Periodismo y poder: palabras veraces en medio de la posverdad


El Premio Nacional de Periodismo, Juan Carlos Salazar, asegura que el Gobierno boliviano se sacó de la manga la patraña del “cartel de la mentira” a partir de una posverdad que construyó para desconocer el resultado del referéndum del 21 F.1Juan Carlos Salazar en su discurso en el Círculo de la Unión.La Paz, 12 de noviembre (ANF).- El Premio Nacional de Periodismo 2016, Juan Carlos Salazar, vertió palabras evidentes sobre el acontecer nacional y mundial que hoy se enmarca en la era de la posverdad, vocablo que en términos sencillos se refiere a “cuando las mentiras se venden como verdades”.Salazar, de amplia trayectoria periodística en varios países de Latinoamérica y Europa, identifica que los gobiernos populistas son los que más recurren a este tipo de acciones, pasando por el presidente más poderoso del mundo, Donald Trump, hasta ubicarnos en Bolivia con diferentes autoridades de gobierno.La posverdad se trata de “una mentira renovada gracias a una neolengua políticamente correcta, profundamente falaz y de una gran simpleza y eficacia”.El periodista remarca que la posverdad está directamente relacionada con el populismo. Ambos se han aliado incondicionalmente, como el hambre con las ganas de comer. Y este fenómeno tiene mucho que ver con la esencia del periodismo, que es la búsqueda de la verdad y el escrutinio del poder, asegura.Acudiendo a su vasta experiencia, indica que los líderes populistas se han puesto a demoler las instituciones y el sistema democrático. Lo hacen invocando esa misma democracia que les ha permitido ganar el poder, mientras sus seguidores propagan sus seudoverdades sin pudor ni cuestionamiento alguno. “¿Y cómo lo hacen?  Estableciendo una comunicación directa con los ciudadanos, sin filtros, a golpe de tuits, y sin la fiscalización ni el cotejo de la información que proporcionan y de las políticas que prometen.Refiere que Carlos Mesa resumió muy bien la situación de la prensa en el momento actual en el país cuando dijo que “el Gobierno está detrás de la demolición de los medios que considera de la oposición”. Mesa subrayó que la acusación del Gobierno en contra Página Siete y otros medios independientes, como la Agencia de Noticias Fides y Erbol, de haber conformado un “cártel de la mentira”, forma parte de esa “estrategia de demolición”.Pero no fue el único en llamar la atención sobre tales riesgos. Tras una visita a La Paz, el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza Robatto, advirtió que en «una democracia no se puede perseguir, hostigar o estigmatizar al periodista por el hecho de informar sobre temas que son de real interés público”.Lanza Robatto dijo que poner etiquetas a la prensa, como la del “cártel de la mentira”, no favorece a «un clima de tolerancia, de respeto a las ideas y al trabajo periodístico”, y expone a los periodistas estigmatizados “a un riesgo grave, a un acto de violencia”.En respuesta, el presidente Evo Morales acusó al visitante de haberse plegado al “cártel de la mentira”.En el ámbito internacional, los principales diarios de Estados Unidos, como el New York Times, el Washington Post y Los Angeles Times, agrega Salazar, calificaron a Trump como “un político de la posverdad”, y a partir de su elección dedicaron gran parte de su cobertura a verificar los contenidos de los discursos del nuevo presidente.Según un estudio del Washington Post, Trump dijo más de 1.000 mentiras en sus primeros 240 días de mandato. Todo un récord, incluso para los políticos.Salazar cita como un referente de la posverdad al caso Zapata y hace el recuento para demostrar cómo funciona en el país. El periodista Carlos Valverde aseguró el 3 de febrero del año pasado que Evo Morales tuvo una relación con Gabriela Zapata de la que nació un hijo. Valverde mostró el certificado de nacimiento. Al día siguiente,  el entonces ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, admitió la relación. “Fue efectivamente pareja del presidente el año 2007”, dijo, aunque se abstuvo de confirmar la existencia del niño.Dos días después de la revelación, el 5 de febrero, el propio presidente Morales confirmó la información que divulgó Valverde. Dijo textualmente: “A Gabriela Zapata Montaño la conocí en 2005. Era mi pareja. En 2007 tuvimos un bebé y lamentablemente, nuestra mala suerte, ha fallecido. Tuvimos problemas y a partir de ese momento nos distanciamos”.Obviamente, recuerda Salazar, la admisión del Presidente tuvo una amplia repercusión y dio lugar a la cobertura periodística que se conoce.Pero el Presidente dio una nueva versión 11 meses después, el 14 de noviembre del año pasado, en una entrevista concedida al diario mexicano La Jornada:“El movimiento social planteó este tema del referendo (para la reelección). Y la derecha lo enfrentó en base de mentira, de codicia. Inventó una mujer y un niño, y dijo que era hijo de Evo. Es más, dijo que el niño había muerto. Todo era mentira. Y ahora que se investigó resulta que ni siquiera había habido niño. Pero ya quedó la calumnia. La prensa se comportó como un cártel de mentiras. El tema estaba bien organizado. Lo planificaron con anticipación. Cuando no pueden tumbar ideológicamente ni democráticamente usan a la familia y hasta un niño inexistente. A mí realmente me ha sorprendido”, dijo Morales al diario mexicano.Pero la pregunta es, formula Salazar: ¿no fue el propio Presidente el primero en confirmar que había tenido una relación con la señorita Zapata, que tuvo un hijo con ella y que éste murió posteriormente? Por lo tanto si hubo un invento, no fue precisamente de la prensa. ¿Qué culpa tiene la prensa de que el Presidente no sepa con quién mantiene relaciones, si tiene o no tiene hijos y si los tiene dónde están?, cuestiona.Salazar asegura que esta es una posverdad y sobre esta posverdad, la supuesta mentira que Evo Morales atribuye a los medios independientes, el gobierno se sacó de la manga la patraña del “cartel de la mentira”, y sobre esta posverdad construyó la campaña para desconocer el resultado del referéndum del 21 F.Y Evo Morales –que el 5 de febrero dijo una cosa y el 14 de noviembre todo lo contrario- nunca dio una explicación sobre esta flagrante contradicción. No dijo que se había equivocado o que la señorita Zapata le había engañado. Y, por supuesto, tampoco pidió disculpas a la prensa por haberle atribuido una mentira que no era de sus responsabilidad, reflexiona Salazar.Entonces, remarca, no estamos hablando de una moda cualquiera, sino de toda una tendencia. Como dijo alguien, la posverdad es la “marca blanca” de la mentira, un simple disfraz de la mentira y combatir y desenmascarar sus mecanismos es un desafío que debería implicar no solo a los medios y a los periodistas, sino a todas las esferas de la sociedad, porque la posverdad no es una alternativa de la verdad, sino la negación misma de la verdad.