Los riesgos de violencia doméstica contra mujeres y niñas aumentan en la región, como en todo el mundo. ¿Cómo la enfrentan los Gobiernos y la sociedad civil?
Restricciones de circulación, cuarentenas, confinamiento, aislamiento o distanciamiento social. Estas son, según autoridades sanitarias de todo el mundo, las vías no farmacéuticas más eficaces para reducir los contagios del nuevo coronavirus que ha afectado ya a más de 800.000 personas y provocó más de 38.000 muertes en casi 180 países.
Sin embargo, estas medidas aumentan los riesgos de violencia doméstica contra mujeres y niñas. «Las personas sobrevivientes de violencia pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas», advierte un documento informativo de la Oficina de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.
«El impacto económico de la pandemia puede generar barreras adicionales para dejar una pareja violenta, así como mayor riesgo de explotación sexual», agrega ONU Mujeres. Su pedido a los decisores políticos: asegurar la continuidad de servicios esenciales para responder a estas violencias, desarrollar nuevas modalidades para brindarlos en el contexto actual y aumentar el apoyo a organizaciones de mujeres especializadas en servicios de apoyo a nivel local.
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Alerta temprana
En este terreno, como en otros, América Latina ha recibido alertas tempranas desde Asia y Europa. «Tanto en China, como en Italia o España, durante la cuarentena, se ha registrado un aumento de los casos de violencia de género que tienen lugar, sobre todo, en los espacios domésticos», insiste la académica y activista feminista Ailynn Torres Santana, radicada entre La Habana y Quito.
«La mayor presencia de la violencia de género dentro de los hogares se asocia a las maneras de afrontar las crisis, en las cuales es habitual que las mujeres salgamos más perjudicadas. La situación de vulnerabilidad, de inseguridad, de exposición, de pérdida de asideros materiales y espirituales, incrementa la respuesta violenta y las mayores víctimas son las mujeres y los menores», explica esta psicóloga, comunicadora e investigadora social a DW.
En España, por ejemplo, la prensa local confirmó que el confinamiento redujo la mayoría de los delitos, menos estos. Y el Ministerio de Igualdad publicó en línea una guía para víctimas de violencia de género durante el estado de alarma. Antes de acceder, la web recomienda el uso de un botón de salida rápida, abrir archivos en pdf sin guardarlos, borrar el historial de navegación y usar modo el incógnito o privado para no dejar rastro tras informarse.La mayoría de los países latinoamericanos cuenta con líneas para atender estas agresiones, recuerda la ONG Centro de Derechos Reproductivos, en un hilo de tuits con teléfonos de ayuda, que deben funcionar ininterrumpidamente, en 14 países de la región:Colombia (155), El Salvador (2510-4300), Chile (1455), Costa Rica (911), Argentina (144), Paraguay (137), Guatemala (1572), Perú (100), México (01 800 422 5256), Panamá (5006172), Bolivia (800 14 0348) y Brasil (180); además de Uruguay (0800 4141 o *4141 desde celular) y Ecuador (09 992 8032), con horarios restringidos.
Desamparo económico y servicios públicos reforzados
En Latinoamérica y el Caribe, la reducción de la actividad económica afecta, en primer lugar, a las trabajadoras informales: 126 millones de mujeres, según la Organización Internacional del Trabajo. O sea, que casi la mitad de la población femenina de la región pierde su sustento intempestivamente, y tendrá dificultades para hallar trabajo en medio de la ya pronosticada recesión económica mundial, alerta Maria-Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres.
Esto se traduce en inestabilidad laboral, bajos ingresos y falta de mecanismos de protección en países donde al menos una de cada tres mujeres reporta violencia por parte de su pareja, y donde el hogar «sigue siendo el espacio más inseguro para las mujeres y las niñas», advierte Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres para Colombia.
Algunos países han tenido «una respuesta público-institucional» para atender el desafío que presenta la cuarentena, señala Torres Santana a DW. Chile publicó un Plan de Contingencia, que refuerza la atención telefónica y mantiene operativas las casas de acogida y a los asesores legales. En tanto, Colombia y Argentina fortalecieron también su atención telefónica, y esta última lanzó la campaña «#BarbijoRojo.
«Sororidad feminista»
Asimismo, desde la sociedad civil, organizaciones de derechos humanos, de mujeres, feministas, han diseñado espacios y rutas alternativas para atender el fenómeno. Es el caso de Las Brujas del Mar, la «colectiva feminista» de Veracruz que impulsó el Paro Nacional de Mujeres del pasado 9 de marzo en México.
Contactada por DW, su vocera, Arussi Unda, confirma «un incremento de los pedidos de ayuda, a través de sus redes sociales, en temas de violencia intrafamiliar». Lo que las sorprende: la mayoría de los llamados recibidos provienen de vecinos, una fuente poco usual hasta el momento. La activista sugiere que las personas podrían haberse sensibilizado gracias al reciente paro, además de estar ahora más pendientes por estar más en casa.
En este contexto, el Instituto de la Mujer y las fiscalías mexicanas «tienen bajas en el personal con que trabajan diariamente y, si antes ya se encontraban bastante rebasados por el tema de la violencia, ahora es más difícil acceder a su ayuda», asegura Unda. Y lo mismo sucede con los refugios. No obstante, las autoridades piden acudir al número de emergencias (911) o a las líneas de ayuda locales.
Por su parte, Las Brujas del Mar han lanzado una Red de Contención Emocional, con psicólogas solidarias que donan tiempo y trabajo para orientar hacia «un espacio mental seguro», por vía telefónica o mensajería de audio: «para mujeres que están encerradas con sus agresores, perdiendo su trabajo, sin dinero, con crisis de ansiedad, o pensamientos suicidas», explica la vocera. Siguen modelos de «sororidad feminista» implementados antes por compatriotas como las de La Línea Violeta o Línea Amapola.
Invisibles, suspendidos, en segundo plano
En el caso de Cuba, Torres Santana menciona dos iniciativas de la sociedad civil. Por un lado, la plataforma online independiente YoSíTeCreo en Cuba brinda acompañamiento psicológico y legal vía correo electrónico ([email protected]) y Facebook, y acaba de lanzar una línea de consejería telefónica (55818918). Por otro, Evoluciona, la «Campaña Cubana por la No Violencia hacia Mujeres y Niñas», vinculada al centro ecuménico Oscar Arnulfo Romero, recesó su trabajo presencial, pero lo continua vía redes sociales y correo electrónico ([email protected], [email protected]).
YoSíTeCreo en Cuba, como sus pares mexicanas, se presenta como un proyecto de «sororidad feminista». Y sitúa sus límites en el alcance de las leyes cubanas, que no tipifican la violencia de género; en sus alianzas dentro del aparato estatal del país, poco tolerante con iniciativas fuera de sus márgenes; en la aún limitada extensión del acceso a internet en la isla; así como en la localización de sus activistas y aliadas actuales, fundamentalmente capitalinas, explica una asesora legal del proyecto, que prefiere permanecer anónima.
Pese a todo, en algunos países no solo se verificará el aumento de la violencia doméstica, sino también de su extremo: los feminicidios. Así que habrá que estar alerta, concluye Torres Santana, sobre el modo en que esta crisis puede «invisibilizar, suspender o dejar en segundo plano» la política respecto a otros asuntos regionales urgentes como los propios feminicidios, o los asesinatos de líderes y lideresas sociales. (few)
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Fuente: www.dw.com