
La Polaroid de Farrah Fawcett tomada por Andy Warhol sobre la cual el artista creó los polémicos retratos. EMMANUEL DUNAND AFPSu aprecio por esa polaroid coloreada es tal que O’Neal no dudó en ir a juicio por ella, afirmando entonces que jamás lo vendería. «Yo le hablo, le hablo a ella. Es su presencia. Su presencia en mi vida, en la vida de nuestro hijos», afirmó entonces, en 2013. Dicho juicio fue el momento de mayor exposición de la obra. O’Neal y Fawcett mantuvieron una relación intermitente que se prolongó de 1979 a 1997 y, después, de 2001 a 2009. Tras sus rupturas, la actriz sacó a su eterna pareja de su testamento y decidió que su retrato de Warhol fuera a parar a la Universidad de Texas, a la que ella misma asistió en los años sesenta.Con la muerte de Fawcett, en junio de 2009, su deseo se cumplió. Pero, tras la emisión de un programa de O’Neal en su casa de Malibú con su hija Tatum en 2011, los responsables del centro descubrieron que había otro cuadro prácticamente igual en la habitación del actor y lo reclamaron. Entonces arrancó un mediático juicio por el que, finalmente, el actor pudo quedarse con su copia. «No hay duda de que las últimas voluntades de Fawcett nombraban a la Universidad como la única beneficiaria de sus obras de arte y tenemos la responsabilidad de cumplir sus deseos», expresó el centro entonces. Finalmente, cada parte se quedó con una copia.Los 16 millones que O’Neal podría llegar a embolsarse por su venta serían un motivo nada desdeñable para deshacerse del warhol. Sin embargo, parece que el primero y principal es la mala relación del intérprete con sus cuatro retoños, nacidos de tres relaciones distintas: Tatum O’Neal y Griffin O’Neal (hijos de la actriz Joanna Moore), Patrick O’Neal (hijo de Leigh Taylor Young) y Redmond O’Neal (que tuvo con Fawcett en 1985).
Ryan O’Neal (a la derecha), en el entierro de Farrah Fawcett en 2009. GTRESONLINE
La relación de Ryan O’Neal con sus vástagos ha sido, cuanto menos, atípica. Dos son los más mediáticos. Por un lado Tatum, actriz, ganadora de un Oscar con solo 11 años por Luna de papel y exesposa del extenista John McEnroe. Por el otro, Redmond, de 33 años y en la cárcel desde mayo de 2018 por dos intentos de asesinato tras un largo historial de drogas y violencia que le llevaron incluso a vivir en la calle. «Las drogas no han sido el problema sino el trauma psicológico de mi vida entera, mis experiencias vitales son lo que más me han afectado», contó en enero, poco antes de su mediático juicio.
En 2007, el actor tuvo una pelea con su hijo Griffin con armas de por medio por el que fue detenido y tuvo que pagar 50.000 dólares de fianza. El propio Griffin describió a su padre en algunas entrevistas como un «narcisista psicópata». En 2008, fue detenido junto su hijo Redmond (cuando este tenía 23 años) por posesión de drogas.
Entre otras de sus anécdotas, una que él mismo contó: ante 500 personas, en el funeral de Farrah Fawcett (con quien estuvo a punto de casarse al final de sus días, como él contó en televisión cinco días antes de que ella muriera) intentó ligar con su propia hija, Tatum. «Acababa de poner el ataúd en el coche fúnebre y estaba viendo cómo se alejaba cuando se me acercó una hermosa mujer rubia», contó en una entrevista, afirmando que él quería «ser divertido con una sueca desconocida». «Y resultó que era mi hija. ¡Es tan lamentable!», relató. Él mismo se definió a sí mismo como progenitor: «Creo que yo no tendría que haber sido padre, no hay más que echar un vistazo a lo que he conseguido: o están en la cárcel, o deberían estarlo».
Fuente: elpais.com