Una mirada a los principales nosocomios de algunas capitales de provincias desnuda la precariedad con la que trabaja el personal de salud. La gente prefiere morirse en sus casas
Berthy Vaca J.
Al hospital de Ascensión de Guarayos llegan todos los días un promedio de cinco pacientes con síntomas de coronavirus, varios de ellos disneicos (problemas respiratorios), pero no pueden mitigar esa insuficiencia porque allí no hay ni un respirador, peor una sala de terapia intermedia para estabilizarlos.
Además de la falta de infraestructura y equipamiento, se sufre por el insuficiente personal médico que, por si fuera poco, está siendo diezmado por los contagios de los pacientes Covid-19.
Esta debilidad sanitaria es moneda corriente en todos los centros hospitalarios de las provincias del departamento de Santa Cruz, los cuales han tenido que cerrar otros servicios y adaptarse con lo poco que tienen para dedicarse casi de lleno a tratar a las víctimas del coronavirus.
Esta falencia no es atribuible a los salubristas. El terrible déficit de recursos humanos es responsabilidad de los tres niveles de Gobierno, a los que los médicos acusan de haber tomado decisiones políticas en vez de medidas técnicas en el área de la salud y ahora la población está pagando las consecuencias.
El hospital de Guarayos solo cuenta con dos monitores (dispositivos para medir los signos vitales). Carece de camas especiales para enderezar a los enfermos que no pueden respirar en echados.
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“Tenemos tres enfermeras: una en la mañana, la segunda en la tarde y otra en la noche. La mayoría de los médicos han caído con coronavirus, ahora cuento con tres. Uno por turno. Yo trabajo toda la semana, excepto los jueves y viernes para recuperar energías, porque de lo contrario, me puedo enfermar y soy el único médico internista del hospital para Covid”, explicó el galeno Jaime Adriázola.
A decir de Adriázola, hace dos semanas murieron tres pacientes en el centro, la semana que pasó, fallecieron dos y muchos están muriendo en sus casas porque los familiares así lo prefieren antes de arriesgarse a llevar a sus seres queridos a la capital cruceña, donde los nosocomios también están copados de pacientes.
“Es triste ver la realidad que estamos viviendo. Me cansé de pedir a las autoridades. Nos sentimos abandonados, solo apelamos a Dios y a la gente que nos está apoyando con lo que puede. Somos soldados sin balas”, expresó Adriázola.
En San Ignacio de Velasco
En San Ignacio de Velasco, con 60.000 habitantes en la zona urbana y alrededores, el hospital público tiene 30 pacientes Covid-19, dependientes de tubos de oxígeno y entre el 40 y 50% del personal médico se ha infectado, lo cual ha hecho colapsar el servicio.
El centro médico cuenta con una terapia intermedia con tres respiradores no convencionales. Los tres están permanentemente ocupados por los pacientes. Toda esta atención está a cargo de un médico internista, que debe manejar la terapia y personas internadas en las 15 camas.
“Estamos haciendo maravillas. El déficit de personal es una locura. 23 enfermeras y seis médicos están de baja”, dijo un galeno que prefirió el anonimato.
A raíz de esta situación, la administración ha cerrado las cirugías, solo se hacen las de emergencia. La consulta prenatal ordinaria se ha suspendido, solo se atienden casos de preclampsia o cesáreas.
En San José de Chiquitos
Para dar respuesta al flagelo de la pandemia, en el hospital de San José se habilitó un ambiente para atender a los pacientes moderados y críticos tomando en cuenta el colapso de los establecimientos de salud de Santa Cruz.
Asimismo, la Alcaldía consiguió algo de equipamiento, como tubos de oxígenos, glucómetros y oxímetros, artefactos básicos para atender a estos pacientes. Empero, no hay equipos para atender a los que requieren de intubación.
Los recursos humamos son limitados. Por eso costó mucho armar un grupo de salubristas para crear la unidad Covid con personal exclusivo que, conforme aumentaron los enfermos, sufrió bajas por el contagio.
Dember Áñez, director del hospital, admitió que se incorporó personal con contratos municipales para paliar la necesidad, pero, pese a ello, sigue faltando.
“En la sala Covid-19 necesitamos unos seis médicos generales, unas nueve licenciadas en enfermería y 12 auxiliares. Con ese personal podemos rotar en los servicios. No que ahora estamos con cuatro médicos, cuatro enfermeras y cinco auxiliares” manifestó Áñez.
En el nosocomio de San José hay 12 internados por el virus y seis han sido dados de alta. Hace más de tres semanas que no hay personas fallecidas por Covid-19. La estadística se mantiene en 10 decesos en el municipio que tiene una población 42.000 habitantes (25.000 en el área urbana).
Áñez espera que las autoridades aprendan de esta dura lección y que los políticos dejen de utilizar la salud como campaña.
Dicen que Dios es camireño
El sistema de salud de Camiri tiene 36 enfermos de coronavirus: 28 en la Caja Nacional de Salud, cuatro en el hospital público y el resto en la Caja Petrolera.
A decir de Ricardo Bozo, director del centro, la mayoría de estos enfermos no son vecinos comunes, sino policías y trabajadores de las empresas petroleras.
“Solo tenemos cuatro casos en el hospital que han sido los contactos de los policías. Felizmente digo que Dios es chaqueño porque con las condiciones que tenemos en estos momentos, sería una catástrofe que aparecieran más infectados. Solo tenemos un médico internista. Contamos con un respirador que dimos prestado al hospital de la Pampa de la Isla, en Santa Cruz, porque acá no hay pacientes graves y allá la gente se está muriendo”, dijo Bozo.
La autoridad médica dio a conocer un ambicioso proyecto de salud que consiste en hacer funcionar un sistema universal de salud en la provincia Cordillera, asociando el equipamiento y el personal del hospital público y de las cajas Petrolera y Nacional y, de ese modo, categorizar el hospital de Camiri como un centro Covid-19 para toda la provincia.
“Esperamos que funcione este seguro Covid-19. Vamos a ganar en infraestructura, en equipamiento y en recursos humanos. Así tendríamos tres médicos internistas de la CNS, uno de la Caja Petrolera y otro de nosotros. En total, habría cinco médicos más los anestesiólogos y otros especialistas para paliar el déficit”, explicó Bozo.
Dicho proyecto, consensuado con seis de los siete municipios de la provincia, será enviado a la Gobernación para que, a su vez, lo presente al Ministerio de Salud.
En Yapacaní usan el estadio
El hospital de Yapacaní está catalogado como de segundo nivel, pero es solo el nombre, porque no tiene el personal suficiente ni la infraestructura adecuada, al punto que por esta pandemia todo se ha tornado en atenciones de emergencia, mientras que la consulta externa ha sido cerrada para readaptar los ambientes.
Se habilitó una sala Covid-19 para 16 pacientes en estado crítico, pese a que no hay respiradores, y ahora hay 21 enfermos hacinados. Ese sitio ya colapsó y las autoridades tuvieron que habilitar el estadio Integración Bolivia, donde 16 personas reciben tratamiento.
“En emergencia atendemos unos 30 pacientes graves que necesitan un segundo nivel. En otros servicios, hacemos entre tres y cinco cirugías generales y unas 10 cesáreas”, explicó Ámbar Ayala, directora del centro.
Basilio Vilcasana, secretario administrativo del municipio, admitió que de hoy en adelante se tiene que priorizar la salud. “En vez de hacer obras como el estadio, se debió invertir en hospitales, pero nadie sabía que iba aparecer el coronavirus”, reconoció el administrativo.
En Vallegrande
El nosocomio de Vallegrande es de primer nivel y, por lo tanto, con la llegada del virus, las autoridades aprobaron un plan de contingencia que dejó de lado a dicho centro y se habilitaron como recintos Covid-19 el centro cultural Che Guevara y un hotel.
Al primero van los casos positivos que requieran internación, mientras que al hotel van los pacientes leves. Ahora, hay nueve sospechosos y ocho positivos. Los enfermos graves deberían ser referidos a la ciudad de Santa Cruz, pero como no hay espacio, se quedan.
El domingo pasado murió una mujer sospechosa de coronavirus. “Llegó con insuficiencia respiratoria marcada, debió ser referida a Santa Cruz, pero, por falta de espacio, no se la llevó y murió acá”, dijo Yasmani Caballero, director del hospital, quien agregó que se requiere cuatro enfermeras y dos médicos generales.
Proyectos paralizados por la pandemia
El exviceministro de Salud, Erwin Viruez, manifestó que en el corto tiempo que se desempeñó como tal en el Gobierno de Jeanine Áñez, con la aprobación del Banco Mundial, se rediseñó un plan de construcción de hospitales en el país, pero la emergencia sanitaria ocasionada por la llegada del coronavirus, echó por tierra el plan.
Según Viruez, se planteó una red de centros oncológicos en varias ciudades, entre ellas en Santa Cruz, donde ya se había destinado $us 60 millones.
“Asimismo, se iban a construir hospitales de segundo nivel en El Torno, en Camiri, en Cuatro Cañadas y en otros lugares, con un plan aprobado por el Banco Mundial, con un total de $us 300 millones, priorizando las características epidemiológicas y demográficas y no con criterio político, como lo hizo el anterior gobierno”, dijo Viruez.
Por otro lado, el médico dijo que Corea del Sur ofreció un crédito de alrededor de $us 120 millones para un hospital de tercer nivel en Santa Cruz. En la Gobernación cruceña no contestaron y luego todo se paralizó por el coronavirus.
Fuente: eldeber.com.bo