El investigador David Aruquipa prepara para fin de año un trabajo sobre el músico Gerardo Rosas, cuyo zapateo fue aporte a la cultura popular de Sucre, que será acompañado con un CD que incluirá sus interpretaciones.
Alejandra Pau / La Paz
En las chicherías del barrio de Surapata en Sucre, en esos espacios en donde la división de clases sociales se hacía temporalmente inexistente, en una atmósfera creada al fragor de los tragos, existió un personaje inédito y talentoso que a punta de zapateo, canto y música se hizo inolvidable para la bohemia de esa ciudad. Su nombre era Gerardo Rosas, más conocido como Qiwa Gerardo.
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El 24 de agosto se cumplieron 93 años del nacimiento del cantante y compositor que nunca ocultó su homosexualidad en una sociedad conservadora. El investigador David Aruquipa Pérez, que visibilizó a Rosas en 2012, prepara una publicación sobre este personaje para fin de año que incluirá nuevas entrevistas y un CD que compila la música del artista chuquisaqueño.
Gerardo Rosas (1924-1980) se hizo reconocido gracias a su talento, su voz algo afeminada, su grácil zapateo y jaleo -animar con palmadas, exclamaciones y actitudes a los que cantan, bailan o tocan- al que le daba un sello de «flamenco criollo y su especial capacidad para desarmar comentarios sobre su orientación sexual a través del humor, la ironía y el sarcasmo.
«Fue un ser humano libre y rebelde que nunca ocultó su homosexualidad (…), es un personaje único, dice Aruquipa, que incluyó a Rosas en Memorias Colectivas- Miradas a la Historia del Movimiento TLGB en Bolivia (2012), una serie de estudios e investigaciones realizadas en co autoría con Paula Estenssoro y Pablo C. Vargas.
En la investigación reveló que la música de Rosas fue preservada en tres vinilos del sello Capital, discográfica establecida a finales de 1960 e inicios de 1970.
Rosas participaba en varios espacios públicos de la ciudad de Sucre como el programa Mensaje de Bolivianidad de radio La Plata. A los 30 años de su muerte fue reconocido por el Gobierno Municipal de su ciudad natal como Hijo Predilecto por su aporte a la difusión de la música y cultura popular.
Fue el conocido estilista Coco Besso que le contó la historia de Rosas a Aruquipa, mientras él realizaba su investigación sobre la China Morena, personaje travesti y figura emblemática de la danza de la morenada.
El activista por los derechos de la comunidad TLGB (trans, lesbiana, gay y bisexual) decidió entonces ir tras la pista de la vida del Qiwa Gerardo. Logró entrevistar a sus allegados, entre ellos a su mejor amiga la chola Chunchuna (doña Máxima), y rescató lo poco que se había escrito sobre su persona.
Tan amigo era de Chunchuna que Rosas se ponía sus polleras, su mandil y molía llajua. Una costumbre que también repetía en carnaval vistiéndose «de chola, de chota sin ser reconocido por la gente. Las mujeres de pollera que vendían chicha eran sus aliadas y las chicherías su hábitat natural.
Más que Qiwa
Según describe Aruquipa hay muchas explicaciones para el término Qiwa, pero hace referencia a la que se describe a las personas de «doble espíritu, que datan de la época prehispánica, con la capacidad de relacionarse con lo femenino y masculino. Durante la colonia fue interpretado por españoles y cristianos como homosexual o «maricón y usado como algo peyorativo.
«Su presencia ha sido muy importante por todas las habilidades para el canto y la danza, su talento lo hizo popular. Era un Aka Bandera, una persona que atraía el consumo de chicha en las chicherías, porque generó un baile y un ritmo muy peculiar que ahora es el zapateo chuquisaqueño en el bailecito, argumenta Aruquipa.
Al igual que su zapateo, sus canciones quedaron en la memoria de muchos y se han convertido en parte del patrimonio de la música popular Chuquisaqueña, según añade.
Muchos de los bailecitos y cuecas que Rosas interpretaba ya eran conocidos, pero con su característica picardía él improvisaba -una tradición muy sucrense- y cambiaba las letras para hacer sátira y ponerles chispa.
Fue muy famoso en su época y grabó junto al armonista Casiano Tejeda, el reconocido charanguista Alberto Vargas y Eugenio Sánchez. Los entrevistados revelaron cómo Rosas rompía taquilla si tenía alguna presentación y la rapidez con la que se agotaron sus tres discos ni bien salieron a la venta.
«Hay una canción El Chofercito para su amiga Chunchuna porque dos de las parejas de ella habían sido choferes y ambos murieron. Rosas hace una sátira contando la historia. También le canta al amor y al desamor porque obviamente ha vivido en una época en la que (…) no tuvo una pareja visible con quien convivió, comenta el investigador.
Los entrevistados lo describieron como una persona delgada, de baja estatura, con el cabello rizado y muy acicalado. De personalidad muy graciosa que sabía enamorar con su carácter a hombres y mujeres, a estas últimas si de bailar se trataba.
En las entrevistas se comenta que el «fondeo por ser gay no le fue ajeno, técnica de tortura y asesinato político que consistía en lanzar a los opositores políticos al mar, algo que según se cuenta en las entrevistas fue aplicado en Bolivia para los homosexuales en el lago Titicaca, aunque el activista considera que existe la posibilidad que haya sido una forma de justificar su ausencia de Sucre durante algún periodo de tiempo.
Más allá de la victimización, el investigador considera que el talento de Rosas sirvió para «subvertir el orden establecido en una sociedad moralista y conservadora. Un personaje que tuvo la vida que de alguna manera deseó aunque tal vez el precio que pagó haya sido la exclusión de la clase burguesa de la sociedad sucrense a la que pertenecía.
El trabajo no trata de rescatar la imagen del Qiwa Gerardo en el imaginario sino procura generar una reescritura de su aporte a la cultura popular, sobre todo en la danza.
«Es importante para un movimiento totalmente discriminado, actualmente con todas las cargas que tiene, recuperar la memoria histórica de estos personajes (…) que han aportado a la cultura de un país como Bolivia desde su diferencia, concluye Aruquipa.
Bailecito
Nunca desde que he nacido
He conocido la dicha
Porque siempre la desdicha
Anda delante de mí.
***
Dicha que hoy poco duró
Desdicha la llamo yo
Desdichado el dichoso
Que de aquella dicha gozó.
Fuente: paginasiete.bo