Aunque hacen el mismo trabajo, ellos reciben Bs 100 por jornal y ellas, 62. Mujeres albañiles, pintoras o electricistas afrontan cada día acoso laboral y sexual.
Mujeres constructoras ganan 38% menos que los hombres
Las mujeres albañiles, electricistas y pintoras ganan 38% menos que los hombres por el mismo trabajo. Es decir que por cada 100 bolivianos de remuneración para él, ella obtendrá sólo 62, según un estudio de la OIT. La Asociación de Mujeres Constructoras (Asomuc) presenta un inédito anteproyecto de ley que busca garantizar trato igualitario y remuneración justa en el rubro.“Estamos presentando el anteproyecto Igualdad de oportunidades, trato y remuneración igualitaria. Reafirmamos un informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que establece que hay un 38% de brecha salarial pese a que hacemos el mismo trabajo”, dice la secretaria general de Asomuc, María Antonieta Cruz Mayta.Según datos del censo 2012 y la Encuesta Nacional de Hogares del INE, en Bolivia hay alrededor de 471 mil personas que trabajan en el rubro de la construcción. De ese total, 21.195 son mujeres.La mayoría de estos trabajadores carecen de cobertura de seguridad social y laboral debido a las condiciones de informalidad de sus contratos. Según Cruz, en el caso de las mujeres, a estas falencias se suman la falta de oportunidades, la discriminación, la desigualdad en el trato, el acoso laboral y hasta el acoso sexual.“Eso no más te voy a pagar”Madeleine Soria trabaja como albañil desde hace más de 20 años. Como casi todas sus compañeras empezó por necesidad, pues es madre soltera de un joven que ya está en la universidad. Al principio empedraba calles en el programa estatal PLANE.“En el PLANE todo era por igual, pero al entrar a las construcciones privadas me encontré con que el trato era diferente. Me encargaban tareas de limpieza o de traslado de ladrillos y mezcla. Y el pago era menor que el de mis compañeros”, relata.¿Por qué aceptar menos remuneración? Soria señala que la necesidad es uno de los motivos. Muchas de las mujeres del rubro son jefas de familia, tienen hijos, para quienes deben garantizar comida y educación.“Al contratarte te dicen que si no estás de acuerdo con el sueldo hay varias otras que están esperando. Necesitas el trabajo y no te queda de otra que aceptar. Y más cuando no sabes recibir un pago justo, es tu derecho. Piensas que así siempre debe ser”, explica.
La especialización y capacitación son sus fortalezas.Freddy Barragán / Página SieteMaestros, sólo ellosEn el trabajo de la construcción hay cuatro rangos: peón, ayudante, contramaestro y maestro. Este último es el más alto y a él llegan quienes pasaron por los otros puestos y demostraron habilidad. Ese cargo siempre lo ocupa un varón y no por falta de mujeres idóneas. Ellas, como todos los albañiles, dominan desde la puesta de cimientos hasta la obra fina.“Entre nuestras compañeras hay maestras que tienen hasta 50 obreros bajo su mando, pero en cuanto enseñaban cómo hacer el trabajo a los varones ellos eran ascendidos. Si eres mujer, no toman en cuenta ni tu habilidad ni tu experiencia”, expone Cruz.Jacky es especialista en electricidad y se actualiza constantemente para ser competitiva. “Es difícil ingresar a las construcciones grandes. Los compañeros te ven y dicen ‘qué vas a poder’. Si te aceptan es para tareas de peón o ayudante, no te dejan demostrar tu capacidad. ‘Vos mejor limpia’ te ordenan”, cuenta.Su incursión en la construcción es reciente, pero tiene claro que las cosas deben cambiar. “Tengo dos hijas y a ellas les enseño que no por ser mujeres deben dedicarse solo a ciertas tareas. Podemos hacer muchas cosas, podemos romper barreras”.“Carne fresca”Lidia Romero lleva ocho años en el rubro. Se considera una relocalizada del mercado Lanza. Allí tenía un puesto, pero en el nuevo edificio ya no hubo venta y ella tuvo que buscar sustento para su familia. La construcción estaba entonces en auge.“Hay varias vulneraciones a nuestros derechos como mujeres, el acoso es uno de ellos. Cuando entras a la construcción los compañeros dicen ‘llegó carne fresca’. A veces al pasar te tocan y solo dicen ‘ay, habías sido mujer’”, manifiesta.Lidia fue testigo varias veces que el empleador de obra condicionaba el pago de las mujeres a que vayan a “compartir” (beber) con los otros obreros. Vio que muchas fueron despedidas por no aceptar esas condiciones.En las obras no hay baños diferenciados y ellas se ven obligadas a cambiarse el overol delante de sus compañeros. “Estamos impulsando esta ley, para luchar por nuestros derechos”, reafirma.Página Siete / Leny Chuquimia / La Paz
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