«Genio» boliviano. Inti será bachiller a los 13 y anhela ser médico y abogado


Historia de un niño brillante. La familia Rojas Saldías no tiene recursos. Una universidad privada le ofreció una beca al hijo mayor.

Inti será bachiller a los 13 y anhela ser médico y abogado

WIÑAY, KOMPA, ADALID E INTI EN LA SALA DE LA CASA DE LA DIRIGENTE VECINAL QUE LOS APOYA.

  Inti Wara Wiñay Rojas Saldías fue precoz desde que nació. Su padre, Adalid, está convencido de que siempre estuvo apurado. Solo estuvo seis meses en el vientre de su madre y ya quiso salir a descubrir el mundo.Pese a que era pequeñito, se desarrolló velozmente en la incubadora y pudo irse más rápido del hospital cruceño en el que vio la luz por primera vez. A los tres meses de vida, Inti no hacía sus necesidades en el pañal y sus padres se preocuparon, pensando que tenía alguna obstrucción intestinal. «Se ponía rojo, pero no hacía nada. Así chiquito mi esposa le quitó el pañal y lo colocó en un bacín. Solo así hizo del cuerpo y, desde entonces, nunca más aceptó que le coloquen el pañal», cuenta orgulloso.Al año de edad, Inti ya hablaba muy bien. Al cumplir dos, le pedía a sus padres que le leyeran cuentos. No se cansaba nunca de escuchar diferentes historias. Sin embargo, sus papás tenían que trabajar e Inti empezó a hojear los cuentos que ya le habían leído. Un día, a los dos años y medio, se acercó a su padre con la Biblia en la mano y le señaló las vocales. Luego leyó: «Biblia de Jerusalén». «Llamé a Ñeca, mi esposa, y le pregunté si le estaba enseñando el abecedario y a leer, y ella me dijo que no. Creí que solo estaba repitiendo frases hechas, pero también leía todos los letreros en las calles y nos dimos cuenta de que había aprendido a leer solo».Adalid Rojas cuenta que la sed de Inti por aprender es insaciable. «Yo lo llevaba a la vitrina de una juguetería en Santa Cruz para que se enamore de un camión bombero hermoso. Yo estaba ahorrando por meses y quería darle una sorpresa. Pero a Inti se le iban los ojos detrás de los libros de cuentos y pedía que se los dieran. Su padre le enseñó a sumar, a restar, a multiplicar y a dividir.Fascinados por la inteligencia de Inti, unos amigos de la familia se ofrecieron a ayudarlo aumentándole un año de edad en su carnet de identidad, para que no perdiera el tiempo y lo recibieran en la escuela.A los cuatro años, Inti ya hacía divisiones y estaba interesado en las raíces cuadradas. “Se aburría en el kinder. Se salía de clases y, cuando el profesor le llamaba la atención, él le decía: ´Ya sé los colores, la letras que le estás enseñando a mis compañeros. Yo ya sé leer. ¿Qué otras cosas me puedes enseñar?». Por ello, el director de un colegio de Santa Cruz lo sometió a exámenes y pudo “saltar” hasta tercero de Primaria.Hace un poco más de seis años, Adalid y su familia decidieron mudarse a Cochabamba. Inti fue inscrito en la unidad educativa fiscal Juana Azurduy, que en el turno de la mañana es la Crisóstomo Carrillo, en la avenida Heroínas esquina Junín. Allí, tras ser evaluado, el niño pudo «saltar» cursos, y hoy, a los 13, ya está en sexto de secundaria y a fin de año se graduará.OPINIÓN pudo entrevistarlo en la casa de Julia Valdivia, una de las dirigentes vecinales de la OTB Belén Tokio, donde vive la familia Rojas Saldías. Tiene 13 años, pero parece menor. Vestido con su uniforme escolar, pantalón de tela azul, zapatos negros bien lustrados y una camisa blanquísima, Inti responde muy formal a toda pregunta.¿Cómo lograste llegar a sexto de secundaria a los 13?, fue la primera interrogante.»En primaria me hicieron saltar cursos, después de tomarme exámenes. No hice prekínder ni kínder porque yo ya sabía sumar, restar, multiplicar y dividir números de dos cifras y ellos estaban empezando. En primero también me aburría. El director me encontró paseando en el patio y le expliqué que ya sabía lo que estaban enseñando. Me tomó un examen y me hizo saltar a segundo, pero pasó lo mismo. Yo ya sabía todas esas materias y le dije al director que estaba perdiendo mi tiempo. Me tomó un nuevo examen, sobre 70 puntos, y saqué 69. Me hizo saltar a tercero y entonces comencé a aprender, de verdad, cosas que no sabía. Fui autodidacta, en casa había muchos libros y los leía para aprender».Ya en Cochabamba, sus profesores le dijeron que podía saltar otros dos cursos, hace dos años, pero esta vez Inti dijo no. «Iba a ser demasiado. Ya me encariñé con mis compañeros, quería estar en la primera promoción del colegio con ellos, y tampoco quiero saltarme etapas importantes».La mayoría de los compañeros de Inti tiene entre 17 y 18 años. Unos pocos tienen 16. Él asegura que ya está acostumbrado a la diferencia de edades. «Jugamos, me conocen, el trato es normal. Es verdad que el desarrollo intelectual es una cosa y el emocional es otro. A los 17 existen otros intereres que a los 13 no, pero siempre he creído que hay que adaptarse a los demás. Hay que aceptar sus ideas y yo también tengo la posibilidad de aprender de ellos todo lo posible. Yo debería estar en segundo de secundaria, y puedo llevarme bien con ellos y con los de sexto».Inti admite que le gustan las cosas que a un chico de 13 le llaman la atención. «Quizás no estoy tan maduro en ese aspecto, pero puedo lidiar con ambos mundos. Me gusta escuchar música, hacer deporte, pero también me encanta leer, pasar tiempo con las personas que quiero. Hoy, los hombres piensan en las chicas desde los 12 años, y eso es natural».En relación a su futuro, Inti confiesa que de momento quiere estudiar dos carreras, Derecho y Medicina. «Gracias a Julia (la dirigente vecinal), la universidad privada Domingo Savio ya me ofreció una beca de estudios completa para la carrera de Derecho. Mi objetivo es salir abogado, ganar dinero y poder solventar mis estudios de Medicina, y ayudar a mis padres que se han sacrificado tanto por mí y por mis hermanos. Y si más adelante puedo seguir otras carreras, estaría feliz. Por el momento, anhelo ser abogado y doctor”, dice.

Los tres hijos de los Rojas Saldías son genios pero les faltan recursos

Cuando el paceño Adalid Rojas y la cruceña Ñeca Saldías se casaron, no imaginaron que Dios los iba a bendecir con tres hijos varones tan inteligentes y aseguran que están muy agradecidos y orgullosos de ellos.La familia vivió en Santa Cruz. Adalid egresó de la carrera de Derecho e hizo cursos para ser Técnico en Computación, pero no pudo hacer su tesis ni titularse porque tuvo que trabajar muy duro para mantener a su familia.Escogieron lo nombres de sus hijos po el significado que tienen y porque creen que los nombres imparten carácter y destino. Inti Wara Wiñay significa “sol, estrella, eterno, brillante, hermoso”.Dos años después de su nacimiento, llegó al mundo un bebé al que nombraron Wiñay Alax Inti que significa “por siempre a la altura del sol”, que hoy tiene 11 años y está en primero de secundaria.El tercer hijo, Kompa Wiñay Marka, nació hace seis años. Su nombre significa “piedra mágica de la ciudad nueva o naciente”, y cursa el segundo de primaria. Los tres son muy inteligentes, pero los últimos dos, aunque tienen la posibilidad de hacerlo, no quieren saltar cursos como su hermano Inti. “Pasar clases con chicos tan grandes es feo, molestan, se burlan”, explica Wiñay Alax.El más pequeño, Kompa, agrega que, si él deja su curso, no podrá ayudar a sus compañeros con las tareas. Los papás no han querido forzarlos y respetan su decisión de continuar sus estudios a su ritmo, aunque saben que son tan brillantes como Inti. Ellos también nacieron con solo seis meses de gestación.“Mi esposa solo se alimentaba de quinua, amaranto, tarhui, frutas y verduras durante sus embarazos. Eso se antojaba. Supongo que eso influyó, pero también la genética. Mi madre, la abuela de ellos, aunque era una mujer del campo que jamás pudo estudiar y no leía ni escribía, con tan solo ver mis libros de matemáticas se daba cuenta de cómo hacer ejercicios complejos y me explicaba cuando yo era estudiante. Si ella hubiera estudiado, sería una genia”, comenta Adalid.Sobre Inti, cuenta que en estos años no ha dejado de ser “una esponjita” que lo absorbe todo. “Siempre está buscando aprender, quiere adelantarse a todo. Es bueno en el fútbol, le encanta el ajedrez, y una vez, un muchacho le dio por primera vez un cubo de rubik. Lo miró por unos segundos por los seis lados y dijo: ‘Esto es puro algoritmo’, y lo armó rapidito”.Entre las anécdotas que todos recuerdan con risas está la de un profesor que era nuevo en el colegio Juana Azurduy. Cuando él vio a Inti entrando al cuarto curso de secundaria, junto a compañeros que le llevaban más de medio metro de estatura, lo frenó y le dijo: “Hijito, ¿dónde vas? Ándate a tu curso, por favor”.Los compañeros se reían y, aunque Inti le dijo que ese era su curso, el profesor lo llevó a la Dirección, pensando que no quería obedecer. Inti añade que al principio fue difícil que sus compañeros se acostumbren a la diferencia de edad y le decían “cabeza”, pero ahora todo está bien. En cambio, Wiñay y Kompa se ganaron el cariño de los amigos de su edad porque los ayudan a hacer trabajos, les explican las materias y juegan sin brechas en la edad.

Padres venden trancapechos para pagar alquiler e internet

Adalid Rojas y Ñeca Saldías están concientes de la capacidad intelectual de sus hijos y se esfuerzan mucho por darles la posibilidad de acceder a las herramientas necesarias para que investiguen y puedan aprender de todo.Sin embargo, los recursos son insuficientes. Ñeca vende trancapechos y Adalid refrescos en el mercado Belén Tokio, al oeste de la ciudad. Los cinco viven a dos cuadras del mercado en dos cuartos alquilados por 900 bolivianos. Además, invierten 160 bolivianos en internet “para quelos chicos puedan investigar”. Adalid cuenta que todo lo que ahorró por años se le fue en una cirugía y terapias, pues, cuando Ñeca sufrió los dolores de parto para dar a luz a su segundo hijo, Wiñay Alax, el niño no se colocó en posición y los médicos lo sacaron de las piernas con fórceps. “Le lastimaron la columna vertebral. Tuvieron que operarlo y estuvo enyesado durante un año y medio. Luego hubo años de costosas terapias, pero quedó muy bien y hoy hace deporte”, dice mientras abraza a sus hijos. Sin embargo, la ayuda llega. “Aparecen ángeles como Julia Valdivia que nos llevó a la universidad y se logró una beca”, dice emocionado. Si otra universidad quiere ofrecer una beca en Medicina, para Inti, u otro tipo de ayuda para esta familia, puede llamar a Adalid Rojas al 63954717.OPINIÓN / Cochabamba / Darynka Sánchez A.