El picaflor cometa, o de oro, lleva los colores de la bandera de La Paz en su bello plumaje.
Página Siete / La Paz
Si su nombre científico Sappho sparganurus le dice poco, seguramente identificará al colibrí cometa -Qory kenti o luli- por el bello plumaje que lucen los machos conquistadores. El ave, declarada patrimonio paceño, enfrenta diariamente el reto de sobrevivir en la urbe que devora su hábitat.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El colibrí cometa es una de las cinco especies de picaflores que se podían observar antaño en la ciudad de La Paz y sus alrededores. Con el propósito de protegerla, el ave fue declarada patrimonio natural de La Paz mediante ley edil del 19 de julio pasado, emitida por el Concejo Municipal.
«El crecimiento urbano desordenado -que no ha planificado la implementación de grandes áreas verdes con suficiente vegetación ni la conservación de jardines en las viviendas- ha ocasionado la extinción local de los picaflores, como de la mayoría de las especies de fauna nativa principalmente en el centro y la ladera oeste de La Paz. Urgen acciones, expone el doctor en biología y docente investigador de la UMSA, Álvaro Garitano-Zavala.
Ellas deciden
En Bolivia viven 76 especies de picaflores de las aproximadamente 340 que existen; el colibrí cometa es una de ellas. Es muy pequeño, apenas pesa unos cuatro gramos y medio, pero lo que le falta en tamaño le sobra en belleza.
Según el biólogo, la cola es tan larga que en los machos alcanza los 20 centímetros de longitud. «Ellos son elegidos por las hembras por el territorio que posean (con mucho recurso de flores) y también por cuanto más hermosos sean. La brillante cola rojiza contrasta con el verde intenso del cuerpo: colores simbólicos de La Paz.
El colibrí cometa todavía sobrevive en los ambientes periurbanos paceños que conservan plantas nativas que le ofrecen suficiente néctar para su alimentación, como el bosquecillo de Auquisamaña o el Sendero del Águila.
Al rescate del colibrí de oro
«El colibrí cometa corre el riesgo de desaparecer en La Paz y sus alrededores por la ambición de los especuladores inmobiliarios y las equivocadas actitudes de los ciudadanos y autoridades que considerando erróneamente que el desarrollo significa arrasar todas las áreas cubiertas de vegetación silvestre y los antiguos jardines privados para reemplazarlos por bloques de hormigón, jardineras de piedras y césped sintético, aceras totalmente cementadas y vías asfaltadas. Han eliminado por completo las especies de flora que antes les ofrecían alimento y refugio, argumenta Garitano.
El colibrí cometa, ahora patrimonial, precisa básicamente alimento: «Se puede contar hasta una veintena de plantas silvestres cuyas flores están especialmente diseñadas para darles néctar, añade. Estas especies vegetales crecen espontáneamente en los fragmentos silvestres de la ciudad y los ambientes periurbanos, por lo que proteger estas áreas permitiría automáticamente su permanencia.
Proteger el colibrí cometa -como a toda la fauna silvestre de La Paz- es una tarea de todos, incluídos los ciudadanos. Las acciones que podemos hacer son muchas, y todas son posibles si tenemos la voluntad.
«Se puede desde evitar cubrir patios y jardines con cemento para dejar crecer kantutas y otras plantas con flores tubulares especialmente diseñadas para los colibríes, hasta exigir que las calles y avenidas se conviertan en corredores de vegetación que comuniquen las áreas periurbanas con las plazas y jardines privados por los que la fauna silvestre pueda desplazarse con libertad.
El biólogo aplaude la declaratoria del Concejo que nombra al colibrí cometa como patrimonio paceño. «Refleja la gran sabiduría de comprender que aquellas acciones que permitan mantener a esta especie de ave silvestre en la ciudad también mejorarán la calidad de vida de sus habitantes.
«¿Se imagina poder sentarnos en el futuro en la plaza San Francisco y, rodeados de vegetación cubierta de flores multicolores, disfrutar el espectáculo de ver colibríes libando de ellas?, cuestiona Garitano y concluye: «Ese es el verdadero significado de proteger nuestro patrimonio: disfrutar de él en armonía con la naturaleza.
Fuente: paginasiete.bo