El diplomático representa al Reino Unido en Bolivia, donde aplica la estrategia de la gastrodiplomacia y está empeñado en tres objetivos.
“En el campo, en Escocia, tenemos este tipo de platos para invierno. También tenemos otro plato muy típico que se llama haggis. Es la panza de la oveja que se utiliza como una salchicha, que se rellena con un estofado con diferentes tipos de carne: hígado, corazón, riñón. Es un plato campesino, somos campesinos”, explica mientras da los últimos toques al scottish, antes de meterlo al horno.Está en misión diplomática en Bolivia desde hace seis meses en representación del Reino Unido (Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte) y ya investigó mucho sobre la gastronomía boliviana. Descubrió algunas curiosidades. Por ejemplo, que en el árbol genealógico del chuflay se puede encontrar el gin tonic inglés y en el de la salteña unas empanadas del poblado de Cornualles. ¿Cómo puede ser esto? “Inglaterra construyó ferrocarriles en Bolivia”, responde el diplomático de 40 años que aplica la estrategia de la gastrodiplomacia y al que se puede seguir a través de Instagram, en su cuenta Thegastrodiplomat.
“Los británicos trabajaban en Bolivia y querían el gin tonic, pero no había gin y comenzaron a usar el singani con ginger ale. El nombre original del chuflay fue el shortfly, supuestamente, puede ser un mito urbano”, añade con un claro toque diplomático.“Hay muchas similitudes entre la comida boliviana y la británica”, continúa el “Embajador con faldas”, como él mismo se denomina porque en ocasiones protocolares utiliza el traje típico de su país, cuya prenda más llamativa es el kilt, una falda a cuadros hecha de lana.“Es una forma de representar a mi país de manera que me conecte con la gente de Bolivia. Es un traje tradicional muy simbólico y es fácil de recordar e identificar”, explica. “Creo que no hay otro hombre en La Paz con faldas”, bromea.

Glekin nació en Glasgow, Escocia, pero no pertenece a ningún clan porque sus antepasados llegaron a ese país recién hace cuatro generaciones; sin embargo, tomó el nombre del clan McGregor.Pese a que salió a los 18 años de Glasgow para estudiar en Japón es muy apegado a su familia. “Soy judío, no tan religioso, pero siempre recuerdo la cena tradicional que teníamos todos los viernes, en la noche. Recuerdo las visitas a mis bisabuelos, el juego de golf con mi papá los partidos de fútbol, patinando con mi mamá”, cuenta.

¿Por qué esa experiencia?Porque ellos pueden entrar al mundo adulto, no siempre, pero es bueno que escuchen alguna vez las conversaciones de adultos, sobre política o sobre economía, aunque a veces no lo entiendan. Hoy compartiremos un almuerzo con ustedes (Página Siete), con mi mamá que llegó recién y mis hijos. Sé que a momentos no se portarán muy bien, pero es bueno que estén presentes.¿Su visión de la diplomacia? Cuando comencé con mi carrera probablemente tenía el prototipo de que la diplomacia era la organización de fiestas y otros eventos, pero eso no es así; ahora me interesa el potencial de tener un impacto muy profundo. Como diplomáticos británicos tenemos tres objetivos: la seguridad del país y del mundo, prevenir conflictos entre países y regiones; el tema comercial- económico, aumentar el comercio, lo que crea empleo y prosperidad para ambos países. En el caso de Bolivia, subir las exportaciones, la inversión en infraestructura, en educción y salud; eso tendrá impacto. Estamos trabajando más en temas comerciales que el año pasado, el Gobierno está abierto. El tercer objetivo que tenemos los diplomáticos británicos es asistir a los británicos. Para cumplir con esas tareas y ante el avance de la tecnología tenemos que ser más creativos, innovadores y buscar otras oportunidades con el internet y las redes sociales.

En su caso, ¿cuál es esa innovación en Bolivia y sus objetivos? La gastrodiplomacia, una idea que aprendí de la jefa que tuve en India. Una mujer de 60 años que es muy activa en las redes sociales. Tengo tres objetivos muy fijos: primero, el medioambiente, que tiene que ver con sus bosques y la vida silvestre, hay que protegerlos; segundo, está la educación porque en Bolivia hay mucha demanda de educación internacional; tercero, el tema comercial porque el comercio entre Gran Bretaña y Bolivia es muy bajo y hay oportunidad de subirlo. Bolivia es uno de los países latinoamericanos que más creció en la última década, pero con menor inversión extranjera, y veo que ahí existe la oportunidad de formar alianzas para que ambos países ganen, en temas de infraestructura, minería, corredor bioceánico y el litio, una oportunidad grande que tiene que ver con mi prioridad número uno: el medioambiente. Estamos preparando un evento en septiembre y lanzaremos un proyecto satelital con el BID para medir el nivel del litio. Bolivia quiere más turismo y a través de mis redes sociales estoy tratando de mostrar a los británicos lo que es la comida boliviana, que tiene mucha riqueza, como la quinua o las frutas y verduras que nunca vimos.
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Se acercan las elecciones en Bolivia. Hay incertidumbre, ¿eso afecta las relaciones con el Reino Unido? Yo creo que no importa quién gane, seguiremos trabajando con el Gobierno boliviano, hay mucho que hacer, y eso no cambiará. Tenemos muy buenas relaciones con este gobierno, tenemos proyectos y seguiremos. También nosotros tuvimos un cambio: el Brexit.

Fuente: https://www.paginasiete.bo
