Así es la vida cuando eres tremendamente guapa, contada por una de ellas

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La belleza, ese atributo estético tan perseguido por los artistas como fuente de inspiración, solo atisbada por los mejores poetas y delimitada por los más ilustres pintores. Esa mirada sigilosa que se aproxima a la cámara y dice tanto. Un concepto universal que engrandece el mismo arte de vivir, hace temblar y trastoca lo más profundo del alma humana. Pero también ese modelo de negocio que muchas empresas de moda explotan con el único objetivo de sacar el máximo beneficio. Esa dictadura silenciosa basada en el aspecto físico que puede conducir a envidias, egolatrías e incluso marginación o conflictos personales, laborales y sociales.

«La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla», decía Hermann Hesse en una de sus emocionantes novelas. ¿Cómo es la vida de una persona tocada por la belleza? ¿Es fuente de recelo entre sus semejantes? Una modelo de éxito de mediana edad y que prefiere guardar el anonimato relata a ‘The Cut’ en modo confesión cómo es vivir con este preciada cualidad física. ¿Tendrá razón el literato alemán y solo es feliz aquel que la encuentra y no quien la posee?Una de las peores cosas es que el resto de mujeres te desprecian por completo. Me han hecho llorar toda la vida«La gente comenzó a decirme que era hermosa al llegar a la adolescencia», explica. «Era alta y delgada, tenía una gran figura, nunca pesé más de 55 kilos hasta que cumplí los 20″. De cabello castaño oscuro y ojos marrones, asevera que resulta «intimidante» cuando se maquilla, se pone un vestido o tacones altos. Un viejo mito que dice que si eres guapo todo te va a ir bien a nivel profesional parece que queda suficientemente confirmado tras lo que admite: «Mi apariencia me abrió todas las puertas. Trabajé de relaciones públicas y como productora de noticias, escritora, reportera y presentadora de programas de entrevistas. También era actriz de anuncios y de teatro. Nunca tuve una entrevista de trabajo en la que no me dieran el puesto». Además, poseía un «buen título universitario» y considera que todos los empleos se los dieron por encima de otros candidatos gracias a su aspecto físico. 

 «Una de las peores cosas de ser guapa es que otras mujeres te desprecian por completo», argumenta. «Las mujeres me han hecho llorar toda la vida. Cuando intento hacerme amiga de una de ellas, siento que no confían en mí y no quieren que esté cerca de sus maridos». La modelo asegura que también la solían excluir de fiestas sin ninguna explicación. «Es como nacer rico», compara. «Un prejuicio que la gente no quiere sacar a la luz».»A lo largo de mi vida, me he sentido odiada por todas. En mi primer trabajo después de salir de la universidad, mis colegas conspiraron contra mí, pusieron botellas de alcohol en mi escritorio para que pareciera que bebía en el trabajo. Le contaron mentiras a mi jefe para que me despidieran», confiesa. Sin embargo, sus jefes sabían la verdad, no la echaron y la dijeron: «No son más que celos, te odian por tu apariencia física».



La belleza es algo más que una sonrisa radiante. (iStock)
La belleza es algo más que una sonrisa radiante. (iStock)

En cuanto a sus relaciones amorosas, la hermana de su futuro marido arruinó su matrimonio. «Le amenazó con quitarle de la herencia si se casaba conmigo, por lo que no tuvo más remedio que dejarme. Eso rompió mi corazón», relata. Por ello, según afirma, está condenada a la soledad: «Cuando era joven estaba desesperada por tener amigas. Mis mejores amigos eran todo hombres, pero mis novios decían: ‘Eso es porque quieren tener sexo contigo’, por lo que pensaba: ‘Las mujeres me abandonan y desprecian, los hombres solo quieren sexo, ¿quién soy?’. Mi amigo más cercano era gay, no sentía celos y no quería echar un polvo», arguye.No importa cuán hermosa fuiste en tu juventud, cuando envejeces nadie repara en tiLa modelo no se casó hasta que cumplió 35 años con un esposo que califica como «el último hombre decente que se mantuvo junto a mí». Pero pasaron momentos difíciles, ya que él tenía un problema con la bebida, aunque ya está recuperado. «Hubo un tiempo en que lo pasé fatal y pensé en dejarle, pero no tenía ni idea de cómo encontrar a otro», explica. Ahora, con 50 años, afirma que ha dejado de maquillarse y ha ganado peso. Con la edad, todo ha cambiado: «Soy invisible para los hombres o para cualquier persona menor de 40 años. Simplemente han dejado de fijarse en mí, podría ir desnuda por la calle que pasaría inadvertida», afirma. «Aquí está la parte realmente triste. No importa cuán hermosa fuiste en tu juventud, cuando envejeces nadie repara en ti», expresa con tristeza. Sin embargo, confirma que se siente mucho mejor así. «Sufrí muchísimo hasta los 40 años, crié dos hijos, estuve con un marido alcohólico, vi a mis padres enfermar y envejecí», confiesa, pero agrega: «He perdido todo mi valor para el resto del mundo»:

Fuente: elconfidencial.com

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