Nació en Phoenix, Arizona, EEUU, hace casi 53 años, cuando su padre hacía su primer año de especialidad médica en la nación del norte. “Tengo una vida medio peregrina, porque cuando solo había cumplido un mes de nacimiento nos mudamos a Nueva York, donde viví hasta mis tres años. De ahí mi padre fue enrolado al Ejército americano por la guerra de Vietnam y nos fuimos a vivir a Japón en un campamento militar”, narra Jorge Esteban Foianini Gutiérrez, el director de la clínica Foianini, durante un Desayuno con EL DEBER, en la suite del club ejecutivo del hotel Los Tajibos.Su padre solo tenía 28 años y dos hijos, él y su hermana mayor, María Julia, cuando entrenaba en Texas. Su madre, Julia Clotilde Gutiérrez Velasco, nació en la capital cruceña, pero se crio en la estancia de su abuelo cerca de Charagua. Ella estudió en el colegio Santa Ana y conoció a su esposo cuando era voluntaria en el hospital San Juan de Dios. Después de estar en Japón, entre 1968 y 1971, su padre se quedó cuatro años más en el Ejército y tomó la decisión de regresar a Bolivia en 1974 para trabajar en el hospital San Juan de Dios y en la Caja Petrolera.Su hermana María Julia estudió pedagogía en Argentina y empezó a trabajar como profesora de kínder en el colegio Americano. Luego abrió su propio establecimiento Ami y con una sociedad dio pie al restaurante Med.Como su padre tenía el rango de teniente coronel en EEUU, Esteban Foianini Gutiérrez estudió en colegios militares. “Todos mis amigos eran norteamericanos y cuando llegué aquí a los 9 años entendía algo de español. En 1975 me pasaron a cuarto básico del colegio Uboldi. Estuve ahí un año y pasé al colegio Americano. Me gradué de 16 años y fui inmediatamente a la universidad en Estados Unidos. Antes de llegar a la Facultad de Medicina comencé con química y me di cuenta de que no me apasionaba. Mi pasión siempre fue la historia y saqué una licenciatura en la universidad de Georgetown”.Después de terminar su especialidad en EEUU trabajó en un hospital de Los Ángeles en servicios de urgencia y traumas. “Primero trabajé dos años en Virginia en un hospital militar y posteriormente tres años en un hospital de Alemania. En ese tiempo fui a los Balcanes durante el conflicto para atender a soldados y también a civiles lesionados, tanto serbios como albanos. La intención siempre era regresar a Bolivia y lo hice en 2002 para trabajar con mi padre. Profesionalmente fueron los dos mejores años de mi vida con él. La clínica la fundó en 1981, con el nombre de mi abuelo Ángel Foianini. Trabajé en agosto de 2002 y él la dejó en agosto de 2004, por una enfermedad violenta. Le detectamos un cáncer muy avanzado de pulmón”.
Todo enfocado en el pacienteExplica que la visión de su padre con la clínica fue siempre priorizar el trabajo en equipo. “Como grupo médico interactuamos mucho, conversamos y nos apoyamos. Mi padre decía que toda la institución está enfocada en la atención al paciente. Así se creó la primera terapia intensiva privada en Santa Cruz, derivada de la experiencia de él como cirujano en Estados Unidos”.La clínica comenzó donde está ahora la Cainco, con unas 20 camas y unos 50 médicos. Luego pasó a la antigua casa de su madre, que es donde se encuentra ahora. “El salto cuántico ocurre en los últimos 10 años. Metafóricamente, la clínica cambia de ser una especie de pulpería a ser un supermercado.Nosotros la hemos profesionalizado y contratado a personas que están en la parte médica y en la administrativa. Cuando llegué teníamos 32 camas y subimos a 50. Ahora estamos con más de 70 y la clínica puede llegar a tener capacidad para 100 pacientes. Todo Santa Cruz probablemente necesita 10 mil camas, por la forma en que se hacen muchas cosas en hospitales públicos. Para mí, las estadías son muy largas. Los médicos durante años hemos pecado demasiado dándole muchos medicamentos al paciente. Varias clínicas privadas eran casas modificadas. Nosotros contratamos a un arquitecto de EEUU que nos dio parámetros, pero más allá del edificio hay una gran inversión en recursos humanos. Tenemos una dotación muy alta de enfermeras por paciente y una farmacia que trabaja las 24 horas con stock permanente. Hicimos una inversión muy importante en equipamientos, pero mucho en el factor humano. Los médicos que están en recuperación todos son anestesiólogos. Los que trabajen en terapia neonatal son neonatólogos”.En este momento son más de 500 los trabajadores de la clínica y los médicos son profesionales libres, con la excepción del jefe médico, el de terapia o el de emergencia. “No hay una relación laboral entre la clínica y el médico. Entre los 500 están los enfermeros, camilleros, gente de apoyo, de cocina, de administración. Nuestro costo aumentó tremendamente por los cambios salariales. El 50 por ciento de los costos son salarios. Hace 10 años eran un 20 por ciento. El problema es que la gente no está dispuesta a pagar eso y nuestros costos cada vez aumentan. Es difícil invertir en un país como este, pero aquí está mi vida. La medicina tiene que mejorar”.La clínica fue gerentada por su sobrino Pedro Escobar, que se formó en Chile, su madre veía la parte operativa y él, la médica. “Hoy el día a día la maneja la gerencia, con Rodolfo Quiroz, que es un médico argentino, exjefe de infectología del hospital Austral. Él vino con experiencia en administración de empresas y nos interesa que nos ayude en proceso y seguridad del paciente. Tenemos también un gerente operativo. Mi madre, mi hermana María Julia, mi esposa, Sabine, y yo formamos el directorio. Somos una empresa netamente familiar”.
Medicina pasará por los segurosConsidera que ahora su clínica está en una fase de consolidación y de crecimiento. “El futuro de la medicina en Santa Cruz va por los seguros. Menos del 3 por ciento de la población cruceña tiene un seguro privado. Es un problema y la medicina tiene que volverse cada vez más eficiente. Como familia y clínica vemos lo importante que es el crecimiento del prepago y que la gente pueda acceder de forma relativamente económica. Hay que tener una red de salud. Hablamos de la expansión de consultorios para que la gente entre al sistema. Si tomamos todos los seguros, tenemos capacidad para 60 camas. Buscamos que médicos bolivianos bien formados en el extranjero quieran regresar a trabajar con nosotros. Hay que trabajar conjuntamente con los seguros para que la oferta sea más atractiva y que más personas estén aseguradas”.Está casado con Sabine Jessica Hesselbath, hija de un alemán que vino en 1960 a enseñar química en la universidad. “Yo conocí a Sabine cuando vine de vacación. Ella estudió hotelería cuando vivíamos en Hawái. Aquí ve la parte de relaciones personales en la clínica. Tenemos 28 años de casados y mi hijo mayor, Stephan, tiene 26 y está en Boston, donde estudió biología. Trabaja en un laboratorio de Harvard y hará su doctorado”.Su segundo hijo es Nicolás, que estuvo en Alemania y ahora estudiará biología en Estados Unidos. El menor está en la promoción 2019 del colegio Alemán y le interesa la medicina. Cada día desayuna temprano con su esposa, Sabine, se queda en horario continuado en la clínica y su vuelta al hogar es a las 21:30. Sus fines de semana los pasa con sus hijos y amigos en casa.Hace mucha vida de pareja y le gusta pasear en motocicleta. Le gusta el rock argentino, sobre todo Sui Generis, Soda Stereo, León Gieco, además de la música de Pink Floyd, The Beatles, Lynyrd Skynyrd e Eagles. Es hincha de Oriente, de Real Madrid y de Bayern.Es seguidor de la comida japonesa, la tailandesa y aquí le agradan La Suisse, Michelangelo y Angelino. Le apasionan los museos. (www.eldeber.com.bo)Fuente: eldeber.com.bo
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