Una pareja encontró una edición de bolsillo de 1881 en los Cayos de Florida y comenzaron una misión para encontrar a la familia de la propietaria original
Una biblia de bolsillo de 1881 encontrada de forma casual en la basura de una vivienda de los Cayos de Florida está en manos de un nieto de la mujer que hace más de cien años la leía y anotaba los nombres de sus hijos en sus páginas, gracias a la tenacidad y curiosidad de los que la hallaron.
Fue el espíritu detectivesco de William Sherman, la persona que halló la biblia en un contenedor de basura, y su novia Holly Skilling, el que condujo a la localización en Pikeville (Carolina del Norte) de los descendientes de Mary Ellen Aycock, quien escribió su nombre y el de sus hijos en sus hoy amarillentas páginas.
Durante tres días la pareja residente en el cayo de Little Torch, especialmente Skilling, rastreó sin descanso todos los nombres que aparecían escritos en la descabalada biblia hasta situar a la familia descendiente en la pequeña población citada.
«Consumía mi vida. Me sentí tan apegada al caso que conocí todos los detalles de la vida de esta mujer«, dijo Skilling, la novia de Sherman, quien trabaja para una empresa de recogida de escombros en viviendas en remodelación o derribo, resaltó que se convirtió en una obsesión para ella dar con el paradero de alguien que «cuidara de esta biblia y la amara como un tesoro«.
La pesquisa incansable hecha por Skilling tomó un rumbo más solido gracias a un miembro del grupo de Facebook «Key West Yard Sale» que le ayudó en la búsqueda de los parientes de Aycock.
Tras contactar con posibles descendientes de Ellen Aycock, descartaron aquellos cuyos datos facilitados no encajaban con la edad de fallecimiento de la mujer. Finalmente, dieron con algunos de los familiares.
En Pikeville, Franklin Nichols, de 86 años y nieto de Ellen Aycock, recuerda –ya con la pequeña biblia en las manos– que no guarda memoria de su madre, Susi Nichols, ya que murió en 1932, cuando él apenas tenía dos años, y su padre era un alcohólico, por lo que fue criado en otro hogar.
«Tenía miedo de ojear la biblia«. Así explicó Nichols las sensaciones que le recorrieron cuando recibió un paquete de regalo con el librito dentro y leyó el nombre de su madre, Susie, y la fecha de su nacimiento en una de las páginas.
Su hijo, Greg, reconoció que el regalo había resultado «más emotivo de lo que esperaba en un principio, aun cuando se tratara de una persona que no había conocido«.
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Fuente: infobae.com