El Dakar y una película nazi


José Luis Bolívar Aparicio (*)

Se dice que la mentira tiene patas cortas, pero hay algunas que por azares del destino o porque quien la dice y la sostiene es lo suficientemente hábil, estas tienen las piernas largas y llegan incluso a convertirse en realidad.

Para muchos, la mentira no es simplemente decir lo contrario a la verdad, sino que es el arte de inventar la realidad que se quiere vivir haciendo de ella una profesión y una forma de vida.



A lo largo de la historia, mentirosos célebres hubieron muchos, pero entre todos destacó un maestro, un genio, un gurú de la mentira, un hombre cuyo manejo de la realidad y la ficción llevó a todo un país al desastre, error que les costó luego décadas para poder levantarse de la cenizas y los escombros en que quedaron.

Joseph Goebbels, fue el Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, ideólogo de la teoría de la mentira, que proclamaba sobre todo la facilidad con la que se puede manipular la mente humana, siempre y cuando la puedas mantener al interior de un grupo social. Decía que el hombre individualmente es capaz de pensar, reflexionar y darse cuenta de la realidad, pero que dentro de una masa amorfa social, piensa y siente como quieres que lo haga.

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Una de sus más célebres citas dictaba: “No hay necesidad de dialogar con las masas, los eslóganes son mucho más efectivos. Actúan en las personas como lo hace el alcohol. La muchedumbre no reacciona como lo haría el hombre, sino como una mujer, sentimental en vez de inteligente. La propaganda es un arte, difícil pero noble, que requiere de la genialidad para llevarla a cabo. Los propagandistas más exitosos de la historia han sido Cristo, Mahoma y Buda”.

El Führer le encargó destacar la pureza y supremacía de la raza aria y que su imagen tenga dimensiones mesiánicas de divinidad, además de justificar los motivos de la guerra.

Su mejor logro fue seguir a pie juntillas el guión de “Mein Kamf”, culpando a los judíos de todas las desgracias que le sucedieron a Alemania desde antes de la Primera Guerra Mundial, asignarles la causa de su derrota y la responsabilidad total por la crisis política y económica que vivieron durante la post guerra y también esconder a como dé lugar las consecuencias de la solución final, medida ideada por Reinhard Heydrich, que estaba destinada al exterminio total de los semitas y de otras minorías consideradas un estorbo por los nazis.

El pueblo judío en Europa sufrió inmediatamente las consecuencias de tan dura propaganda y su tragedia ante los ojos del mundo se vio en ese momento casi ignorada por el gran trabajo de Goebbels.El genocidio al principio era tan sólo un rumor, pero posteriormente empezó a cobrar cuerpo como una noticia macabra, situación que ponía en una muy mala posición a Hitler frente al mundo.Para evitar que la sangre llegue al río, el Führer acudió a su mejor lugarteniente encargándole tomar medidas y hacer algo que revierta tan horribles rumores.El mitómano más grande de la historia tenía entre muchas de sus habilidades la de ser un gran productor de cine y a su influencia la maquinaria filmográfica alemana produjo monumentales películas cuya finalidad principal era la de insuflar el nacionalismo del pueblo teutón.

Y esa sería una vez más su mejor herramienta. Para su fin utilizó un campo de concentración llamado Theresienstadt, una fortaleza construida en el Siglo XVIII en los territorios de la ocupada Checoslovaquia y que servía como una etapa intermedia para los prisioneros que finalmente eran enviados a Auschwitz.

La única diferencia que tenía con los otros campos de exterminio, era que en éste no había cámaras de gas, pero las otras iniquidades eran cometidas con la misma o más brutalidad.

La propaganda nazi la presentó como un lugar de retiro y vacaciones para que los judíos se preparen antes de su largo viaje hacia Palestina. Con ese antecedente, Goebbels hizo que montasen en el lugar una ciudadela, se planten jardines y huertos, hizo pintar de colores las barracas e instaló letreros de restaurant, panadería, almacén, escuela, biblioteca, puesto médico, auditorio y hasta teatro.

“Hitler le regala una ciudad a los judíos”, es una película (la puede ver en Youtube) en la que durante 20 minutos aproximadamente se puede observar al ritmo melodioso del Requiem de Verdi, a unos mil judíos de todas las edades viviendo en un paraíso que muchos alemanes hubieran querido para sí, tomando en cuenta la cantidad enorme de restricciones que tenían debido a los ajustes de la guerra.

Gente regando sus plantas y flores, mujeres tejiendo prendas de vestir y charlando entre ellas, hombres y mujeres practicando deporte, niños jugando en los parques y especialmente mucha gente comiendo con deleite la abundante oferta gastronómica que llegaba al lugar, le mostraban al mundo en blanco y negro lo buenos que eran los nazis con sus congéneres y lo afortunado que era ser judío.Al terminar la producción los pobres actores fueron todos enviados a Treblinka y Auschwitz para que no queden testigos y de esa manera cobraron los créditos por tan buena actuación.Cuando los aliados llegaron a Theresienstadt y los otros campos de exterminio, recién la verdad salió a relucir, puesto que ni siquiera una visita de la Cruz Roja en 1944 pudo comprobar lo contrario gracias a manipulaciones como las del filme, que posteriormente fueron parte de las pruebas de cargo en los juicios de Núremberg.Bolivia se encuentra atravesando días realmente complicados, un paro de 50 días de los médicos que parecía llegar a su fin pero que no termina de desactivarse, una sociedad en gran parte convencida de que el nuevo Código Penal tiene más problemas que soluciones para la deplorable justicia nacional y una enorme cantidad de agrupaciones sociales movilizadas en defensa de la democracia exigiendo que se respeten los resultados del 21 F, son minimizados y vilipendiados por un gobierno cuyo máximo afán al momento es hacer del Dakar la mejor oportunidad para mostrar un país que no existe.Al mundo entero saldrán imágenes dignas de un film de Goebbels, con banderitas por doquier, gente entusiasmada, niños sonriendo de oreja a oreja, y cientos de danzarines que bailan al ritmo de las bandas carnavaleras que muestren a todos, nuestro rico y vasto folklore y que no podemos ser más felices de lo que ya somos gracias al benévolo líder que nos trae año tras año el circo hasta la misma puerta de casa.Habrá que ver quien le compra a nuestra ministra de propaganda semejante falacia, puesto que la realidad ya está saliendo fuera de nuestras fronteras, y cuando todo el circo llegue a su último número, algunos de los payasos y malabaristas van a salir corriendo del país más rápido que los competidores del mentado rally.Ser víctima de una mentira es algo que le puede pasar a cualquiera, y por lo general depende de cuan bueno sea el mentiroso o cuan ingenua sea la víctima, pero lo que es idiota de verdad, es querer mentirse a uno mismo y repetir la misma farsa con indiscriminada vehemencia con la esperanza de que tarde o temprano se vuelva realidad.(*) Es paceño, stronguista y liberal