Ciudadanos venezolanos en Santa Cruz (oriente de Bolivia) protagonizaron un hecho insólito: intercambiaron bolívares, de varios cortes, por unos cuantos pesos bolivianos en un micro de la línea 54.El salario mínimo en la Venezuela de Maduro es de 18.000 bolívares (seis dólares). Quienes ganan ese sueldo apenas pueden comprar dos kilos de arroz y dos de harina.
La economía venezolana sufre actualmente por una hiperinflación, similar a la que se vivió en Bolivia en los años 80, que a su vez también dispara los precios de los productos por la situación de emergencia y necesidad que se vive.
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Al tipo de cambio actual, publicado por el Banco Central de Venezuela, 3.299 bolívares equivalen a 1 dólar americano. En moneda nacional, son más o menos, 6 bolivianos con 89 centavos.En Venezuela, el bolívar se hunde sin freno. Desde agosto pasado, cuando el presidente Nicolás Maduro decretó una devaluación de 96%, la moneda ha perdido adicionalmente 98% de su valor y a principios de marzo se cambia a unos 3.000 bolívares por dólar, aunque cada día varía la tasa, según un reporte publicado el 3 de marzo por la agencia de noticias AFP. El Fondo Monetario Internacional calcula que la inflación será de 10.000.000% este año.La periodista de El Nacional, Pableysa Ostos, publicó hace días una lista de precios tras constatar un incremento en productos de la canasta básica. “Los pocos establecimientos qué permanecen abiertos en la ciudad-porque el punto les funciona-,han incrementando sus precios. Ejemplo: el cartón de huevos de 12.000 lo subieron a 15.000 bolívares. El arroz de 3.000 a 5.500; la pasta 7.500”, informó en su cuenta en Twitter.El salario mínimo en Venezuela es de 18.000 bolívares (seis dólares). Quienes ganan ese sueldo apenas pueden comprar dos kilos de arroz y dos de harina. Por ejemplo, un litro de leche cuesta 8.000 bolívares «o tres dólares», lo que equivale a medio salario, según la AFP.Los bolívares distribuidos en Santa Cruz se emitieron a partir del 15 de diciembre de 2016 como parte de un nuevo cono monetario:
EL DEBER / Diego Jaramillo