La nueva droga de moda: diez veces más potente, y legal

Foto: Un hombre fumando un cigarrillo de marihuana. (Reuters)Un hombre fumando un cigarrillo de marihuana. (Reuters)

Todos los años surgen drogas nuevas. Solo en 2015, se detectaron 130 sustancias ilegales para uso recreativo que no se conocían hasta la fecha. El grueso de esa lista de «novedades» lo componen los falsos derivados del cannabis. Se trata de marihuana y, últimamente, hachís sintético. La cosa consiste en unas cuantas hierbas, como la melisa o la menta, mezcladas en una hormigonera con otros productos y rociadas después con un espray. La frecuencia con la que aparecen nuevas formas de estas drogas, que se pueden comprar libremente por internet se debe a que «su diversidad química y su velocidad de aparición hacen que la detección y el control a este grupo de compuestos sean retos particularmente difíciles. Los distribuidores pretenden sencillamente simular los efectos del THC. Cuando un cannabinoide sintético está a punto de ser controlado legalmente, los fabricantes tienen una o varias sustancias de sustitución preparadas para la venta», según advierte el Ministerio de Sanidad.

Fue en 2008 cuando los investigadores forenses de Alemania y Austria detectaron por primera vez un producto que se vendía bajo la marca Spice. Era un imitador de la marihuana, pero no se vendía abiertamente como tal. Aún se hace así. Estos productos se comercializan como si fueran inciensos o ambientadores. Eso sí, después con el paquete mandado por correo te mandan un librillo de papel de fumar. «¡El ciego es muy fuerte, muchas risas y maréito, colocón guapo!», comenta un usuario de una de estas páginas en las que se puede obtener el producto, que ahora ha mutado en mil marcas diferentes: «Pollen», «Yucatan fire» o «Dutch orange». Por este último, en la tienda online Shayana Shop te piden 21,95 euros por 2 gramos.Un usuario alaba sus ventajas: «No huele en lugares públicos, el efecto puede durar horas y es más suave de fumar que la hierba»Esa suele ser la cantidad en la que se distribuye. «Te da para hacerte dos o tres porros», asegura un usuario, que recalca algunas de sus ventajas: «El olor no llama la atención en lugares públicos, el efecto puede durar horas y es más suave de fumar que la hierba”. Las reacciones que provoca y su potencia son objeto de discusión. Una polémica que tiene bastante lógica, si se entiende que cada lote es diferente e, incluso, dentro de cada lote hay diferencias.»Puede ser hasta 40 veces más tóxico«, alarman desde una asociación de desintoxicación. Otros, como el propio ministerio, apuntan a una potencia más moderada: «10 veces más». Sin embargo, la mayoría de los usuarios perciben que es menos potente que la hierba natural o la resina de cannabis. «Hay que fumar hasta tres porros para notar algo», se lamenta uno de ellos.Muchos de estos productos fueron desarrollados inicialmente por los científicos que investigaban el efecto de los cannabinoides en el organismo y si podían actuar como medicamentos para tratar los síntomas de determinadas enfermedades neurodegenerativas o cáncer. Hasta ahora no han conseguido separar las terapéuticas de los efectos psicoactivos. Aunque hay dos medicamentos que usan estos principios activos para paliar los síntomas de la quimioterapia, por ejemplo.



Intoxicaciones masivas

El ascenso en la cantidad de productos de esta clase en el mercado y su uso han ido aumentando exponencialmente desde 2008, cuando se encontraron nueve tipos, a 2015 en el que se contabilizaron ya 160. Una de las cosas que preocupan a los cuerpos de seguridad es que los efectos son impredecibles porque los compuestos son muy variables y nadie sabe exactamente qué llevan. «Ha habido brotes de intoxicaciones masivas con cientos de personas afectadas en muy poco tiempo». Por ejemplo, en Rusia se intoxicaron 600 personas de las que murieron 15. En Manchester se apreció en 2015 que muchos jóvenes se quedaban como catatónicos por las calles y los parques. Se atribuyó al uso de estas sustancias.El proceso, según Sanidad, comienza con «la fabricación de la base en empresas químicas con sede en China. Después, se expanden en polvo a granel mandado como correo urgente. Aunque también en contenedores, que se presentan con la etiqueta de ‘hierbas aromáticas’ y son legales. Una vez en Europa se combinan los productos de venta al por menor. Los polvos se pulverizan sobre las plantas, generalmente a escala industrial. Para disolver los polvos se usa maquinaria tipo hormigonera. Se seca y se envasa. Después se vende en internet». Recientemente se han descubierto plantas de procesamiento y envasado de grandes cantidades en los Países Bajos, lo que lleva a pensar a las autoridades que se trata de delincuencia organizada.La legalidad o no del cannabis la da la cantidad de THC. Si hay más de 0,2 es ilegal. Si no, lo puede llevar con tranquilidad

Los síntomas que se han apreciado mayoritariamente son leves: agitación, náuseas y frecuencia cardiaca rápida. Pero también se han dado algunos casos de ictus, convulsiones, infarto, e incluso la muerte. Estos efectos a veces se han apreciado en gente que no sabía que estaba fumando esta clase de cannabis sintético, ya se que lo habían vendido en el mercado del menudeo. «Los consumidores de este tipo de drogas nuevas son casi todos muy jóvenes y eso también refuerza el peligro que llevan asociado», precisa el doctor Descals, de la clínica Triora.

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Una de las cuestiones que han hecho crecer la popularidad de estas sustancias es la creencia de que no dan positivo en los test antidroga. Una cuestión de la que es difícil salir de dudas. «En realidad, la legalidad o no del cannabis la da la cantidad de THC como principio activo. Si hay más de 0,2 es ilegal. Si no, no pasa nada, lo puede llevar con tranquilidad». Quienes explican este matiz son el despacho de abogados S&F, uno de los más importantes dedicado al mundo del cannabis.

Hachís de mentira

Quienes no tendrán ese problema, el de que se halle ni un miligramo de THC, son aquellos que se animen a tomar el «hachís falso». Este sí que es completamente legal. Pero no hace nada. Eso sí, desde la web en la que venden un kilo por 165 euros, te recomiendan “cómo mezclarlo” para qué sí haga algo. Los hay de cuatro colores. Algunos traficantes lo mezclan con hachís auténtico y lo venden. Otros, aún más listos, lo comercializan tal cual. «Pero eso pasa en países donde es de por si de mala calidad, como Irlanda, Suecia o Finlandia», según sentencia un experto. Este hachís, «con un poco de sabor a goma», se publicita como «producto natural».

Fuente: elconfidencial.com