Medellín siempre fue conocida como «la ciudad de la eterna primavera». Su clima tropical y su colorido paisaje dominado por la inmensidad de las montañas la convierten en una ciudad sumamente pintoresca. Pero más allá de su envidiable geografía, resulta aún más interesante interiorizarse en la particular historia reciente que vivió esta ciudad. Una ciudad que supo ser la más violenta del mundo y que durante años perdió ese color «primaveral». La postal de Medellín en los años ochenta y noventa la componían el espeso humo de los carros bomba, sicarios armados, policías muertos y el retrato del principal responsable de ese baño de sangre que acabó con la vida de miles de víctimas: Pablo Emilio Escobar Gaviria.
Pero ni el capo narco más sanguinario de la historia pudo quebrar el orgullo paisa. Desde la muerte del jefe del cártel de Medellín, la ciudad comenzó una verdadera transformación que persiste hasta el día de la fecha. Pocos –para no decir casi nadie- pensaban que en poco más de 20 años se convertiría en la ciudad más innovadora del mundo y que sería un modelo en materia de seguridad, cuando en 1991 tuvo el índice más alto de homicidios registrado en la historia moderna. También su desarrollo económico fue notable, convirtiéndola en uno de los polos más competitivos de América Latina.
En el marco del Medellín Lab, el «laboratorio» de prácticas gubernamentales organizado por la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín (ACI) y el Banco Mundial, y del que participaron delegaciones de diferentes países de África y Asia, Infobae viajó a la capital de Antioquia para vivir de primera mano esa «transformación».
«Las dificultades las supimos convertir en oportunidades. Hay un sentido de pertenencia tan grande que los ciudadanos hacemos respetar nuestra ciudad», aseguró Catalina Restrepo, Directora Ejecutiva de la ACI, durante un encuentro en las oficinas de ese organismo.
El alemán Steffen Janus, uno de los enviados del Banco Mundial, confesó que quedó «impresionado» por ese nivel de «orgullo» y «compromiso» que pudo advertir en cada uno de los paisas.
La principal conclusión que uno se lleva después de los cinco días de viaje, compartiendo distintas experiencias con personas locales y de otros países, es que Medellín hoy ya no es vista ni reconocida por ese oscuro pasado, sino por tres factores fundamentales: urbanismo, seguridad e innovación. Los tres pilares sobre los cuales se refundó esta urbe.
Urbanismo y «acupuntura social»
A fines de los ochenta, principios de los noventa, el narco penetró fuertemente en diferentes comunidades de la ciudad. Sobre todo en aquellas de recursos más bajos, donde los servicios públicos escaseaban y la calidad de vida era muy baja. En su mayoría eran barrios humildes ubicados en las zonas montañosas. Luego, a principios de este siglo, ya con Escobar muerto, fueron los guerrilleros los que se aprovecharon de la frágil situación en materia de seguridad.
Una vez que el jefe del cártel de Medellín fue abatido y los grupos insurgentes diezmados, la principal estrategia que llevó a cabo la alcaldía de la ciudad «fue recuperar los territorios que otros han tomado», explicó Juan Diego Lopera, jefe de planeación urbana de la ACI. Lo que se hizo fue «colonizar territorios en donde el Estado había dejado de estar y lo habían tomado otros. ¿Qué otros? Los grupos delincuenciales que siempre han estado detrás de esas poblaciones que más problemas tienen».
Las autoridades querían que la sociedad, y en especial los niños, volvieran a sus valores anteriores, aquellos que en algún momento se vieraon opacados por el odio y la violencia. Así fue como se dio inicio al sistema de bibliotecas públicas, el cual está conformado por 35 bibliotecas. Ocho de ellas son Parques Biblioteca, que fueron ubicados estratégicamente en lugares que han tenido problemáticas sociales y de seguridad: «Los niños ahora tienen bibliotecas en sus comunas. Antes, andaban jugando a bandidos y policías». Entonces, «creemos que el poder de transformación no ha sido solamente físico, sino también social y cultural».
Asimismo, se impulsaron programas de inversión en educación, que buscan atender a los niños desde los cero años con el objetivo de alcanzar un «mayor desarrollo físico y cognitivo».
Lopera sostiene que en la ciudad se aplicó lo que se llamó «acupuntura social». Es decir, «ubicar soluciones en los lugares con más problemas». Para eso fue fundamental el hecho de que la sociedad dijera «basta», «no quería seguir viviendo con violencia». Las autoridades remarcaron el compromiso que ha asumido la sociedad, que sin duda alguna ha sido parte de la solución del problema.
También hubo una fuerte apuesta en el sistema de transporte público.
El metro prácticamente sigue el curso del río Medellín, que cruza la ciudad de norte a sur. La ciudad, además, se puede jactar de ser la única del país en tener un tranvía. Pero sin dudas, tal vez el mayor logro en términos de inclusión se obtuvo con el metrocable, el cual permitió a las poblaciones de diferentes comunas ubicadas tanto en el Oriente como en el Occidente, en las zonas montañosas, tener acceso a la gran ciudad en apenas unos minutos. Antes, en cambio, debían dirigirse a la zona más céntrica en los transportes públicos del momento, como buses, que tardaban casi hora y media en llegar. Hoy estos teleféricos no solo brindan un paisaje único de la ciudad desde lo más alto, sino que le mejoraron significativamente la vida a miles de personas. Las cuatro líneas de servicio (J, K, H y L), que suman una extensión superior a los 9 kilómetros, permiten que las personas que viven en las colinas estén en la zona céntrica en casi 15 minutos. Años atrás, el viaje en bus (y muchas veces necesitando hacer combinaciones) podía prolongarse durante más de una hora y media. Por último, las ciclorutas terminan de conformar esta amplia red de transporte público.
«El sistema de transporte es eficiente, integrado y sostenible (…) Aspiramos a que Medellín sea la capital de la movilidad eléctrica en 2030″, adelantó Restrepo. Janus, por su parte, destacó el buen «mantenimiento» que tienen las diferentes unidades del transporte público. Y esto tiene que ver con esa «cultura del metro» que tiene la población. ¿Qué es la cultura metro? «Es el principal producto de gestión social, promueve la convivencia ciudadana y el sano relacionamiento de las personas, fundamentado en valores como el respeto, el cuidado y la solidaridad», explicaron desde la ACI.
«En otras ciudades, como en Berlín, es común ver el transporte público pintado con graffitis, ver comida tirada… No les importa. Es un servicio público que ofrece el Estado, y nada más. En Medellín, en cambio, el metro es de la gente», añadió Janus.
También el tranvía fue de vital importancia, ya que le aportó una gran «dinámica» a la ciudad. Sus conductores, por ejemplo, son estudiantes universitarios. De esa manera la alcaldía ofrece una «oportunidad» a esos jóvenes y cumple con su estrategia de «responsabilidad social».
Otro rasgo de urbanismo e inclusión social se puede ver en la Comuna 13,con las famosas escaleras mecánicas. Estas reemplazaron a los casi 350 escalones de concreto que debían subir los vecinos de la zona día a día para llegar hasta el último bloque de asentamientos. «Este novedoso proyecto se constituye como el primer sistema de movilidad urbana de estas características en Colombia, reemplaza 350 escalones en concreto y beneficia directamente a más de 12 mil ciudadanos de ese sector», aseguraron las autoridades locales.
Una lucha incansable contra la violencia y las estructuras criminales
En el año 1991, cuando Medellín llegó a ser la ciudad más violenta del mundo, se registraron 381 homicidios por cada cien mil habitantes. Hoy, en el 2018, se proyecta que el año terminará con 24 homicidios, sobre la misma proporción. Si bien en el medio ese índice fue fluctuando, el bajón fue drástico. No obstante, «todavía es un número alto», se sinceró Andrés Felipe Tobón Villadas, secretario de seguridad de la ciudad.
Al respecto, consideró que «la fragilidad de ese comportamiento es muy alta». «Es una fragilidad muy compleja porque la herencia maldita del narco, de lo que fue el centro logístico de Pablo Escobar en Medellín, consolidó unos grupos delincuenciales, consolidó el crimen organizado. Un crimen contra el que actualmente estamos combatiendo».
Esa «fragilidad» se evidenció en 2009. Un año antes, la tasa de homicidios se ubicó en 40 por cada cien mil habitantes, el índice más bajo desde 1979. Sin embargo, en un año se disparó a 100. Más del doble. ¿Qué pasó? «Extraditaron a una persona en 2008: Don Berna. Tenía pedido de captura del gobierno norteamericano, y se decide su extradición. Consecuencia inmediata: desorden criminal. Esto evidenció algo que estaba callado en Medellín y es que a lo mejor no se había resuelto el tema criminal, sino que lo que había pasado fue que los criminales habían logrado un autocontrol. Pero con la extradición, las tasas se volvieron a disparar. Desde ahí arranca un nuevo modelo de perseguir», apuntó Tobó Villadas.
Sostuvo, además, que una de las prioridades en estos casi tres años de gobierno ha sido «desorganizar» a los criminales. «Es decir, impedimos sus capacidades de organizarse en facciones para poder llegar a ese tipo de enfrentamientos». Desde entonces, se capturaron 120 cabecillas y más de 2.700 integrantes de las estructuras criminales. «La apuesta ha sido muy fuerte», aseguró el secretario.
«Una de las intenciones es mostrar que quien quiera convertirse en una figura importante de esas estructuras caerá muy fácilmente», agregó.
Asimismo, Tobón Villada reveló que el gobierno colombiano está trabajando con su par norteamericano por la posible extradición de algunos de esos cabecillas: «También tienen que pagar lo que han hecho en el extranjero».
«El mensaje siempre es bien claro: Medellín sí ha cambiado, sin duda alguna, logramos una reducción significativa en la tasa de homicidios, pero el tema no está resuelto. Una ciudad solo puede sentirse tranquila el día que logre desterrar a los criminales», sentenció.
Medellín, la ciudad más innovadora del mundo
En 2013 recibió esa distinción al imponerse en el concurso «City of The Year» (Ciudad del año), organizado por el diario The Wall Street Journal y Citigroup. Ese reconocimiento lo consiguió principalmente por su moderno sistema de transporte público, su política medioambiental, y las diferentes políticas de inclusión social, como los parques biblioteca, la enseñanza pública y los centros culturales.
Esto se debe, en gran parte, al «financiamiento sostenido» que mantiene la ciudad. Un aspecto muy destacado por Janus. Pero para conseguir eso, sobre todo en un país que ha tenido graves problemas de corrupción –como gran parte de la región latinoamericana-, en Medellín es vital la articulación que existe entre lo «público, privado, académico y ciudadano».
Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad EAFIT, subrayó que «uno de los temas fundamentales de la transformación de la ciudad ha sido esa capacidad de asociatividad».
«Hacemos parte de muchas organizaciones, de áreas de tecnología (como Tecnova), y hacemos parte de juntas directivas de esas alianzas ‘público-privadas’; hacemos parte del sistema de bibliotecas… Porque entendemos que solo podemos hacer pequeñas cosas, pero colectivamente podemos hacer cosas importantes. Entonces gran parte de lo que podemos hacer hoy depende de nuestras capacidades de relacionarnos. Así contribuimos, pero también así nos alimentamos nosotros», añadió el ex ministro de Cultura colombiano (1999-2000), quien aseguró que la universidad hoy en día se entiende como un «actor determinante para el desarrollo de la región». Pero aclaró: «Estamos en lo público, pero no en lo político (…) Nos interesa el devenir de la colectividad, pero nos abstenemos de participar en la política activa de la ciudad».
A través de diversos centros (económico, Asia-Pacífico, urbano y ambiental, estudios políticos, etc), la EAFIT se encarga de «hacer seguimiento desde una metodología de percepción de cómo percibe la ciudadanía las distintas políticas púbilcas de la ciudad».
Por su parte, uno de los actores más destacados en este ámbito es Empresas Públicas de Medellín (EPM), «el gran orgullo de la ciudad», según Restrepo. El 55% del presupuesto de la ciudad sale de ahí. Cuenta con 12 filiales nacionales y 22 internacionales. A su vez, la directora de la ACI recordó que 6 de las 10 empresas que cotizan en la Bolsa de Colombia tienen sede en Medellín, un claro reflejo del desarrollo que alcanzó el sector empresarial en los últimos años.
Otro de los principales polos de innovación de la ciudad es «Ruta N», el centro de innovación y negocios de Medellín, creado por la alcaldía, UNE y EPM. En su edificio se concentran desde chicas a grandes empresas, y su objetivo primordial es «facilitar la evolución económica de la ciudad hacia negocios intensivos en ciencia, tecnología e innovación, de forma incluyente y sostenible».
Restrepo también destacó la efectiva convivencia entre los diferentes sectores de la sociedad: «El Estado nunca está solo, cuenta con el apoyo del empresariado y el sector académico. Esto genera confianza entre los ciudadanos y las instituciones. Nos vamos alineando de acuerdo a las necesidades».
Esa «continuidad de las instituciones» es, según ella, una de las claves de la transformación de la ciudad.
Para fines de este año, en tanto, la meta en el marco de la estrategia de innovación de la ciudad es que el 2% del PBI de Antioquia se invierta en ciencia, tecnología e innovación.
La ACI explicó que el ecosistema de innovación que tiene el departamento antioqueño es «fuerte y articulado»: «Las entidades trabajan articuladas por una visión común de ciudad y región». Entre las instituciones más destacadas se encuentran Biointropic, Digital America´s, Pipeline Initiative (DAPI), y la Alianza Regional en Tecnologías de la Información y Comunicaciones Aplicadas, entre otras.
En esa línea, las autoridades también depositan muchos esfuerzos en desarrollar el «talento humano».
Este poder de creatividad e innovación le valió a la ciudad varios reconocimientos en los últimos años. Además de haber sido considerada la más innovadora en 2013, en 2014 fue distinguida como la «mejor ciudad para vivir» en América Latina. En 2015 la OEA entregó a Medellín el «Premio Interamericano a la innovación para la Gestión Pública»; y el año pasado, la UNESCO la calificó como «la ciudad de aprendizaje».
«En Medellín tenemos muchos capos: capos de la ciencia, la tecnología, el arte y la música«, aseguró Restrepo.
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Fuente: infobae.com