El modelo hace crisis la quema es la única medida que encuentran para deshacerse de los desmontes En Bolivia, 240.000 hectáreas deben arder cada año para ampliar la frontera agrícola. ENRIQUE CANEDO
Reconocen que se necesita una decisión política, pero cada instancia descarga su culpa en el otro. El 85% de las quemas son ilegales y más de la mitad se realizan en tierra sin sanear. Todos los años arden los mismos lugares y San José es el más chamuscadoPablo Ortiz / EL DEBERSanta Cruz se cocina lentamente en el fuego de su modelo de desarrollo. Todos los años, como una tragedia anunciada, las mismas regiones vuelven a arder mientras las instituciones encargadas de controlar la situación se limitan a contar focos de calor, apagar incendios que se salen de control y a esperar que llueva para que se acabe la temporada de quema. En años como este, cuando las lluvias se vuelven tacañas, escasas e insuficientes, el mapa cruceño parece un cenicero.Según el reporte de la Autoridad de Bosques y Tierras -organización dedicada a otorgar derechos y permisos de desmontes y quemas, según explica Víctor Yucra, director general de gestión- hasta el 30 de agosto había más de 34.000 focos de incendios detectados por los satélites en Santa Cruz. Suben a más de 60.000 en todo el país. Incluso se podría dibujar una línea de fuego que comienza en el Pantanal, sube por el bosque seco chiquitano, se pasa a la zona de colonización de Chiquitos, atraviesa el Río Grande para las áreas del Norte Integrado, degrada el Choré, se come la Reserva Forestal Guarayos, no respeta la frontera departamental e incendia la provincia Marbán de Beni e incinera sus pampas. La mancha de fuego que deja a su paso come los bosques y coincide exactamente con las zonas productivas del país.Sin embargo, eso no implica que las quemas sean legales. Solo el 15% de los incendios registrados en este año, según la ABT, corresponden a permisos de quema tramitados. Que sean tierras para producción, no implica que estén saneadas. Más del 57% de las quemas se hacen en terrenos sin saneamientos. El resto, se reparte entre las propiedades empresariales (27%), comunidades campesinas y territorios indígenas (ambos con 8%). Es decir, a los bosques y a los cruceños los ahogan quemas ilegales en tierras que aún no tienen poseedores titulados.Pero eso no es todo. El fuego ilegal en el departamento de Santa Cruz es el infractor de la ley más anunciado. Un estudio de Rafael Cabrera, experto en sistemas de información satelital y profesor de la Universidad Nacional Ecológica, ha demostrado que siempre se incendian los mismos lugares, que año tras año los mismos problemas atacan a los mismos municipios sin que nadie los pueda detener. “Se deberían preparar. No basta con contar focos de calor, dotar lampas y cascos, hay que evitar que las quemas vuelvan, no dar permisos de quemas a los lugares que ya han ardido”, opina.Quién lo evitaCuando se le pregunta a Víctor Yucra sobre a quién le corresponde esta tarea, cita la ley de incendios de 2013 que entrega la responsabilidad de crear mapas de riesgos a los municipios y gobernaciones. “Muchas veces se confunden las actividades de la ABT, que es dar derechos y regularlos. No tenemos presupuestos ni control sobre los incendios. Nuestro deber es generar información de los focos de calor y pasar la información a municipios y gobernaciones”, explica Yucra.En el mapa, los alrededores de la Laguna Concepción, en San José de Chiquitos, parece una quemadura de cigarro. Es el territorio nacional con mayor concentración de incendios por kilómetro cuadrado. Pese a que esto se repite todos los años, el alcalde Germaín Caballero se sorprende. Explica que como municipio no tienen la capacidad de monitorear de manera precisa lo que está sucediendo, pero de todas formas es consciente de que en algunas zonas de su municipio la ABT ha autorizado desmontes masivos y que esos datos no son compartidos con el gobierno municipal.Admite que en los últimos días ha visto quemas descontroladas que corresponden a los cordones dejados por productores que han desmontado 1.000, 2.000 y 3.000 hectáreas. “Nosotros tratamos de atender las emergencias, pero la cantidad de incendios forestales sobrepasa la capacidad de nuestro municipio”, explica Caballero.Cinthia Asín, secretaria de Medio Ambiente de la Gobernación de Santa Cruz, lleva la cuenta de esos incendios forestales. Iban 75 hasta el 15 de septiembre y uno de ellos, el de Santa Rosa, cerca de Choré, estaba aún activo. Ella dice que la Gobernación no tiene la fuerza coercitiva para evitar, mediante las sanciones, que esta situación se repita todos los años, que esa fuerza recae en la ABT y en la Fiscalía. Sin ella, la Gobernación y los municipios solo se encargan de apagar los incendios con la única ayuda del Ejército.La Gobernación, según cuenta Asín, también cuenta los focos de calor. Asegura que le hace un seguimiento minucioso hasta descubrir dónde se inició el incendio con el fin de que la Fiscalía y la ABT sancionen a los responsables. Este año, hasta el 30 de agosto, según los reportes de la ABT, se habían iniciado 340 procesos administrativos contra quemas ilegales. Solo 19 de ellos fueron procesados en Santa Cruz y solo cinco derivaron en procesos penales. Si se toma en cuenta que hubo más de 34.000 incendios hasta esa fecha, solo uno de cada 6.800 incendios derivaron en un proceso penal contra los infractores.No es fácil dicen desde la ABT. Yucra cuenta que aún tienen problemas por las multas emitidas por la institución en 2011, cuando se detectó a todos infractores de la barbarie de 2010, cuando se registraron más de 100.000 focos de calor en Santa Cruz. Para no pagar las sanciones, los campesinos multados han tomado las unidades forestales, impidiéndole el trabajo a la institución. Así, sin fuerza para hacer cumplir las propias sanciones que imponen, Yucra asegura que este año quieren ser más precisos y descubrir dónde comenzaron los fuegos para evitarse problemas y papeleos excesivos. En Santa Cruz, el 27% de las quemas son con autorización de la ABT.El modelo es el problemaCuando el fuego es la principal tecnología de la expansión agrícola de un país, el humo es la consecuencia lógica. Cinthia Asín dice que sería deseable que Bolivia tuviera formas de producción más ecológicas y sostenibles, pero no las tiene. Es más, el Estado alienta a que cada vez haya más quemas. Este año amplió las quemas sin muchos trámites de cinco a 20 hectáreas. A eso se suma la meta de ampliación de frontera agrícola que figuran en el Plan Nacional de Desarrollo 2015-2020, que son 1,2 millones de hectáreas. Eso quiere decir que cada año tienen que caer 240.000 hectáreas de bosques, una superficie equivalente a ocho veces toda la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Eso produce millones de metros cúbicos de madera que deben arder y que se queman todos los años. Sin embargo, Yucra explica que la ABT llega a autorizar solo 160.000 hectáreas por año, pero la superficie desmontada supera las 240.000 hectáreas. “A los bolivianos nos encanta vivir en la ilegalidad”, dice Yucra.Todo esto ya se refleja en la salud del departamento. Si se toma en cuenta el Índice de Vegetación, el de Santa Cruz varía entre 0,1 y 0,55. Este indicador oscila entre -1 y 1. El negativo es una roca y el positivo es un bosque saludable y tupido. Esto quiere decir, según el estudio de Rafael Cabrera, que a Santa Cruz ya no le quedan esos bosques cerrados que había que desencantar y que la mayor parte de su territorio es o zona erosionada, con pampas, bosques debilitados, tierra de cultivo o barbechos que quedan como testigos raquíticos de lo que fue un monte cerrado.Asín pide cambios de leyes y una participación más decidida del nivel central del Estado para evitar que esta situación se dé todos los años. Yucra, por su parte, habla de generar temporadas de quema diferenciada según la región, para evitar que todo el oriente arda al mismo tiempo. De momento, no se avista ninguna decisión gubernamental de bajar la expectativa de deforestación hasta 2020.Para Andrei Abruzezze, ingeniero ambiental, se necesita una articulación entre el sector productivo y todos los niveles del Estado. “Si seguimos a este ritmo, nuestro aporte de cambio climático no será por industria, sino por la deforestación y la quema”, dice.Vincent Vroomans, ingeniero en recursos naturales de la Fundación Noel Kempff Mercado, explica que en realidad estamos generando nuestro propio cambio climático. El viento que rebota en la cordillera de los Andes y pasaba por los bosques frondosos, se cargaba de humedad.Al estar el bosque expuesto a continuas quemas, al volverse menos denso, ya no retiene tanta humedad como antes y el viento que azota las ciudades y llanuras del oriente es más seco, por lo tanto las lluvias son cada vez más escasas y las temperaturas más altas. Así, el gran modelo productivo cruceño, se cocina lentamente en su propio jugo, sin darse cuenta de que el combustible de su desarrollo, de a poco, pondrá en riesgo al mismo modelo productivo, cuando las lluvias sean cada vez más escasas y el viento erosione los campos