El «coqueo» se pone de moda en altos círculos de Santa Cruz


Clases medias y altas cruceñas son el público objetivo para empresas que renuevan y modernizan las presentaciones del “bolo”. No falta en los jueves de “frater”.El coqueo -también llamado acullico, pijcheo o boleo-   se pone de moda en Santa Cruz.  Clases medias y altas  -desde jóvenes estudiantes  hasta oficinistas y miembros de fraternidades-   son el público objetivo para empresas que renuevan y modernizan las  presentaciones del “bolo”.Es jueves cerca de las seis de la tarde. Carlos revisa el celular. Acaba de llegarle un mensaje en el grupo de WhatsApp de su “frater”. Es un meme. Una trivialidad que lo hace sonreír unos segundos pero que le recuerda la buena nueva de que es jueves. Está a punto de salir del trabajo e irá a casa a cumplir con la rutina de ese día: descambiarse, cambiarse, salir.

Los sabores    y presentaciones del “bolo moderno”.

“Ya todos sabemos a quién le toca llevar”,  dice y alude a la logística interna de su fraternidad. Le pregunto si todos coquean y me dice que no todos, pero casi. “Se ha popularizado bastante. Digamos que de los 15 que somos, por lo menos 10 boleamos. Cuando incluye trago aumenta todavía el nivel”, explica.

Asegura que la bebida y el coqueo tienen la virtud de espantar el pudor. “Te sacas la camisa y ya estás en otro tema de charla, empezás a hablar del camba, de la política, de las mujeres, etc. Muta el personaje de los que no bolean en otro momento”.Complicidad de “frater”Carlos es un “niño bien”. O lo que se entiende en la sociedad cruceña como un joven de clase media-alta que integra a una comparsa, va a la universidad y es simpático. Tiene 24 y ya ha cumplido su rol cívico movilizándose en las protestas contra la repostulación presidencial.“Llueve, truene, se caiga el cielo… nos juntamos los jueves. Boleamos con trago o sin él. A veces con Coca-Cola, otras con tereré y hasta con agua. Puede faltar todo menos el bolo”,  cuenta Carlos y agrega anticipándose a las preguntas: “Sí, ya se comió a todas las clases. Tengo amigos que se bajan de su Porsche y se arman un bolo como si nada”.



Las bolsitas  listas para el acullico.

Carlos sabe que la práctica cobra popularidad pero que aún no derriba pudores. Es más bien como un secreto masculino en el interior de las “fraters”. No se hace cuando hay chicas.“Con mis amigos estamos ahora comprando una coca que ya no la venden: machucada, con stevia y bico. Pagamos obviamente el doble pero nos dan una bolsita que se pone en el bolsillo y podés salir si querés a un boliche y ahí lo tenés hasta que te toque amanecerte. Obvio, el after tiene que ser puros hombres, si no, dudo que se bolee”, cuenta.Las fraternidades, las comparsas, los “juntes” después de los boliches son algunos de los nuevos escenarios que ha ganado la hoja de coca en Santa Cruz. Se suman, claro, los  sectores tradicionales del acullico como campesinos, transportistas, migrantes de tierras altas,   entre otros.“Yo no tengo nada en contra de que  el bolo esté tomando terreno. Estoy en un par de grupos que son cívicos y muchas veces se ha tomado el tema entre chiste y chiste. Algunos pocos dicen que el camba no tiene que bolear, pero el camba tampoco tendría que tomar Coca-Cola ni comer Burger King, por el hecho de no meter cosas de otra cultura. ¿No ve? Por eso yo no tengo nada en contra”, dice Carlos.Licencia para coquear“Tengo ganas de hacer un bolito, ¿quién me acompaña a pescar?”, dice el mensaje que le acaba de llegar a Reynaldo. Sonríe y me explica que esa ya es una frase propia de la jerga de su círculo de pescadores aficionados.Reynaldo ha sobrepasado los 40 años. Es profesional, tiene una familia estable y vive en un condominio cerrado de la ciudad de Santa Cruz.

Uno de los afiches  promocionales de la  empresa cruceña SuperVerde.

“Para mí bolear es una actividad social -dice-. No existe la posibilidad de que yo me compre coca y coquee en mi casa de manera aislada. Pero cuando voy a pescar socialmente, hago mi bolo. No me antojo, no lo necesito, pero cuando se da la oportunidad, lo hago”.

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Reynaldo  cuenta que para la actividad pesquera, el uso de la coca es un ingrediente indispensable. “Hay quienes pescan sin coca, son pocos pero seguro que los hay. Aunque yo no conozco ni siquiera uno”, asegura.Le pregunto si la relación pesca-coca viene por los efectos que te deja la hoja  al quitarte el sueño y el hambre. Me dice que también, pero que sincerándonos, “en vez de que la coca te dé habilidades para pescar, la pesca te da licencia para coquear”.“No sólo para estudiar”“Yo la probé por primera vez en  Beni, cuando fui de pesca. Acá me la volví a encontrar en la universidad, para estudiar”, cuenta Teddy, un joven universitario que integra la gran colonia de inmigrantes  que acoge Santa Cruz en sus casas de estudios superiores. “Bueno, la verdad es que ya no es sólo para estudiar”,  confiesa.“También la usamos con mis amigos cuando estamos bebiendo y ya estamos un poco chispeados. Armamos un bolo y podemos seguir  tomando. Quedamos como anestesiados y ya no nos pega el trago”.

Bolo ejecutivo y modernoEs un emprendimiento aún en pañales. Aunque la idea cuenta ya un lustro  desde su concepción, recién en enero de este año salió el producto oficialmente al mercado. Es un empaque colorido, pulcro y muy práctico. Se trata del “bolo ejecutivo”, de la empresa cruceña SuperVerde.“Es un producto estético. Cuando lo consumes no se nota, no ensucia, no huele. Es práctico, lo metes a tu bolsillo o a tu cartera. Puede ser tu aliado en días largos de mucho trabajo. SuperVerde es ideal si buscas los beneficios de la coca como relajante o para bajar de peso, entre otros muchos atributos”, explica Marlene Argote, gerente de la empresa.Las líneas corporativas son dos: “coca stevia” y el “bolo moderno”. Dentro de estas dos, se desprenden sabores como canela, café, chocolate, frutilla y uva. La diferencia entre el “coca stevia” y el “bolo moderno” radica en que el segundo tiene incorporado además el bicarbonato de sodio, o como popularmente se conoce, el “bico”.SuperVerde apunta a un público de clase media que puede estar con un bolo de coca discretísimo en la boca, mientras desarrolla una reunión en la oficina sin levantar sospechas. El producto atrajo inicialmente a varones sub  40 pero el rango etario se ha ido ensanchando.“Primero venían varones de entre los 35 y 40 años. Ahora los que vienen cada vez son más jóvenes, esto gracias a las redes sociales que nos ayudan a que se conozca SuperVerde”, cuenta la gerente.¿Hay cierta timidez en el consumidor clase media alta?, pregunto.  Marlene   responde afirmativamente.“Es todavía como que se esconden para coquear pero la verdad es que cada vez más estamos derribando esa barrera. Ojalá que se destruyera completamente, ya que la coca es sagrada y milagrosa, con tantos beneficios que aporta. Además de ser una riqueza ancestral”, asegura.Mientras conversa,  tiene un bolo moderno sabor chocolate en la boca. Si no  lo cuenta, nadie  lo nota. La imperceptibilidad del producto comprobada.Polleras más cortasSe viene dando hace un montón de años. En las trancas de salidas de algunas ciudades/pueblos, las siluetas de jóvenes mujeres de pollera son las que se dibujan cuando alguien quiere comprar  coca antes de emprender carretera. Polleras más cortas de lo habitual, más vistosas.Esa lógica se está trasladando a los mercados cruceños o a los puntos estratégicos de venta de la hoja en el oriente. Claro, con un público potencialmente masculino, se está buscando usar la objetivación femenina tan explotada en el medio. Ya no es la pollera necesariamente, ahora aparece la minifalda.Ante el incremento de la demanda, la creatividad de la competencia aflora.Coca deliveryTampoco es que todos los señores “boleadores” de corbata  vayan a la tienda a proveerse del insumo de color verde. No, para eso ya existe la figura de un intermediario. No requiere mucha especialidad y en realidad puede cambiar de una semana a otra, pero bueno, mejor si es el mismo, por confianza. Es por lo general, un taxista. Una especie de “dealer” que se encarga de llevar la coca a las “fraters”.Un par de llamadas, se le paga a la entrega, propina. Sin más, sin menos.Y crece…Los números han cambiado. Ahora también la clase media incrementada y la clase media alta sostenida. Los lugares han cambiado.  Ahora también la pesca aficionada, las comparsas y las fraters de los jueves. Las caras han cambiado. Ahora también el joven estudiante y el oficinista de corbata. Las cosas han cambiado y aunque ocurran detrás de la puerta, el coqueo está de moda. Fuente: paginasiete.bo


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