Con el Jesús en la boca


En nuestro imperfecto contrato social, el principal garante de nuestra libertad y nuestra hacienda es el poder judicial y éste es rehén del ma$ismo; por lo tanto nuestra integridad física y económica depende del capricho del capo de turno, ese que define qué número sale en la tómbola de la desgracia, ruleta muchas veces motivada por una vendetta política, rencilla doméstica o peor aún, por la simple codicia de lo ajeno.Y ahí comienza el calvario insospechado, con mucho más estaciones que las 14 de la Vía Crucis y sin Simon de Cirene que ayude a cargar la Cruz.Menoscaban la dignidad y la honra del culpable sin juicio, se apropian de su patrimonio, destruyen su familia y encima los allegados mirando con el rabillo del ojo y entredientes murmullan con malicia un doloroso por algo será.Es imperativo reconstruir el órgano judicial, no existe vida posible en sociedad con los jueces cautivos con síndrome de Estocolmo de la plata y la política; mucho menos es posible convivir con la ciudadanía haciendo justicia por mano propia, juzgando, emitiendo infundios y propalando calumnias al calor de la circunstancia.Acaso es necesario sufrir la injusticia en carne propia para precipitar el cambio?Por suerte se avecina la recalificación del riesgo país, no podemos seguir viviendo con el Jesús en la boca.npetvFuente: Leonardo Leigue