Perjuicios de la Narconomics


Emilio Martínez Cardona

Un par de semanas atrás, la Brigada Parlamentaria Cruceña inició una investigación sobre la internación masiva de ripio del Chapare en el mercado de Santa Cruz, bajo la “presunción de lavado de dinero”.



¿La causa? El hecho de que los áridos del Trópico de Cochabamba, a pesar de ser llevados a Santa Cruz a través de 400 kilómetros de distancia, se venden más baratos que los producidos en las cuatro cuencas del departamento, sin cubrir siquiera los costos de transporte.

Esto motivó protestas de los productores cruceños de ripio, que han visto amenazadas sus fuentes de trabajo (unas 10.000) por lo que definen como una “competencia desleal” del Chapare, denunciando un posible dumping subsidiado por una economía ilícita.

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Este caso nos lleva a cuestionar la leyenda -muchas veces defendida desde ciertos sesgos, intereses o ingenuidades- sobre los efectos positivos del narcotráfico en la economía.

Lo cierto es que existen numerosos estudios a nivel latinoamericano que indican lo contrario, es decir, que a pesar de darse un ingreso de divisas por esta actividad, los efectos netos de la narcoeconomía (o Narconomics) son negativos para un país.

El estudio Repercusiones económicas e institucionales del narcotráfico en Colombia, de Roberto Steiner y Alejandra Corchuelo (CEDE-Universidad de los Andes), muestra “con absoluta seguridad que los efectos económicos colaterales del narcotráfico -la enfermedad holandesa, el contrabando, la concentración de tierras, el desestímulo a la inversión nacional y extranjera y la alteración de diversos precios relativos claves- superan con creces los efectos positivos que suelen resaltarse en la prensa no especializada”.

Justamente, el aspecto de la distorsión sobre los precios relativos señalado por Steiner y Corchuelo sería el fenómeno que estamos presenciando en el caso cruceño-chapareño. Los investigadores añaden que “los efectos dinámicos, valga decir los de largo plazo sobre el crecimiento económico, van a estar muy influenciados por los efectos distorsionantes que el narcotráfico crea sobre precios relativos claves en la economía. Frente a estas distorsiones, la evolución de las actividades económicas lícitas se puede ver seriamente afectada”.

Otros informes, como el de la calificadora Fitch Ratings sobre México, señalan que el narcotráfico “daña la confianza y las actividades minoristas y comerciales, posiblemente afectando un panorama de inversión y económico más robusto”.

Por su parte, Tom Wainwright, ex corresponsal en México de The Economist, opina que la estrategia contra el narcotráfico debería ser manejada por economistas, que entiendan los efectos de los dineros ilegales sobre los aparatos productivos y comerciales.

“Creo que sería mejor que unos pocos economistas viejos y aburridos se involucren”, dice Wainwright con ironía, recomendación que también debería seguirse en Bolivia.

 


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