Hasta derretir las suelas, así trabajaron los bomberos en la Chiquitanía boliviana


Incendios forestales en Bolivia

El 17 de agosto, un grupo de 50 bomberos de La Paz partió al municipio de Roboré (Santa Cruz) para sofocar el incendio que persiste hace 44 días en la Chiquitanía y que ya consumió más de un millón de hectáreas.

El grupo de bomberos Antofagasta que retornó de Santa Cruz, luego de ser distinguido.
El grupo de bomberos Antofagasta que retornó de Santa Cruz, luego de ser distinguido. Foto: Luis Gandarillas
  

Ever Poma, de Bomberos Antofagasta (La Paz), tuvo que usar cremas para calmar los dolores de sus pies a causa de las quemaduras de primer grado, luego de que las suelas de sus botas se derritieran por pisar las brasas que dejaban los incendios en la Chiquitanía. Este problema fue el más común entre los bomberos.



“No hemos contabilizado, pero son muchos los que retornaron sin botas y otros con botas desechas por lo caliente de las brasas”, dijo Jorge Ramírez, comandante de Bomberos Antofagasta.

El 17 de agosto, un grupo de 50 bomberos de La Paz partió al municipio de Roboré (Santa Cruz) para sofocar el incendio que persiste hace 44 días en la Chiquitanía y que ya consumió más de un millón de hectáreas. Pero antes realizaron tareas en Taperas, de San José de Chiquitos, donde el fuego amenazaba a la población.

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Un efectivo cansado por las tareas contra el fuego. Foto: Álvaro Valero

“Teníamos que caminar sobre las brasas, por eso tuvimos problemas con las suelas, pero la tarea debía seguir para evitar que el fuego ponga en riesgo a la gente de Taperas”, afirmó Ramírez.

Con pan, comida y agua fría, así esperaban los comunarios de Taperas a los bomberos, como una forma de agradecimiento por proteger sus bienes y sus vidas.

En Roboré, las tareas exigían levantarse a las 04.00, trasladarse en helicóptero a los lugares de difícil acceso y luego caminar a áreas específicas. “No había excusas, no podías decir: está caliente o yo ya no ingreso, no hay eso”, añadió.

Apenas se dormía unas cuatro a cinco ahoras, recordó Joaquín Condori, otro bombero de La Paz. “Uno de esos días oímos llorar a un animalito, era un perro que tenía quemaduras y lo trasladamos para curarlo y aliviar su dolor”. Sacrificio

Pero la falta de botas y equipos también los vivieron los bomberos voluntarios del Grupo Especial de Operaciones de Salvamento, de Cochabamba, conocidos como GEOS Bolivia.

“Ser bombero forestal es un trabajo complicado”, aseguró Emilen Chavarría, bombera de GEOS y quien comandó una de las patrullas que sofoca los incendios en la Chiquitanía, en Santa Cruz, desde el 14 de agosto.

A la fecha, siete patrullas compuestas por al menos 40 bomberos voluntarios cochabambinos apoyaron a militares, policías y otros grupos en las tareas contra el fuego. “Tuvimos varios inconvenientes, sobre todo los primeros grupos que ingresamos porque dormíamos en el piso, nos faltó equipos, botas, guantes, bate fuegos, fue difícil”, narró Chavarría.

Algunos de los voluntarios se vieron en apuros porque las botas perdieron la suela debido al calor intenso y las brasas, que quedaron luego de sofocar el incendio.

“Mis compañeros amarraron las suelas con los mismos cordones de las botas, no había otra. No nos daban las donaciones que llegaban porque se requería de todo un trámite, solicitudes y firmas. Llegó mi capitán con una donación de botas y ahí recién pudimos seguir trabajando”, contó Adriana Herbas, de GEOS Bolivia.

Un par de bomberos sofoca las llamas en la Chiquitanía. Foto: AFP

Añadió que el viento fue el mayor enemigo del combate contra el fuego porque solo en segundos desechaba el trabajo de horas.

Chavarría explicó que en algunos sitios la labor se tornaba demasiado peligrosa, como en San Matías, porque además de no poder ingresar por la espesa vegetación, era difícil correr si el fuego llegaba por la cantidad de ramas.

Con las necesidades que pasaron las primeras seis patrullas, se equipó de mejor manera al séptimo grupo, que ingresó el lunes.

“Luego nos preguntamos, ¿tanto trabajo para qué?, si al final la gente del lugar no toma conciencia, no paran los chaqueos. Vimos a monitos escapar saltando, ardillas correr; nosotros asombrados de los animales silvestres y ellos ni nos tomaron en cuenta porque huían del fuego e intentaban salvar sus vidas”, contó Chavarría.

Unas 20 personas del Cuerpo de Bomberos Voluntarios Tarija Brasschaat viajaron también a la Chiquitanía y se desplazaron por San Ignacio. Ellos enfrentaron el desgaste de los equipos desde el inicio. “Era complicado los primeros días porque la topografía era diferente y faltaban equipos”, relató el bombero Jhon Salazar.

Adriana Herbas, bombera del valle

‘Algunos amarraron las plantas de sus botas con sus cordeles’

“El trabajo fue duro. Nos designaron a San Ignacio y allí trabajamos casi sin dormir junto con los bomberos de Santa Cruz. El viento estaba en contra porque cinco minutos bastaban para que el incendio avanzara rápidamente, faltó equipamiento. La supuesta ayuda que enviaban no nos llegaba, solo a los bomberos de Santa Cruz, quienes compartían algo con nosotros. Nuestras botas y guantes se quemaron, algunos amarraron lo poco que quedó de la planta de sus botas con los mismos cordones hasta que el comandante llegó con botas”. Voluntaria GEOS Bolivia.

Emilen Chavarría, bombera del valle

‘Peleé con oficiales porque no oían a una civil, menos a una mujer’

“Mi patrulla tenía cinco voluntarios. Un día lloramos todos porque en el pantanal, donde hay más vida silvestre, vimos  por la mañana un gran bosque, lagartos y una laguna llena de animales, pero al regresar al campamento era distinto, todo  fue arrasado por el fuego. La temperatura era de 40 grados, más el incendio y la radiación se superaba los 50 grados, caminamos con ese calor y sobre las brasas las botas quedaron con la mitad de la planta, sobre todo de los soldaditos que solo tenían su uniforme. Un día peleé con oficiales porque no escuchaban a una civil y menos mujer”. Voluntaria GEOS

Jorge Ramírez, capitán de Bomberos

‘Un mono silbador nos salvó la vida en Jalisco (San José de Chiquitos)’

“El martes 20 (agosto), a eso de las 13.00, cuando descansábamos en el sector de Jalisco (San José de Chiquitos), luego de hacer trabajos de control y liquidación de fuego en esa zona, apareció un mono silbador entre las ramas de un árbol y empezó a silbar y silbar; no entendíamos qué pasaba con el animal, cuando este cayó al suelo y una ráfaga de viento trajo grandes llamas de fuego hacia el lugar de descanso y no hubo otra más que escapar lo más rápido posible. Ese ser vivo nos alertó de ese riesgo, nos salvó y pudimos evitar un desastre mayor”.

Richard Laime, bombero de La Paz 

‘En nuestro paso vimos a varios animales quemados’

“Llegamos a una escuela de San Ignacio de Velasco, nos cambiamos para sofocar el incendio, estábamos con un calor de 38 a 39 grados. Cuando ingresamos a la zona, en nuestro paso vimos a varios animales chamuscados (quemados), había un lagarto que parecía no tener fuerzas para caminar, lo sacamos de entre los pajonales con los efectivos, le echamos con agua y reaccionó, entonces lo trasladamos a otro lugar. También salvamos a algunos animales que estaban por quemarse, como una iguana que llevamos hasta Taperas, pero también habían víboras quemadas en el suelo”.

La Razón  / La Paz y Cochabamba / Aleja Cuevas, Angélica Melgarejo


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