Delmar MéndezLa renuncia de las autoridades legislativas, judiciales, constitucionales y electorales, demuestra nomás que todas ellas dependían del torcido dedo dictador de Morales.Si hubiese habido una democrática independencia de poderes, la renuncia del Presidente del país no tendría que haber implicado la dimisión del resto.Esto es una prueba inequívoca de que Bolivia vivía en una DICTADURA, de aquellas que se escriben con mayúsculas.Ignorar un referéndum vinculante que le prohibió ser nuevamente candidato presidencial; violar la Constitución para prorrogarse indefinidamente en el poder, también son síntomas irrefutables de una perversa DICTADURA.Las ejecuciones extrajudiciales (Hotel Las Américas), masacres (El Porvenir, La Calancha), represiones violentas (Chaparina), torturas, persecuciones y expatriación de opositores; y por último, la organización de un gigantesco fraude electoral, son demostraciones categóricas de que en Bolivia, además de regir una dictadura, se vivía una consumada TIRANÍA.Construirse (con fondo públicos) un ostentoso museo personal y edificar un faraónico palacio, así como concederse inaceptables privilegios (lujoso avión presidencial), inculcar a los funcionarios públicos que se le rinda pleitesía, son, entre otras, evidentes constataciones de una patética EGOLATRÍA y de un ofensivo DESPILFARRO.Evo Morales anduvo pues, entre la egolatría, la dictadura y tiranía, con el agravante de hacerlo despilfarrando recursos públicos, malgastando el dinero de los bolivianos, fomentando y protegiendo el narcotráfico.Su régimen generó terror, creó confrontación social y regional, alentó y propició el enfrentamiento con un discurso racista para mantenerse en el poder.Ordenó matar, reprimir, torturar y perseguir. Mintió, engañó y destruyó todo lo que tocó su torcido dedo dictador.La historia lo recordará como lo que fue: Dictador, Tirano, Ególatra, Corrupto y Asesino.En su caso, estas adjetivaciones no son injuriosas, son objetivas caracterizaciones contrastadas con y por hechos irrefutables durante casi 14 años de autoritario ejercicio.Quien mata, roba, engaña, tortura, y abusa del poder también lo usa para evadir la justicia. El dictador Morales, el asesino consumado, el corrupto probado, tenía sobradas razones y enormes temores para resistir su salida y aferrarse a su trono.Se tuvo que ir pero por el patio trasero, en la oscuridad y en medio de un caos criminal que mandó ejecutar. A su estilo, asesinando, incendiado y provocando terror.Aquí no hubo golpe de Estado, hubo liberación. Millones de bolivianos lo echaron. Y también muchos millones de bolivianos significó para la economía el esfuerzo ciudadano para sacar al tirano.Su salida, sin embargo no tiene precio. Ese torcido dedo dictador ahora ya no tiene autoridad para beneficiarse de ella y seguir haciendo daño.