Aunque la industrialización del litio representa un proyecto estratégico para el país, expertos afirman que la explotación de este metal no logrará reemplazar a los ingresos obtenidos en el sector hidrocarburos, por lo que sugieren eliminar el mito de que “el litio es el nuevo petróleo” que aún conserva parte de la sociedad civil.
La investigadora de la Fundación Jubileo, Sandra Sánchez, durante el webinario titulado Retos y brechas para industrialización del litio, organizado por Natural Resource Governance Institute, afirmó que debe evaluarse una nueva estrategia del proyecto boliviano que fue paralizado en 2019.
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En noviembre de ese año, el Gobierno anuló el decreto que autorizaba la sociedad mixta entre la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y la alemana ACI Systems (Asisa) luego de una serie de protestas en Potosí, cuya población exigía una regalía mayor al 3 por ciento.
Respecto a esos conflictos, Sánchez indicó que se debe generar acuerdos políticos entre el Estado y la sociedad civil organizada que exige saber el manejo de sus recursos naturales. “No podemos seguir trabajando de manera aislada, tenemos que generar estos acuerdos, pero incorporando herramientas de control”, dijo.
A su turno, Carlos Arce, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), afirmó que mucha gente se ha creado una idea de que el litio puede sustituir a los ingresos del sector hidrocarburos.
Sin embargo, aseguró que el proyecto del litio boliviano, en el mejor de los casos, generaría una renta de 250 a 300 millones de dólares con la capacidad total de producción de planta proyectada, pero estos montos están lejos de los ingresos obtenidos por la venta de gas que, en 2020, con la disminución provocada por la pandemia, llegaron a 1.623 millones.
Arce afirmó que es fundamental imponer una política de transparencia en el proyecto del litio.
Dijo que el contrato con la firma alemana generó conflictos porque las poblaciones movilizadas exigían una mayor participación, porque “se habían creado la ilusión de que el litio es la nueva panacea económica, social y tecnológica”.
Daniela Desormeaux, investigadora chilena, resaltó que el litio no es el nuevo petróleo, ni que Bolivia, Argentina y Chile, que poseen la mayor reserva mundial de litio, serán los nuevos Arabia Saudita.
Dijo que si bien los países apuntan al menor uso de recursos hidrocarburíferos en sus políticas energéticas, esto implica una transición lenta. Además que el aumento de la producción de litio en países como Australia llevó a la caída del precio a partir de 2017.
Bolivia posee la mayor reserva de litio
Santa Sánchez, investigadora de la Fundación Jubileo, destacó que Bolivia posee la mayor reserva mundial de litio, al albergar al menos 21 millones de toneladas. Le siguen Argentina, con 17 millones, y Chile, con 9 millones.
Sin embargo, mencionó que en Potosí, donde se encuentra el salar de Uyuni, que posee las reservas de litio, existe una sensación de que desde épocas coloniales se saquearon los recursos naturales y que ello no se plasmó en la mejora de la calidad de vida de los habitantes.
Bajo este contexto, surge el interés de controlar y fiscalizar los avances respecto al proyecto del litio.