Entre las perlas que nos descolocan a diario proliferan las consabidas “bendiciones” como corolario de cualquier frase. De pronto que algún vivillo asuma la actitud del cura, pastor o gurú provoca sentir a algunos de sus interlocutores un tufillo de superioridad mal disimulada en la santa impartición; acto que los hará deudores de un bono de consideración y agradecimiento al ser bendecidos por el sujeto solemne que imparte esas dichas. Otros no se dan cuenta y responden “ídem”.
Estamos a un paso en este incómodo tránsito al retorno medieval de la imposición de un lenguaje bíblico y que empiecen los propietarios, adláteres y ujieres del dogma a repartirnos también “absoluciones”, “extremas unciones”, “santificaciones” y “beatificaciones” que aceleradamente reemplacen a más simples e inofensivas
“Felicitaciones”, “agradecimientos” y “recomendaciones”; antes palabras más frecuentes en el vocablo vernáculo de este pueblo posero. No se sorprenda usted si es cliente de Paradise que lo saluden al entrar con “buenas noches, bendiciones” y se despidan con un “vuelva pronto, absoluciones”.
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Todo forma parte de un trastocado de funciones que se refleja en el vocabulario común. Cualquier pelagatos bendice al troche y moche y al Papa le está a punto de llegar la incontinencia para gritar “patria o muerte” desde el Baldaquino de San Pedro.
Esta sacerdotización de la vida cotidiana, este intercambio cínico en la sacralización de los saludos, de las cobranzas, de las despedidas y de los post epistolares en redes sociales solo desnudan que estamos perdiendo el miedo al ridículo. Cuando lo kitsch produce placer estético, que nos tomen el pelo no nos espanta y el ridículo no produce vergüenza es el momento de reclasificar el inventario y reetiquetar la mercadería.
Estamos llegando a la verdadera inmunidad de rebaño. Nada asombra y poco avergüenza.
El humor se hace payasada cuando se campea en lugares comunes y es cada vez más obvio. Somos una sociedad que está perdiendo la habilidad de las sutilezas y lo “literal” prolifera en los dichos y en los hechos.
*Ponencia pronunciada por Chopra, Coelho en ocasión de celebrar la llegada de la sexta secta “New Age” a Santa Cruz con una nueva forma de recaudación piramidal y el reclutamiento a dos de los principales magnates del pueblo y su respectivo nombramiento en grado de querubín y serafín honorarios.
Fuente: Alfredo Leigue