De un encuentro entre ambos personajes en 1949 surgió una anécdota que ha marcado la opinión que muchos se formaron sobre la actriz.
Prejuicios
Si se piensa en comparar a ambos personajes, se tiende a creer que, como «Einstein era un genio en física» y Marilyn una actriz, la inteligencia no era un requisito que la rubia hubiese necesitado para triunfar en la gran pantalla.Refiriéndose a esa parte de la vida de Monroe que menos se conoce, la periodista venezolana Indira Carpio, escribió: «No era tonta, tampoco rubia. Pero podía ser lo que usted quisiese, su cociente superior a 160 se permitía un ventilador de metro faraleando sus faldas (…) ella iba a la universidad a estudiar historia y literatura, enamorada del olor a tinta que empapaba letra por letra y la brisa fresca del acordeón de hojas de los clásicos. Incluso muy por el contrario a lo que sentía por sí misma, amaba a los libros».No obstante, explica la nota de ‘El País’, las ideas preconcebidas que tenemos sobre otras personas «son creencias colectivas que etiquetan la realidad. Nacen de nuestra mente programada para la supervivencia, que no para la felicidad».Lo mismo que el estereotipo sobre las chicas rubias y tontas, o el de que todos los latinoamericanos son narcotraficantes, como insiste Hollywood, las discriminaciones surgen de prejuicios injustos que cometemos por error, «como el que le ocurrió al mismo Einstein» con la rubia platinada.Fuente: actualidad.rt.com
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