‘El asesinato de Gianni Versace’ es ya una de las grandes series del año. Y estas son las razones


La segunda entrega de la antología ‘American Crime Story’ llegó anoche a la televisión española con la emisión de los tres primeros capítulos de la serie.

Édgar Ramírez y Penélope Cruz en

En menos de ocho minutos, con el Adagio de Albinoni en Sol menor como hilo conductor, el prólogo del primer episodio de El asesinato de Gianni Versace nos cuenta literalmente lo que señala su título: cómo Gianni Versace fue asesinado la mañana del 15 de julio de 1997, por si algún incauto –o alguien demasiado joven, que casi viene a ser lo mismo– no lo recuerda. Dirigido prodigiosamente por Ryan Murphy, que ya nos tiene acostumbrados a su talento también como realizador (no hay más que recordar aquel montaje que se marcó en la secuencia clave del capítulo de los Oscar de 1963 en Feud), la pieza comienza con unas nubes, pintadas en el techo de la habitación del diseñador y termina con él recibiendo los dos disparos que le quitaron la vida a la puerta de su casa, de la que había salido para comprar, entre otras revistas, Vanity Fair (cuya portada protagonizaba su amiga Diana de Gales).Sin embargo, este arranque grandilocuente y efectivo no es la secuencia clave del primer episodio de la serie. Es solo –como si fuera poco– una magnífica puesta a punto. Para llegar a ella tenemos que esperar al tercer acto. Antonio D’Amico, pareja del diseñador durante sus últimos 15 años, interpretado aquí por Ricky Martin, se enfrenta a las preguntas del FBI. Con un polo de tenis manchado con la sangre de su novio muerto, entra en detalles frente al agente:–¿Usted dice que eran compañeros?–Su compañero, su pareja, lo amaba.–Aunque usted… ¿traía a casa a otros hombres? ¿Para él? Usted… ¿practicaba sexo con ellos también? ¿Con él allí?–A veces.–¿A veces él no se unía?–No, no siempre. A veces… era lo que él quería.–¿Esos otros hombres también se consideraban a sí mismos compañeros de Versace?–No. Claro que no…–¿Ve por qué estoy confundido? ¿Cuál es la diferencia?–Quince años. He vivido con Gianni durante quince años, esa es la diferencia.–Vale, esa es una buena duración.En su primera temporada, American Crime Story ya demostró sus intenciones: partir de un hecho concreto y conocido por todos (en ese caso el juicio a O.J. Simpson) y elevarlo a la categoría de retrato sociológico de ese tiempo y ese lugar. Cumplió con un resultado extraordinario. Donde cualquiera veía los peligros de una deriva totalmente camp en una historia en la que aparecían las mismísimas Kardashian, El pueblo contra O.J. Simpson cubrió su cuota de cultura pop, pero dejó claro desde el principio que iba mucho más que de eso.Ahora, con El asesinato de Gianni Versace, se repite la fórmula que ejemplifican esas dos partes del capítulo mencionadas más arriba: el regalito para el amante del camp (Miami Beach y todo despliegue de vulgaridad, la música, ese The Man Who Would Be Vogue que lee Andrew Cunanan y que da título al primer episodio de la serie, esa fan a la que Versace le niega un autógrafo y que luego corre a mojar con su sangre la hoja de una revista de moda en la que figura un anuncio de la marca) y la carga de profundidad.Si O.J. Simpson se centraba en las consecuencias del racismo de ida y vuelta, El asesinato de Gianni Versace se convierte en un tratado sobre algunos de los retos a los que se tuvieron que enfrentar muchos hombres homosexuales en la década de los 90. Es por eso que el segundo capítulo comienza con Gianni (Édgar Ramírez), de incógnito, acudiendo al hospital junto a Antonio D’Amico para recibir información médica sobre su VIH (algo que la familia siempre ha negado). Por eso vemos cómo enfrentarse al luto por la pérdida del ser amado tenía un extra de dificultad cuando tu relación permanecía todavía en cierta penumbra, en una época en la que las puertas de los armarios empezaban solo a entornarse. Y por eso vemos la cara B de todo esto en Andrew Cunanan (interpretado por un extraordinario Darren Criss, en el que sin duda es su mejor papel hasta la fecha): un asesino que se aprovecha de estas circunstancias, para lo cual no hay más que ver el tercer capítulo de la serie, que cuenta cómo Cunanan asesinó al empresario, filántropo (y homosexual armarizado) Lee Miglin tras acudir a su casa a prestar sus servicios como chapero. Esas idas y esas vueltas: el sexo como liberación y como condena, el talento creador como liberación y como condena, la voracidad tanto como liberación como condena, la aceptación de uno mismo como liberación y como condena, la intimidad como liberación y como condena.El espectador que acuda a El asesinato de Gianni Versace como una obra documental ha llegado al lugar equivocado. La familia Versace y Antonio D’Amico han corrido a defender el honor del diseñador (incluso desde antes de su estreno), señalando que la serie no se corresponde con lo que ocurrió. Donatella, por ejemplo, siempre ha negado que su hermano fuera seropositivo. Tras su estreno en Estados Unidos, además, pudimos leer en la cuenta de Instagram de Giancarlo Giametti: “Bienvenidos a la serie más horrible, aburrida y descuidada de la televisión, menuda basura amateur” (le delata que la tache de aburrida, precisamente porque aburrida no es).No se trata de ir dilucidando qué partes del libro Vulgar Favors, de Maureen Orth, que es la guía argumental de la serie, se corresponden con la realidad, primero porpque es una tarea imposible, y segundo porque es inútil, sino de disfrutar de La Verdad de un relato y no de la verdad de la historia real en la que se basa.En este sentido, además, de la interpretación de Darren Criss, hay que destacar el trabajo de Penélope Cruz (verla doblada es un crimen contra su talento). Cómo roba las secuencias en las que aparece, la dignidad con la que asume el retrato de la Salieri de la familia, y la capacidad que tiene para convertirse en emblema de la serie aunando de nuevo el espíritu del producto: bordeando esa línea del trash para contar, como bien podría decir cualquiera que se siente en el sofá de Sálvame, Su Verdad.La mezcla de actores del universo propio de Murphy con magnas incorporaciones se ve también en la aparición de Max Greenfield y la estelar intervención (¿Nominación ya al Emmy como actriz invitada?) de Judy Light en el tercer episodio, en uno de esos tour de force a los que Murphy nos tiene acostumbrados.La decisión de Antena 3 de arriesgarse a emitir en abierto y en horario de primetime una serie que en Estados Unidos se emite por cable (Fx) adelantándose a Netflix, donde se podrá ver completa a partir del próximo día 31 es audaz, pero la manera de llevarla a la práctica es sobre todo oportunista. La emisión de tres capítulos cada domingo podría tener cierto sentido narrativo (la serie consta de nueve episodios en total, así podríamos entender que emiten un acto de la temporada cada semana). Sin embargo, los horarios (la emisión acabó anoche cerca de la una de la mañana) y las fechas llevan a pensar que más bien se trata de la manida estrategia, que utilizan todas las cadenas generalistas españolas, que lleva a alargar el primetime para maquillar en el cómputo final las cifras del share del programa, así como para terminar la emisión de la serie justo cuando esta se incorpore al catálogo de Netflix. Sea como fuere, que los árboles de la emisión no nos impidan ver el bosque: El asesinato de Gianni Versace es ya una de las grandes series del año.  Fuente: revistavanityfair.es

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas