Las autoridades estadounidenses e italianas lo consideraban miembro de la Cosa Nostra y un embajador en Nueva York de las familias de Sicilia
Franceso Cali, el líder de la familia Gambino que fue asesinado la noche del miércoles en Nueva York, destacó por ser un mafioso que se salvó de ir a la cárcel gracias a su bajo y discreto perfil.
De acuerdo con autoridades estadounidenses, otros miembros de la organización tenían prohibido llamarle por teléfono, pues casi siempre trató de evitar este medio de comunicación en la medida de lo posible. La mayoría de las reuniones las concretó en persona.
El fiscal Joey Lipton dijo que todas sus operaciones las dirigía desde arriba y que casi nunca se ensuciaba las manos. «Era básicamente un fantasma. No se le veía en los clubes sociales o en las peleas de boxeo que eran muy concurridas por otros mafiosos italianos».
De padres sicilianos, de Palermo, Cali nació en Nueva York en 1965 y desde joven estuvo involucrado en la mafia neoyorquina.
Su ascenso en una de las familias que integran la mafia siciliana en Nueva York fue rápido. Según el fiscal Lipton, en menos de 10 años se volvió «capitán» de la organización.
Cali comenzó cuando John D’ Amico, también conocido como «Jackie», era el jefe interino de la familia en 2005.
Su predecesor era John J. Gotti, un antiguo líder que dirigió la empresa hasta finales de los años ochenta, antes de que fuera encarcelado y muriera de cáncer en 2002.
Sin embargo, la evolución rápida de Francesco en el clan Gambino no fue del agrado de todos. En 2008, la policía de EEUU logró interceptar una llamada telefónica que sostuvieron dos miembros de la mafia, y en la que un tal Joey Orlando se quejó de que lo habían ascendido a capitán. «Es un niño de 30 años que todavía no sabe ni limpiarse los mocos», le dijo a su interlocutor.
Los fiscales dijeron que Cali tenía varias conexiones en Italia, en donde era considerado como un hombre de «influencia y poder» por otras figuras del crimen organizado. Se hizo con el control de la organización en 2015.
Varios expertos coinciden en que, a partir del siglo XXI, las mafias italianas pusieron mayor énfasis en la exportación de integrantes nacidos en Europa para que trabajaran en tierras norteamericanas. La razón era una simple cuestión de valores, pues los mafiosos consideraban que los nacidos en EEUU no tenían los mismos principios que caracterizaban a la vieja escuela.
Las autoridades estadounidenses e italianas lo consideraban miembro de la Cosa Nostra y un embajador en Nueva York de las familias de Sicilia.
Sólo una vez fue arrestado por un caso de extorsión que involucró un intento fallido de construir una pista para carreras Nascar en Staten island. Únicamente pasó 16 meses en prisión.
«Como cliente, Frank era inteligente, de buenos modales y discreto. Me siento muy mal por su esposa e hijos, a quienes él amaba mucho«, declaró su abogado Harlan J. Protass.
Una mujer entrevistada por el New York Times, quien aseguró desconocer la verdadera profesión de Cali, lo describió como un buen vecino. «Siempre me saludaba, era un hombre muy amable».
Su asesinato ocurrió en Hilltop Terrace, una zona residencial de alto poder adquisitivo. La autopsia reveló que recibió 16 disparos, y según algunas informaciones, también fue atropellado por la camioneta que conducían sus presuntos asesinos.
El asesinato de Cali es el primero en décadas de un jefe mafioso en Nueva York y el de mayor perfil en la familia Gambino desde que en 1985 John Gotti ordenara matar al entonces líder Paul Castellano para tomar el poder de la organización.
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Fuente: infobae.com