Fernández es en gran medida el artífice de la Santa Cruz moderna, el soñador de las grandes obras y el alcalde que no se pudo despedir después de décadas.
Fuente: paginasiete.bo
Carolina Méndez / Santa Cruz
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Parece una contradicción. Es fascinante y triste, opina la periodista Maggy Talavera, intentando resumir el contrasentido. Muy pocos personajes de la historia política local fueron tan controversiales como él. Percy Fernández es en gran medida el artífice de la Santa Cruz moderna, el constructor del tractor amarillo, el soñador de las grandes obras y el alcalde que no se pudo despedir de los cruceños después de una gestión de 20 años.
Uno se podía quedar horas hablando con él porque era un gran lector que tenía amplia comprensión de todo. Sumado a su brillantez tenía un carisma que no se compra en el supermercado. Tenía una luz. Era un tipo genial aunque siempre con un carácter fregadísimo, recuerda Talavera.
Percy Fernández tuvo un claro inicio de mandato y un difuso fin de ciclo. Pese a que su figura se siguió invocando incluso en la campaña electoral 2021 de Angélica Sosa, su ausencia es evidente en el ejecutivo municipal de Santa Cruz de la Sierra desde hace varios años.
Percy delegó su poder y Santa Cruz se gobernaba a nombre suyo. Es una situación rarísima que en Bolivia no se ha visto nunca. Además se cometió una terrible desinstitucionalización, fusionando el ejecutivo con el legislativo municipal. Este proceso se tiene que revertir con urgencia. Nos va a costar salir de él, lamenta el arquitecto y urbanista Fernando Prado, quien trabajó de cerca con Percy durante muchos años.
Es una contradicción. De llevar como marca la planificación, la gestión de Percy pasó a consolidar la improvisación. De estar de cerca con el querido vecino, se volcó a gobernar de espaldas a la ciudadanía. De soñar con la descentralización se terminó concentrando el poder y cooptando a las disidencias.
Su largo paso por la Alcaldía cruceña – diez años como concejal y 20 como alcalde- puede graficarse así, en el péndulo de la contradicción que marcaron las luces y las sombras de quien fue seis veces la máxima autoridad de la ciudad más poblada de Bolivia.
De la planificación al obrismo
Percy Fernández, de origen humilde y el menor de siete hermanos, fue criado por su madre y su abuela, luego de la muerte de su padre tres días antes de su nacimiento. Su dedicación y su agudeza intelectual le depararon caminos fortuitos que bien supo aprovechar. Con ropa heredada y zapatos prestados, Percy partió a Córdoba (Argentina) para estudiar ingeniería civil; a su retorno, con el título bajo el brazo, empezó su carrera profesional y muy pronto política.
En 1990, Percy Fernández llegó a la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra por primera vez. Un año antes había ganado las elecciones bajo el cobijo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que lo invitó a presentarse como opción en las urnas. Fernández venía de su paso por el Comité Cívico Pro Santa Cruz, la dirigencia de las tres cooperativas importantes de la ciudad (CRE, Cotas y Saguapac) y la presidencia de la Corporación de desarrollo de Santa Cruz (Cordecruz).
Sus primeros años de gobierno (1990-1994) estuvieron marcados por aciertos. Gozó de un equipo técnico competente, de creciente respaldo popular; de dinero para invertir en obras y de una mente amplia que ambicionaba una urbe moderna.
Yo la llamo la etapa de municipalismo: estaba el líder carismático, el equipo técnico, la plata disponible y la necesidad ante el abandono de la ciudad. Percy tenía una visión muy clara de lo que era la planificación urbana y apoyó el trabajo de un equipo pensante que concibió una idea de ciudad, explica Prado.
Las obras de esos años, que incluyeron el asfalto y el drenaje que sacaron del lodo a la gran mayoría de los habitantes de la capital cruceña, respondían a una planificación urbana que luego fue abandonada. Muchos recuerdan al Percy de los primeros años, entusiasta y eufórico, dibujando y soñando construcciones en su pizarra.
Las obras que fueron el fuerte de la gestión de Percy en los primeros años se convirtieron luego en la debilidad con el obrismo. La gestión se limitó sólo a la infraestructura y dejó de lado la planificación, la participación ciudadana y la descentralización administrativa. El gobierno municipal concentró cada vez más el poder pese a haber hecho hermosas subalcaldías que se convertirían luego en elefantes blancos, como señalan algunos, explica el analista político Daniel Valverde.
El paso de la obra al obrismo tomó más o menos diez años. Percy perdió la Alcaldía en 1994 y luego de haber conocido la derrota, la retomó en 2004, más escéptico y pragmático. El MNR ya no le acompañaba entonces y su equipo técnico poco a poco se fue distanciando. En un cálculo político de votos y alegrías, empezó a priorizar las grandes construcciones por encima de la planificación y la gestión.
Él notaba que cuando iba a inaugurar obras la gente se emocionaba. Su sello era construir y eso era lo que le daba votos y le daba alegría a la gente. Él lo sabía muy bien, explica Valverde.
Con parques y módulos educativos, la segunda gestión de Fernández empezó a esquivar los problemas reales de una ciudad incesablemente creciente. No se atendió el desgobierno de los mercados, el caos en el transporte público ni el descontrol catastral, entre otros problemas que crecían.
Un día, ya en su segunda etapa, nos llega un memorando que decía que todo lo que no figure como obra en el presupuesto tenía que eliminarse porque no era necesario. Varios de los que éramos planificadores supimos que era el momento de irse, cuenta Prado. Señala que en esa época aparece Angélica Sosa, quien empezó siendo secretaria municipal y terminó como alcaldesa interina de la ciudad. Sosa buscó de manera fallida ser electa en los últimos comicios municipales. Su paso se inició en la Secretaría de Parques y Jardines y luego pasó a la presidencia del Concejo Municipal. Desde allí empezó a aglutinar el poder del legislativo y el ejecutivo ante la creciente ausencia de Percy. Pronto su cargo de alcaldesa interina fue un mero formalismo.
Las bancadas del legislativo tienen mucho que explicar a Santa Cruz. UCS y el MAS recibieron su tajada de poder a costa de la pérdida de institucionalidad. Percy estaba cada vez más prisionero y ausente, opina Prado con severidad.
Del alcalde virtual a invisible
Percy Fernández es la persona que más veces ocupó la silla edil de Santa Cruz. Fue alcalde seis veces: 1990-1991, 1992-1993, 1993-1994, 2005-2009, 2010-2014 y 2015 -2020.
El inicio de su ocaso es difuso. Maggy Talavera considera un quiebre lo sucedido en 2012 cuando el Alcalde se enoja con los concejales de su partido, producto de una pugna de intereses que deja una profunda crisis política. Éste es, según el criterio de la periodista, el inicio de una decadencia que concluye con un alcalde ausente.
La última gestión ya no fue de Percy. Usaron y abusaron de él cuando ya no estaba con todas sus luces. Y no tiene nada que ver con su edad sino con sus problemas de salud. Si yo realmente quiero y admiro a una persona, lo voy a preservar, contra su voluntad, incluso. No me digan que él quería ser candidato, reprocha Talavera.
El alejamiento de Percy fue progresivo. Apareció cada vez menos en los actos públicos, dejó de atender a la prensa y finalmente se lo vio sólo en videos cortos o fotos manipuladas. No se sabía su real estado de salud y se empezó a naturalizar la ausencia del burgomaestre.
El 1 de abril de 2020 se usó de excusa la pandemia para regularizar su inasistencia y se consolidó formalmente una situación que se venía gestando: Angélica Sosa asumió el mando de la Alcaldía cruceña.
Me da mucha pena que Percy Fernández no haya podido dejar la gestión despidiéndose de todos, que no pudo agradecer y recibir el agradecimiento como merecía. Le han impedido la posibilidad de despedirse de Santa Cruz y de dejar su cargo a tiempo. Dicen que está y no está. Eso es secuestro de persona en términos legales y es un crimen, lamenta Prado.
Si antes, siendo alcalde oficial no se sabía nada de Fernández, ahora, bajo el amparo de licencia, se sabe todavía menos. Pese a que figurará en la historia como el alcalde cruceño que gobernó casi tres décadas, no será quien entregue el mando a las nuevas autoridades electas el próximo mes de abril.
Pese a que el trabajo inicial de Percy fue destacable, sus últimos años de gestión dejaron de honrar al constructor del tractor amarillo de amplia sonrisa y astuta cabeza, que soñaba con la ciudad más moderna del país.
Percy Fernández
6 gestiones: Llegó al ejecutivo edil con el MNR, luego fue con el Frente Amplio Juntos Para Todos y finalmente creó Santa Cruz Para Todos.
30 años como servidor público. Tras sus primeros años en la Alcaldía, fiscalizó la gestión de los hermanos Fernández (Jhonny y Roberto), como concejal (1995-1999 y 2000-2004). Así, sumó tres décadas en el ámbito público.
Megaobras fueron la marca de los primeros años de gestión. El alcalde constructor que asfaltó la ciudad y soñó la urbe moderna, pasó a ser la figura política y carismática que le consagraron hasta el final del ciclo.
Pevo En 2014, el entonces presidente Evo Morales alardeó su buen vínculo con Fernández usando Pevo, por los nombres Percy y Evo. Morales lo llamó amauta y Fernández apoyó la reelección.
Acoso Fernández incurrió en reiterados actos de acoso sexual a periodistas y a funcionarias de su entorno. Su círculo, lejos de recriminarle, sonreía ante ocurrentes actitudes abusivas del alcalde.
Percymóvil La última gestión de Percy fue prácticamente en burbuja, recorría los barrios en un bus con ventanas cerradas. No hablaba con la prensa y evitaba impases públicos. Así ganó la Alcaldía en 2015.
Fuente: paginasiete.bo