el mundo preparación de las autoridades aduaneras y fiscales sobre este asunto. Por otra parte, las grandes casas internacionales de subastas venden obras y admiten pago en especie. En este caso, poco se pregunta sobre la identidad de los compradores”.

Fausto Martin De Sanctis explicó además que en el blanqueo de dinero por medio del arte hay tres fases: “En la primera, la persona invierte dinero en algo con lo que no tiene vinculación. Después, esconde el objeto para romper la cadena de pruebas. La tercera fase es la reinserción, es decir, aquello que estaba escondido vuelve a salir al mercado con la apariencia de lícito”.

Fuente: lostiempos.com