Mientras su cumpleaños número 50 se aproximaba, Steve Ludwin sintió que finalmente debía dejar su viejo hábito.Por cerca de 30 años, se ha estado inyectando a sí mismo con veneno de serpiente por simple curiosidad, a pesar de recibir múltiples advertencias de investigadores y expertos médicos de que esta práctica era extremamente peligrosa y podría poner en riesgo su vida.Tuvo que sufrir varias mordeduras severas de serpiente, dos en el último año, para que comenzara a comprender lo imprudente que puede ser su pasatiempo.»El dolor es como si alguien tomara un mazo, te pegara en la mano y luego la expusieras a una llama ardiente», explicó Ludwin. «Es la evolución la que te dice que te alejes de estas cosas».No obstante, el músico londinense ha pasado toda su vida haciendo exactamente lo contrario.«Sólo pensaba que era increíble»Ludwin no sólo se rodea de una variedad de venenosas serpientes, sino que se inyecta su veneno de forma regular, como un pasatiempo.Entre su departamento y un depósito debajo del salón, Ludwin tiene 17 serpientes, 15 de ellas venenosas, provenientes de todo el mundo: una víbora de palma de Costa Rica, una serpiente de cascabel de la costa oeste mexicana y una pitón verde de árbol, solo por nombrar algunas.Ludwin aseguró que siempre le han fascinado las serpientes, dibujándolas cuando era niño y, por esos mismos años, cuidando a una boa constrictora. Sin embargo, su peligroso pasatiempo comenzó unos años más tarde. La idea de inyectarse veneno, como una especie de auto inmunización, le llegó a tras conocer a Bill Haast a los 10 años. Su encuentro con Haast, un investigador del veneno de las serpientes y propietario de un centro de atracciones para turistas, en los laboratorios del Serpentario de Miami, lo impresionó enormemente.Desde 1948, Haast ha dirigido un programa de inmunización en el que ha explorado fórmulas para la inmunidad contra el veneno de serpientes, lo que llevó a un joven Ludwin a preguntarse si su propia exposición a pequeñas cantidades de veneno podría protegerlo de él.»A una edad muy temprana, pensé que eso era increíble. Nunca había oído de tal cosa… y se me metió en la cabeza».Durante las últimas décadas, Ludwin ha alternado entre dosis diarias de veneno y una sola inyección cada unos cuantos meses. Llevó a cabo este esfuerzo creyendo que las inyecciones no sólo lo harían inmune, sino que también mejorarían su salud y lo harían sentirse más joven, a pesar de que no haya evidencia en la literatura científica que soporte su teoría.»La gente dice… no parece que tuvieras casi 50 años», asegura. «Realmente creo que he dado con algo».Pero los expertos en el área muestran su desacuerdo, citando montones de investigaciones. Sin mencionar el hecho de que es tremendamente peligroso.»Estoy profundamente no convencido», explicó Wolfgang Wüster, profesor de zoología en la Universidad de Bangor, en Gales. «Dice que se ve increíblemente joven y todo pero, por supuesto, él es su propio tamaño de muestra».Actualmente, Ludwin ha comenzado a darle un uso científico a su inusual pasatiempo.
La fórmula secretaDesde el 2013, Ludwin ha estado viajando a Copenhague cuatro veces al año para entregar muestras de sangre y médula. En los intermedios, mantiene registros detallados de los tipos y cantidades de veneno que se inyecta.Lohse cree que esta es la primera vez que la producción de antídotos está siendo probada en la sangre humana, en gran parte debido a los riesgos que involucra. Y, aunque está agradecido de las contribuciones de Ludwin, él no promueve esta práctica. «Bajo ninguna circunstancia la recomiendo», aseguró Lohse. «Es peligrosa, es muy claro que él puede morir por esto».Expertos como Wüster, quien ha dedicado su carrera al estudio de las serpientes venenosas, es escéptico sobre el proceso. «No veo el punto de esto. Hay peligro en él y no estoy convencido de que hacia allá vaya el futuro», afirmó.Los investigadores en Copenhague esperan comenzar a ver resultados el próximo verano. La primera fase ha involucrado recolectar la sangre y la médula de Ludwin con espacios separados de tiempo, ya que las regulaciones impiden que se le retiren mucha cantidad de estos tejidos a la vez.Una vez cuentan con la cantidad suficiente, Lohse y su equipo tratarán de extraer anticuerpos y luego probarán si los anticuerpos neutralizan los diferentes venenos.Hasta ese momento, Ludwin continuará su programación regular de inmunizaciones con el equipo de Copenhague, pero planea frenar las cosas para evitar futuros y dolorosos accidentes.»Me siento como un gato que ha tomado sus ocho vidas. Un accidente más y es todo», aseguró, citando un accidente particularmente malo hace diez años, cuando se inyectó más de lo previsto y tuvo que ser llevado a cuidados intensivos.»Seguiré usando (el veneno) por mis creencias y opiniones personales, pero puedo definitivamente retirarme y dejarlo».Fuente: www.cnnespanol.cnn.com