Con sus pertenencias en maletas o envueltas en manteles, los bolivianos que estuvieron varados por varios días en el municipio chileno de Colchane, sin poder ingresar a Bolivia, relataron su pesar por tener que mantenerse en ese país luego de que el Gobierno de Jeanine Añez les negó la entrada con resguardo militar.
¿Cuál es su nombre vida?, preguntó un funcionario del municipio chileno de Colchane a una mujer boliviana que camina cargando sus pertenencias en un mantel. Doña Justina, le responde la mujer que pese al barbijo que le cubre la nariz y la boca deja sentir en su tono voz que está animada. Su entusiasmo no dura más que unos segundos y luego la voz se le quiebra.
Queríamos retornar (a Bolivia), pero no nos dejan, dice ya entre sollozos ante las preguntas del funcionario, quien hace de periodista con su celular, para reflejar un poco del drama humano que vivieron allá 825 compatriotas por casi una semana.
Justina, relató al funcionario que era viuda y natural de Cochabamba, donde se ganaba la vida lavando ropa o vendiendo comida, que fue la primera vez que viajó a trabajar a Chile en la cosecha de uva. Nos ha costado harta plata venir (a trabajar a Chile), cuenta la mujer que dice haber estado en el vecino país tres meses junto a su hijo que ya tenía experiencia.
Ella es parte de los más de 1.500 bolivianos que decidieron retornar al país desde hace dos semanas, ante las restricciones sanitarias dictas en Chile, también afectado por los miles de contagios por el Covid-19. Sin embargo, el Gobierno bolivianos les cerró las fronteras y los acusó de ser parte de una movilización política del MAS para romper la cuarentena en Bolivia.
En una primera instancia el Gobierno de Añez permitió el ingreso de más de 350 bolivianos desde Chile, pero al ver que estos no cumplieron con el compromiso del aislamiento en sus regiones, se endurecieron las medidas y se cerraron las fronteras. Sólo un grupo de 450 compatriotas pasaron hasta hace una semana y se encuentran aislado en un recinto aduanero en Pisiga Oruro. Otros 825 no lograron ingresar se quedaron varados al otro lado de la frontera en Colchane.
El momento de la breve entrevista Justina y otros bolivianos se dirigían a pie para abordar los buses que los llevarían a Iquique, donde su alcalde, Mauricio Soria, habilitó un refugio para darles cobijo, alimentación y asistencia sanitaria. Hoy partieron de Colchane a Iquique 10 buses con 450 bolivianos y el resto será trasladado mañana.
Al igual que Justina, Daniel Rojas, de Santa Cruz, desconoce cuáles son las condiciones en las que permanecerán en Chile. Qué vamos hacer amigo, hay que retornar nomas (a Iquique) que le vamos hacer respondió Rojas al funcionario chileno.
Joven, con un trapo en la boca a modo de barbijo y llevando en un carrito de dos ruedas su equipaje, Rojas contó que en el grupo varado en Colchane había harto niño que estaba sufriendo y muchas personas mayores. Rogelio otro cruceño, lamentó tener que regresar a Iquique, pero no hay otra opción, a nosotros no nos ayuda nadie, dijo.
Rogelio, con dos camas en un brazo y un bolsón en la otra afirmó que quería volver a ver a sus tres hijos en Bolivia. En los videos, tras el joven, aparece otra mujer, que al igual que Justina, se quebró en llanto luego de las primeras respuestas con buen ánimo, es Evita Solares.
Dijo que esperaba que no les mientan sobre el refugio ofrecido por el alcalde de Iquique. Tenemos muchas esperanzas, alcanza a decir antes de que se le quiebre la voz y contar que ya estaba trabajando en Chile cinco meses.
Quería volver a ver a mis hijos, que están solitos allá (en Bolivia), yo se los he dejado a mi mamá, sollozó. Dijo que no pensaba retroceder de su intento de ingresar a Bolivia, pero no les quedó otra opción Aquí estamos pasando hambre y frio, ojalá que no nos estén mintiendo, pidió Evita.
Dijo que debido a que había caducado, su chip no funcionaba y no podía comunicarse con su madre a quien no logró avisar que retornaba a Bolivia. Tras las entrevistas, al alejarse se escuchan los pasos de los bolivianos sobre el árido suelo chileno donde viven un éxodo a sólo unos metros del ingreso a su país.