Por supuesto que sí. Sin embargo, para que esta respuesta tenga la validez necesaria, no se puede reducir a un “sí” o “no”, la misma tiene que tener contexto. Por esta razón, en las siguientes líneas fundamentaré mi postura a través de antecedentes históricos, hechos concretos y datos.
Muchas mujeres en nuestro país -desde senadoras y diputadas con una cultura de “exigir sin aportar”; hasta aquellas que destruyen el ornato público manchando paredes y vandalizando estatuas de la ciudad con una cultura de “protestas sin propuestas”-, no tienen la menor idea de cuál es el verdadero fundamento del feminismo. El feminismo no es el odio patológico hacia el varón, el feminismo no tiene un sustento natural alguno y el feminismo no tiene color político.
El verdadero feminismo es un movimiento que lucha por un principio democrático esencial, que es la igualdad. Pero ¿qué clase de igualdad? Como en cualquier otro movimiento social, no hay una única manera de entender el feminismo; desafortunadamente, la mayor parte de las “feministas” en nuestro país distorsionaron el objetivo real del movimiento. Por esta razón, es conveniente diferenciar dos clases de feminismo:
- Feminismo Tóxico.- El cual está muy ligado a una concepción política determinada de izquierda. Así como el marxismo se arrogaba la idea de que si un trabajador no comulgaba con el comunismo era porque aún no había “tomado conciencia de clase”, por lo tanto, al no saber lo que le conviene, el partido comunista sería el intérprete de sus verdaderos deseos e intereses. Así también, este feminismo, utilizando el mismo método marxista, se arroga la representación exclusiva de los intereses de todas las mujeres.
Las propuestas del feminismo tóxico son contrarias a la “Igualdad ante la Ley”. Bajo discursos teñidos de resentimiento expresan que todos los problemas de la sociedad y de la mujer son necesariamente culpa de los hombres.
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- Feminismo Liberal.- Bajo el paradigma de la “Igualdad Liberal”, busca una igualdad entre el hombre y la mujer en el sentido ético y normativo, es decir, una igualdad de oportunidades frente a la ley. Es un feminismo constructivo que concibe al hombre y a la mujer como complementarios y necesarios para la construcción de una sociedad próspera.
Asimismo, afirma que en el sentido biológico y psicológico el hombre y la mujer no son iguales, y negarlo es contradecir diversos estudios científicos. Sin embargo, estas diferencias no afectan en nada la capacidad de ambos sexos para ejercer idénticas aptitudes intelectuales. Estas diferencias no implican inferioridad.
¿Qué feminismo acaparó en Bolivia las instancias de poder? El feminismo marxista se ha impregnado en el país, específicamente desde 2013, con la promulgación de la Ley 348 “Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia”. Y no es casualidad que, en el mismo año, esta nueva ola de feminismo haya tomado más fuerza en el ámbito político y social.
Este feminismo le está haciendo mucho daño a la causa de la mujer, y los datos me dan la razón: en 2013, 26 feminicidios; en 2014, 77 feminicidios; en 2015, 110 feminicidios; en 2018, 128 feminicidios; en 2020, 113 feminicidios; y, hasta julio del presente año, se han registrado 61 feminicidios (de acuerdo a reportes del Ministerio Público), lo cual proyecta que para finales de año, las cifras subirán aproximadamente a 122 feminicidios. El aumento de estos datos desde 2013 hasta el presente es correlativo al aumento de la militancia feminista marxista y al aumento de fondos públicos para su propaganda.
Para empezar a abordar y encontrar soluciones a diversos problemas de la sociedad, debemos crear un espacio para un debate racional, esto significa una discusión técnica y filosófica, y no al contrario, arguyendo falacias ad hominem ante la falta de argumentos racionales, es decir, descalificando a la persona, por ejemplo: “machista” si criticas políticas de equidad de género, o “homófobo” si no crees que la comunidad LGBT tenga que tener privilegios.
Debemos entender que el cambio de mentalidad no se produce por ley. Es un asunto de educación, y educar a las personas no es una prioridad en Bolivia. Y más que una crítica al gobierno, es una crítica a la sociedad.